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Muchos chefs informan en las entrevistas con Mar Azul Uruguayo que no saben con qué sustituir al tiburón en sus platillos. Su carne es la base de las miniaturas de pescado, por ejemplo, porque ofrece una carne magra y de consistencia firme y textura amigable para el paladar de niños y adultos al no tener espinas (es un pez cartilaginoso, no óseo). Si es la “pesca del día”, se la lleva a la mesa. Al mismo tiempo, muchos consumidores responden que no saben que lo que se ofrece como “roll de cazón”, “cazuela de cazón” o “empanadas de cazón” es tiburón. Lo mismo sucede con los filetes de angelito: también es tiburón.
La preocupación de los expertos de Mar Azul Uruguayo, organización que busca generar políticas para la conservación de la biodiversidad marina y la creación de áreas protegidas, es que muchas de las especies de tiburón que habitan nuestras aguas están en declive. Y, en contacto con gastronómicos, clientes y pescadores artesanales, piden pequeñas acciones; una de ellas es la reducción del consumo.
La pesca industrial -ya desaparecida en el país para los tiburones-, artesanal y deportiva han provocado una reducción del 90% de la población de estos animales en unas pocas décadas.
“Los pescadores te cuentan que en Rocha o en Piriápolis veían pasar las aletas; hoy la gente cree que no hay tiburones en Uruguay”, dijo Nazarena Beretta, coordinadora de un proyecto de Mar Azul Uruguayo al que le calza justo el nombre: “Tiburones - ¿Peligrosos o en Peligro?”
La respuesta a esa pregunta es la segunda parte: muchas de las 40 especies que habitan en Uruguay, en particular aquellas que se transforman en un plato o se venden congeladas, como el cazón (Galeorhinus galeus), el sarda (Carcharias taurus), el de trompa de cristal y el gatuzo (Mustelus schimitti), están en estado crítico. Los pescadores declaran a Mar Azul Uruguayo que hoy es casi anecdótica del pintarroja (Notorynchus), del martillo (Sphyrna), del zorro (Alopias vulpinus) y del recorrecostas (Mustelus fasciatus).
“El gatuzo, por ejemplo, es una especie propia de Argentina, Brasil y Uruguay, lo que le da cierto valor de conservación. Hace 30 años no se pescaba porque había tiburones más grandes y más redituables; hoy se pesca mucho porque ya no hay tiburones grandes”, señaló Beretta en diálogo con Revista Domingo.
Si a los tiburones se les agrega las rayas, rayas eléctricas, chuchos, mantarrayas, peces ángel, guitarras y sierras, hay más de cien especies de condrictios (peces con esqueleto cartilaginoso) en aguas uruguayas.
Manuela Acosta, integrante de la organización e hija de un pescador artesanal de Punta del Diablo, compartió sus palabras: “Cuando empezó a embarcarse, los tiburones estaban muy cerca de la costa; luego se empezaron a alejar y a alejar y a alejar”.
Protección.
Desde fines de 2022, los técnicos de Mar Azul Uruguayo realizan encuestas y entrevistas a lo largo de la costa uruguaya. Una vez que obtengan todos los resultados les informarán a las autoridades sobre la realidad de los tiburones y generarán una base de datos de acceso público para la población en general.
El objetivo final es presentar una serie de medidas de manejo y recomendaciones para conservar las especies y establecer un acuerdo de buenas prácticas para el consumo gastronómico.
Una de ellas es que se ordenen restricciones temporales y espaciales para la captura de tiburones como hoy existe para otros pescados de consumo habitual. “Ayudaríamos a que esto empiece a mejorar”, señaló Florencia González Feola, otra experta del equipo de trabajo de “Tiburones - ¿Peligrosos o en Peligro?”
Varias especies comienzan a llegar con la primavera a las costas uruguayas para reproducirse y parir sus crías. Las islas de la Coronilla, Cerro Verde y Cabo Polonio son vistas como verdaderas “áreas de nursery”. o de cría. Allí los animales recién nacidos tienen a disposición buena cantidad de alimento: pequeños peces, crustáceos y moluscos. Una veda en esta época contribuiría a la protección de las poblaciones juveniles.
“En el caso del gatuzo, los machos quedan alejados de la costa y las hembras se acercan un poco más porque las crías todavía son frágiles y hay menos depredadores. No obstante, allí está la pesca artesanal y te dicen que ahí capturan crías; por eso tenemos que trabajar con todos los eslabones de la cadena”, agregó González Feola. Las hembras de tiburón, además, tienen un bajo número de crías. Los especialistas indican que todo aquel individuo capturado con menos de dos metros ni siquiera se reprodujo una sola vez.
La importancia de que los tiburones no desaparezcan de las aguas uruguayas es que es una especie que mantiene la estabilidad de los ecosistemas: vincula las vías energéticas asociadas a las rocas (macroalgas) y al fitoplancton asociado a la columna de agua, logrando un equilibrio en el ambiente. Pero, a pesar de ser un predador tope, tiene características que lo hacen “sensible” ante las presiones: una presión de pesca, por baja que sea, puede ser suficiente para que no sea capaz de reproducir la población.
El tiempo que puede necesitar un tiburón para llegar a la edad o talla de primera madurez difiere de la especie. Pequeños tiburones como el gatuzo alcanzan su primera madurez a los 3 o 4 años. Esta edad puede aumentar en tiburones como el angelito (7 u 8 años) y para el tiburón de Groenlandia (150 años). La fecundidad (tamaño y número de crías) aumenta con el tamaño corporal de la madre, esto significa que si se capturan hembras más grandes, se afectará aún más el tamaño poblacional. En comparación, una sarda deja solo dos crías cada dos años mientras que una brótola puede poner hasta ocho millones de huevos. Una corvina puede tardar hasta tres años para empezar a reproducirse anualmente mientras que a un cazón le puede llevar hasta 17 y podrá hacerlo solo cada tres años. ¿Cuánto tiempo llegan a vivir? Depende de la especie. El gatuzo, por ejemplo, alcanza una edad máxima de 25 años; el cazón puede alcanzar los 24 años.
Mala publicidad.
¿Y qué sucede con la primera parte del nombre del proyecto? Beretta, González Feola y Acosta insistieron en que las especies que habitan en Uruguay no son agresivas, aunque en las encuestas la gente responde que cree que los ataques son moneda corriente.
“Después de tantas películas de tiburones asesinos es inevitable que la gente tenga miedo. Pero los ataques no son normales, más en nuestras costas”, dijo Beretta. Las especies que sí se califican como depredadores temibles son el gran tiburón blanco, el tiburón tigre y el tiburón toro.
Un estudio publicado en 2021 que fue reproducido por La Diaria analizó 109 películas en los que aparecen tiburones y determinó que el 96% los representaban como una amenaza para el ser humano; el resto los muestra como una amenaza “potencial”. La realidad es que las posibilidades de ser mordido por este animal son ínfimas.
Según el Archivo Internacional de Ataques de Tiburón de la Universidad de Florida, en 22 se registraron 57 mordeduras no provocadas; la mayoría ocurrió en Estados Unidos y Australia. De estos, cinco casos fueron fatales. Desde 2013, el promedio global de ataques anuales es de 74. El número no ha ido en aumento.
“Es un animal que tiene características físicas llamativas que generan impacto como la mandíbula y los dientes filosos; pero tiene mala publicidad”, añadió la coordinadora del proyecto. A pesar de su aspecto feroz, estos animales necesitan protección.