Volver de una boda con un retrato propio en acuarela: una artista habla sobre una moda que crece en Uruguay

Mariana Silvera se dedica a pintar en acuarela a los invitados a bodas y distintos eventos. También, si se lo piden, realiza un óleo de los novios. Una mezcla de souvenir con entretenimiento.

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Mariana Silvera.

Un señor se le acercó y le lanzó: “te voy a decir la verdad, yo al principio no te tenía nada de fe, pero ahora que te vine a ver después de un rato ¡cómo cambió! Se nota que son ellos”. Hace un par de meses, Mariana Silvera (34 años) recibió este comentario con mucha emoción. Estaba pintando su primer óleo de una pareja de novios, en la misma fiesta de casamiento, un servicio que ofrece desde setiembre de este año y que se sumó a las acuarelas que retratan a los invitados al evento. Una propuesta importada que cada vez gana más adeptos en Uruguay.

“Es algo que estuve practicando pila de tiempo, pero no lo quería ofrecer hasta saber que me iba a quedar bien”, confiesa a Domingo. Tanto el óleo de los novios como las acuarelas de los invitados fueron propuestas que se le ocurrieron a partir de las consultas de la gente, que sabía que pintaba.

Con las acuarelas arrancó hace más de un año; para el óleo se tomó un poquito más de tiempo. Quería estar segura. “Pintar un rostro y que quede más o menos anatómicamente correcto se puede hacer, lo que es más difícil es que te quede parecido a las personas que pintás, en un tiempo limitado y enfrente a todos”, explica.

Recién en setiembre de este año se sintió con la confianza necesaria y se animó a su primer retrato de novios. “Me acuerdo que me puse muy nerviosa porque me pongo nerviosa por todo. Lo tenía todo aceitado, lo había pensado bien y entonces salió bien, pero estuve como dos semanas con el estómago revuelto. Me sirvió para saber que a pesar de los nervios, me va a quedar”, confiesa.

La segunda boda vino con curiosidad incluida: los invitados no sabían quiénes se casaban. Recibieron una invitación a un casamiento, mientras llegaban iban siendo pintados y recién en el lugar se enteraron de que una pareja de compañeros de trabajo estaba dando el sí.

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Acuarelas de invitados a una boda de Mariana Silvera.
Estudios

Sueña con arqueología y la ilustración científica

A Mariana le queda terminar de escribir el trabajo final para culminar la carrera de arqueología. Entre sus sueños está dedicarse a la ilustración científica, combinando así su pasión por el arte con la carrera que siempre quiso estudiar.

Señala que se está demorando con la arqueología porque le cuesta mucho concentrarse en más de una cosa a la vez y actualmente la pintura en eventos demanda la mayor parte de su atención.

Le pasa algo similar con los retratos de mascotas, que fue con lo que empezó a comercializar su arte y que no ha dejado de realizar, pero no los está publicando todo el tiempo. “Si alguien me pide, lo hago”, acota.

Otra cosa que no ha abandonado son los calendarios. Comenzó haciéndolos con paisajes de los distintos departamentos del país y ahora los ilustra con la fauna nativa. “Tengo animales de fauna marina, fauna terrestre, aves... El del 2026 también voy a hacerlo con animales”, anuncia.

En lo que respecta a su faceta artística, todo lo aprendió buscando información en internet o realizando cursos cortos para profundizar en el tema. En algún momento pensó en entrar a la facultad de Bellas Artes cuando terminara de estudiar arqueología, pero como esto último se fue alargando decidió realizar un taller de óleos en la Casa de la Cultura de Maldonado (de dónde es oriunda y vive), primero con el profesor Eduardo de la Puente y luego con Fernando Amaral. También dictó talleres de acuarela en su departamento. “De momento los pausé un poquito porque no me daban los tiempos. Como las clases semanales me estresan un poco, si me las piden las hago puntuales de forma intensiva”, explica.

Todas estas actividades que realiza, además de videos con su trabajo en casamientos y eventos, se puede consultar en su Instagram @marianasilveraarte

Dinámica

Mariana trabaja con una persona que la asiste, que es quien toma la foto de los invitados que van arribando, se la pasa y, en orden de llegada, ella comienza a pintarlos en acuarela.

“Tengo cronometrado que cada persona me lleva entre 5 y 7 minutos, independientemente de cuántos pinte por hoja, porque puede que sea una pareja o un grupo de más personas”, aclara.

