Urbex: la fascinante y desafiante experiencia de explorar lugares que se encuentran abandonados

Rescatistas de historias. ¿Qué nos dicen los lugares que ya nadie habita? La actividad abarca viejas casonas, fábricas y cascos de estancias. Y no está exenta de riesgos.

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Urbex, la experiencia de explorar lugares abandonados.

Urbex es la práctica de explorar sitios abandonados, poco accesibles o desconocidos. Los participantes a menudo documentan sus experiencias a través de fotografías y videos, motivados por el interés histórico, la aventura o la producción audiovisual. Pero la exploración urbana, hobby que gana adeptos en todo el mundo y también en Uruguay, puede conllevar riesgos legales y de seguridad.

Mientras muchos buscan destinos turísticos tradicionales, otros eligen caminar entre escombros, adentrarse en edificios vacíos y descubrir la historia que habita en los rincones olvidados. El objetivo del Urbex (abreviación de Urban Exploration) no es el vandalismo ni el saqueo, sino documentar el paso del tiempo a través de la fotografía, el video y, muchas veces, la investigación histórica. Los exploradores urbanos valoran el silencio, la decadencia y la estética de lo que una vez estuvo lleno de vida.

Uno de los principios fundamentales del Urbex es el respeto: no forzar entradas, no dañar estructuras ni llevarse objetos (ver nota aparte). Muchos adherentes repiten como mantra una regla no escrita: “Toma solo fotos, no dejes ninguna huella”.

Más allá de la aventura, el Urbex propone una reflexión: ¿qué nos dicen los lugares que ya nadie habita? En sus paredes descascaradas, muebles rotos y papeles polvorientos, los sitios abandonados cuentan historias que resisten al paso del tiempo y la desmemoria. Y hay quienes, cámara en mano, se encargan de rescatarlas.

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Trenes abandonados. Foto: Leonardo Chouciño.
LEONARDO CH.

Más que sitios olvidados

Es en los rincones olvidados de Uruguay, donde el tiempo parece haberse detenido, donde Esteban Mujica encuentra historias que merecen ser contadas. Conocido por su proyecto “La Cripta” en YouTube, Instagram y TikTok, este explorador urbano, o urbexer, ha convertido su pasión por los lugares olvidados en una ventana hacia el pasado. A sus 25 años, lleva un año recorriendo estructuras derruidas, desde casas de familia hasta fábricas desoladas, siempre en busca de las narrativas ocultas que estos sitios atesoran.

Todo comenzó por casualidad en Ciudad de la Costa, cuando este encargado de seguridad de una empresa privada, en busca de contenido para sus redes sociales, se topó con una casa olvidada. “Me llamó la atención la estructura, me acerqué, vi el lugar, lo empecé a investigar y vi que tenía un búnker. Ahí me empezó a picar la curiosidad de por qué había un búnker en esa casa”, comenta Mujica a Domingo. Conversando con un vecino, aprendió sobre la historia del lugar y se dio cuenta de que los sitios abandonados tienen, en ocasiones, “una historia súper profunda, que muchas veces llama la atención”. Ese hallazgo marcó el nacimiento de “La Cripta”, un nombre que, según él, “representa algo oculto, misterioso, como los lugares que exploro”.

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Esteban Mujica.

El Urbex es una actividad con la que hay que tener recaudos. Mujica enfrenta desafíos constantes, desde la inseguridad de edificios en ruinas -con pisos que ceden y vidrios rotos- hasta las implicaciones legales de entrar en propiedades privadas. Siempre va preparado con linterna, botas y botiquín, pero la precaución no elimina el riesgo. Además, encontrar información sobre estos lugares requiere esfuerzo. No se limita a recorrer y fotografiar; investiga, reflexiona y construye narrativas que dan vida al pasado. En una fábrica abandonada, por ejemplo, imagina a los trabajadores que alguna vez llenaron el espacio, contrastando su vitalidad con el silencio actual.

Mientras recorre, toma apuntes o deja que las ideas fluyan, creando historias que sube a YouTube en videos extensos o condensa en clips impactantes para Instagram y TikTok.

