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Uruguaya gana beca para estudiar Ingeniería Aeroespacial y está más cerca de cumplir su sueño de la infancia

Valentina Monzón tiene 27 años, es oficial de la Fuerza Aérea, y siempre anheló dedicar su vida al espacio. Obtuvo una beca para estudiar Ingeniería Aeroespacial en Córdoba y su meta está encaminada

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Valentina Monzon
Valentina Monzón
Foto: Estefanía Leal

Persevera y triunfarás’ no es una frase más para Valentina Monzón, sino que cuaja perfecto en la historia de esta oficial de la Fuerza Aérea de 27 años. La joven es prueba fehaciente de que el esfuerzo y la tenacidad permiten concretar metas que pecan de utópicas. Criada en Salinas (Canelones), de niña le fabricaba cohetes de cartón a su hermana, se disfrazaba de investigadora e invertía horas y horas en ver documentales sobre el espacio en History Channel y National Geographic.

Aprendió a leer en un libro de astronomía que le regaló su madre poco después de que le manifestara su interés por la ciencia y el espacio. Y aunque dedicaba horas a intentar descifrar esas palabras entreveradas, le encantaba. Entre libros y documentales fue creciendo su fascinación por lo aeroespacial y empezó a soñar en grande: ‘Quiero dedicar mi vida a algo vinculado al espacio’, pensaba.

Movió cielo y tierra para que ese anhelo de la infancia no quedara en una loca ilusión. Primero buscó una carrera lo más alineada al tema en Uruguay -con 23 años se recibió de oficial de la Fuerza Aérea-, luego se anotó en la Facultad de Ciencias para cursar las materias de la licenciatura en Astronomía que le sirvieran para Ingeniería Aeroespacial. Hasta que en 2022 se enteró que existía un convenio bilateral entre la Fuerza Aérea Uruguaya (FAU) y el Instituto Universitario Aeronáutico de Córdoba y solicitó que se abriera el cupo para una beca en la carrera Ingeniería Aeronáutica -desde 2023 se llama Ingeniería Aeroespacial- y lo obtuvo.

Valentina es una afortunada: está dedicada por completo a estudiar esta nueva carrera de cinco años presente en muy pocas universidades de Sudamérica.

Se mudó a una residencia estudiantil en Córdoba este febrero y tardó un tiempito en dimensionar la importancia de semejante logro: “No caía hasta que empecé a ir a las clases y veía dónde estaba realmente”, confiesa a Domingo. Si bien tiene poco tiempo ocioso, siente una gran satisfacción cuando se detiene a pensar dos segundos en esa niña que miraba documentales: “Estoy segura de que muchísima gente sueña con algo y por diferentes circunstancias lo termina dejando. Hay que romper con esa barrera del no puedo y buscarle la vuelta para ir detrás del sueño”, dice.

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Valentina es punto nacional de contacto de Space Generation, la mayor red de estudiantes y jóvenes (hasta 35 años) profesionales de la industria espacial, con 27 mil miembros en más de 165 países. Considera que integrar este grupo es inspirador y enriquecedor para los que quieren estudiar una carrera vinculada al espacio: “Cada país tiene su punto nacional de contacto. En este momento estoy yo sola, pero más gente interesada en el tema se puede arrimar, ya que cualquier estudiante (hasta 35 años) tiene la posibilidad de formar parte”, asegura.

Cuenta que año a año se realizan congresos y reuniones virtuales donde se facilita la comunicación con distintos profesionales del área, con miras a asesorarse y hacer consultas. Y cuenta: “He escrito artículos para la Federación Internacional de Astronáutica. Si uno presenta un buen proyecto puede conseguir ir a una reunión con viaje o estadía pagos, e intercambiar con estudiantes de otras partes del mundo que están en la misma”.

Metas

Valentina Monzón en la Facultad de Ingeniería del Instituto Universitario Aeronáutico de Córdoba.
Valentina Monzón en la Facultad de Ingeniería del Instituto Universitario Aeronáutico de Córdoba.

En los documentales veía que la mayoría de los astronautas eran de la Fuerza Aérea así que pensó: ‘Voy a buscar alinear mi carrera para ese lado’. A su vez, hacer la Escuela Militar Aeronáutica le permitía complementar su pasión por el entrenamiento: compite en atletismo desde los 8 años, lo define como su cable a tierra y en Córdoba ya encontró un equipo.

En una charla previo a ingresar a la FAU le preguntaron por qué quería entrar y respondió sin titubear: ‘Porque quiero ser ingeniera aeroespacial’. “Era rarísimo porque nadie respondía eso, la mayoría decía para ser piloto”, cuenta Valentina.

En ella el estímulo se mantuvo siempre intacto: “Si había que nadar una milla, que era una de las pruebas, mi motivación era que seguro en otra parte del mundo para llegar tuvieron que hacer esta misma prueba”, cuenta sobre la exigente prueba de ingreso.

Al egresar, con 23 años, hizo su tesis sobre la necesidad de invertir en material aeroespacial y de capacitar profesionales en el área. El proyecto despertó la creación de una comisión de políticas espaciales y Valentina dijo: ‘Si hay interés en este sector, estaría bueno aportar y capacitarme’.

Al enterarse de que existía la chance de una beca, se movió para aplicar y tras un arduo proceso burocrático -el analítico de su escolaridad pasó por el Ministerio de Educación y Cultura, entre otros trámites- consiguió un cupo para empezar a hacer historia: la primera generación de esta carrera en Argentina egresó hace solo dos años.

“No me quería hacer ilusiones por las dudas pero cuando supe que se daba (fui a averiguar en qué estaba y me enteré) fue una alegría tremenda, más que nada compartirla con mi familia y con mis amigos cercanos a los que desde niña les decía que me quería dedicar a eso. Es lindo ver cómo esa gente que estuvo desde el principio escuchándote cuando les contabas esa propuesta tan loca, están hoy en día”, expresa emocionada.

Una vez que se reciba de ingeniera aeroespacial, su plan es volver a Uruguay para motivar a esos niños y jóvenes que tienen su mismo sueño a que no bajen los brazos y busquen opciones. Su meta más ambiciosa es intentar crear la carrera en nuestro país: “Creo que es posible poder implementarla acá con la experiencia de haberla cursado, asesorándome con docentes de Argentina y viendo programas, para que otros tengan la posibilidad de hacerlo, que no se les haga tan difícil y no tengan que irse lejos de su familia y solos”, asegura.

-¿Soñás con viajar al espacio y terminar en la NASA?
-Sí, en un futuro lejano me encantaría dedicarme a una agencia espacial o hacer algún proyecto que implique ayuda humanitaria, más que nada: por medio de la ciencia se puede ayudar a las personas desde la medicina, la agricultura o el control medioambiental. Viajar al espacio me lo proyecté muy de niña y después (esa idea) se empezó a ir, pero si se da la oportunidad sería algo maravilloso.

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