Las acuarelas van quedando en una mesa para que los retratados se las lleven al final. “No solamente es un souvenir de la boda, sino también es parte del entretenimiento que la gente se busque y se reconozca a sí misma o a otros”, detalla.

Incluso suceden cosas graciosas, como identificar a la mascota de los novios, caso de la gata que fue incluida en uno de los últimos casamientos en que trabajó. “Todo el mundo estaba copado porque ahí aparecía Susana y lo comentaba”, relata.

Mariana está un promedio de cuatro horas en las que pinta alrededor de 40 personas. Ese es el servicio base que ofrece, al que luego se le pueden anexar otras cosas. Por ejemplo, se puede agregar una hora más y pintar a más personas; los novios pueden elegir fotos que no se hayan pintado para que ellas las haga luego en su casa, o se puede sumar el retrato de los novios. En este último caso Mariana suele ir con su pareja Mauricio, que es quien hace las acuarelas mientras ella se ocupa del óleo (ver recuadro).

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Óleo de los novios.

El presupuesto también varía de acuerdo al departamento de donde la contraten; cuanto más lejos de su Maldonado natal —donde vive— más caro es. “Hasta ahora la mayoría son de Maldonado o Montevideo, pero he hecho un cumpleaños de 15 en Rocha, el año pasado estuve en Tacuarembó, este año en Salto y tengo una reserva para San José”, enumera y agrega que ya no le quedan sábados libres en diciembre y para marzo de 2026 solo hay uno disponible. “Cada vez tengo más consultas”, apunta.

Mariana destaca que lo interesante del cuadro de los novios es que los invitados van presenciando todos los pasos, desde el principio hasta el final. “Los cuadros tienen una parte fea, que es que cuando recién estás empezando no se parecen a nada. Entonces está bueno que puedan ver todo el proceso, desde las primeras manchas hasta el momento en que empieza todo”, apunta.

Vale aclarar que el retrato de los novios incluye que ella lo termine de retocar en su casa, donde además lo barniza y en dos semanas lo tiene pronto.

Sea el óleo o las acuarelas, la artista se alegra de haber encontrado está forma original de incorporar su arte a una celebración tan llena de significado. “Es un recuerdo que la gente no va a dejar archivado por ahí, en un rincón, sino que le va a quedar y probablemente lo va a enmarcar”, concluye satisfecha.

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Mauricio, pareja de Mariana Silvera.
Otras obras

El amor que nació en redes le dio un asistente

En algunos casamientos Mariana cuenta con la ayuda de su novio Mauricio, al que le gusta pintar por hobby. “Nos conocimos por el gusto en común del arte”, cuenta sobre la historia de amor que se inició en las redes, cuando él le empezó a escribir para hacerle consultas sobre dibujo y pintura. “Un día quedamos en juntarnos para hablar y a partir de ahí seguimos saliendo”, relata.

Entonces ahora se da que si a Mariana le encargan un cuadro de los novios, Mauricio se ocupa de pintar en acuarela a los invitados. Y si el trabajo solo consiste en pintar a los invitados y la fiesta es muy grande, también recurre a Mauricio para que le dé una mano.

“Yo tengo un límite de personas que puedo pintar porque las hago a mano. Puedo hacerlas luego de la fiesta, pero hay gente que le gusta que sea ahí mismo. Entonces le pido a mi pareja que venga conmigo y también pinte”, explica.

Confiesa que siempre arranca con un poco de nervios porque esa es su forma de ser, pero una vez que le salen los rostros, todo fluye y se desarrolla con total normalidad.

Relata que esto de pintar en vivo también lo ha extendido a cumpleaños y eventos, como lo fue la inauguración del Museo Arqueológico Mora este año en Juan Lacaze. En la oportunidad realizó una escena de la adoración alfarera en tiempos prehistóricos, usando como referencia una imagen de la boca del arroyo Sauce, y varias fotos de ceramistas y dibujos que había hecho. Como referencia posaron una de las arqueólogas a cargo y su hija. El trabajo le llevó dos horas y media y la dejó muy satisfecha porque pudo hacer lucir su otra faceta, la de estudiante de arqueología.

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La adoración alfarera para el Museo Araqueológico Mora de Juan Lacaze.

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Mariana Silvera.

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