Mujica ha explorado lo paranormal en contadas ocasiones, como en la famosa Casa del Aljibe (cerca de castillos, en Rocha), conocida por supuesta actividad sobrenatural. Colaboraciones con colegas especializados en esa rama, han dado lugar a videos con aparatos de detección, aunque Mujica prefiere, en general, las historias tangibles.

Lo que más lo impacta es encontrar sitios “pausados en el tiempo”. Una mesa con platos que sugieren una comida abandonada, un momento familiar interrumpido, lo lleva a preguntarse qué llevó a sus habitantes a dejarlo todo. “Te encontrás una mesa que tiene platos arriba que aparentemente tuvieron comida ahí, y te entran las dudas de cómo esta persona dejó ese momento familiar”, reflexiona. En Pando, se topó con alguien que parecía esconderse de la Policía; por respeto, decidió no grabar. Aunque estos encuentros son más comunes en zonas urbanas como Montevideo, en áreas rurales son raros.

A través de “La Cripta”, Mujica no solo documenta sus aventuras, sino que invita a su audiencia a mirar más allá de las ruinas. Cada plataforma le permite conectar con públicos distintos: YouTube para narrativas completas, Instagram y TikTok para destellos visuales. Su trabajo es un recordatorio de que los lugares abandonados no son solo escombros; son testigos de vidas pasadas.

Ediciones con historia

Leonardo Chouciño, productor audiovisual, ha encontrado en los lugares olvidados de Uruguay un lienzo para combinar su talento como editor de video y fotógrafo con su fascinación por la historia. A través de su canal de YouTube y sus redes sociales, Chouciño documenta sitios abandonados, desde cementerios hasta edificios históricos, con un enfoque que va más allá de lo visual: busca desenterrar la memoria que yace entre las ruinas. Su inclinación natural por los temas históricos lo ha llevado a crear una serie de contenidos que rescatan la memoria de lugares desconocidos, como la Isla de Flores o los talleres de la Asociación de Ferrocarriles del Estado (AFE) en Peñarol.

Chouciño comenzó su aventura en el Urbex hace cinco años, cuando decidió que quería producir material que aportara valor. “Quise hacer algo de interés que sea útil, no simplemente hacer algo por hacer”, explica a Domingo. Su interés por la historia lo llevó a explorar cementerios en Montevideo, un tema poco abordado en YouTube en ese momento. “Apenas había fotos, entonces empecé a hacer esos videos”, recuerda. Esta exploración inicial lo condujo a otros sitios como la citada Isla de Flores, un lugar que describe como “olvidado, con una historia detrás que de cierta manera es desconocida”.

Uno de sus proyectos más destacados fue un documental de 20 minutos sobre el Graf Spee, que lo llevó a mencionar la isla. Este video, publicado en 2019 para conmemorar los 80 años de la llamada Batalla del Río de la Plata, marcó un punto de inflexión. Desde entonces, ha producido nueve videos sobre sitios como la Estación Central o la ex fábrica Fanapel, cada uno acompañado de una narrativa que ofrece un contraste entre el pasado y el presente. “Me gusta encontrar fotos históricas que muestren el sitio cuando estaba en funcionamiento para hacer un contraste con cómo está ahora. Eso me parece fascinante”, añade.

Para acceder a estos lugares, él opta por la “vía lenta” que, si bien sería la más correcta, puede llevarlo a soportar una larga espera, o incluso al fracaso. Chouciño hace pedidos formales ante ministerios, agencias estatales o propietarios privados. “Es un trámite: averiguás quién lo tiene, mandás correos, insistís, a veces llamás un mes después, y con suerte te dicen ‘dale’”, explica. Una vez dentro, la investigación continúa en bibliotecas y archivos, buscando fotos, notas periodísticas o datos históricos para enriquecer la narrativa. “Si fuera solo mostrar, lo haría en una semana, pero trato de agregarle el mayor valor posible”, detalla. Este enfoque meticuloso limita su producción a dos videos por año, especialmente por la “inercia estatal” y los tiempos de investigación.

La Isla de Flores, declarada Parque Nacional en 2018 y candidata a Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es uno de sus proyectos más exitosos, con casi 300 mil visualizaciones desde su publicación en 2020. La pandemia retrasó su acceso al lugar, ya que tuvo que esperar meses para coordinar con la Armada Nacional, que gestiona el faro operativo de la isla. “Sabés que cada 15 días podés ‘colgarte’ de la Armada para ir, pero con el cambio de gobierno y la pandemia, estuve esperando hasta noviembre de 2020”, recuerda. A pesar de los obstáculos, el resultado fue un video que capturó la historia de un lugar que alguna vez fue un lazareto y un punto clave para inmigrantes.

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Leonardo Chouciño.
LEONARDO CH.

Aunque su canal de YouTube está monetizado, Chouciño no vive de ello. “Es un dólar cada mil visualizaciones, con suerte. El video de Isla de Flores me generó quizás 200 dólares en cinco años”, dice. Su sustento viene de trabajos comerciales como editor, mientras que el Urbex es una pasión. Recientemente, sus videos han encontrado un nuevo espacio en Telenoche (Canal 4), donde se emiten versiones resumidas los domingos. “Saco los momentos contemplativos y dejo todo narrado para que la gente no se aburra”, explica sobre las versiones de seis o siete minutos que contrastan con los 15 minutos de YouTube.

Chouciño no solo filma ruinas; vuelve a dar voz a los sitios que visita. “No es solo el lugar físico que está destruido o abandonado, es la historia que hay detrás”, concluye.

Viajar por el interior

Fernando Saracho y Daiana Iparraguirre son posiblemente la pareja más activa con el tema de la exploración urbana. Él es constructor y ella laboratorista. Y ambos son los responsables del Facebook “Abandonos en Uruguay”, que tiene 82.000 miembros. Allí han creado una comunidad dedicada a explorar estancias, bodegas, bares antiguos y otros sitios abandonados, documentando cada lugar con fotografías e investigaciones históricas.

El viaje de Zaracho en el Urbex comenzó hace tres años junto a su compañera, explorando zonas rurales por pura curiosidad. “Empezamos a ver construcciones antiguas que estaban abandonadas, sacamos fotos, las subí a mi perfil personal y vi que a la gente le interesaba”, recuerda. La respuesta entusiasta los llevó a crear este grupo de Facebook “que evita temas políticos” y se centra en la exploración y el “respeto por los lugares”. Lo que más captó la atención de los seguidores fueron las estancias abandonadas, enormes propiedades con dueños ausentes. “Empezamos a buscar la historia para atrás: quién las construyó, todo el proceso y por qué están así ahora”, explica Zaracho.

Cada fin de semana, la pareja recorre Uruguay en busca de sitios olvidados, desde pueblos con bares históricos hasta cascos de estancias en el interior profundo. “Salimos por lugares donde no anda nadie”, dice Zaracho. El método que tienen es simple pero efectivo: eligen una ruta, exploran y, a menudo, conversan con vecinos o consultan archivos digitales en la Biblioteca Nacional para reconstruir la historia. Las fotos, su medio principal, permiten mostrar detalles que un video podría opacar. “Me gusta más la foto porque la gente puede ver los lugares de un modo más detallado”, añade Zaracho, y reconoce que algunas narrativas extensas pueden resultar tediosas si no se condensan.

El Urbex conlleva riesgos y dilemas éticos. Ellos evitan lugares demasiado derruidos por seguridad y porque no ofrecen fotos atractivas. “Si está muy feo, no vamos”, afirma Zaracho, quien también es cauteloso con lo que comparte, consciente de que publicar ubicaciones exactas puede atraer a personas con intenciones de saquear. “No podemos decir dónde queda, porque sino se roban todo”, lamenta. Esta preocupación lo lleva a omitir detalles de estancias con objetos intactos, limitándose a compartir las imágenes de lugares vacíos. En dos ocasiones, propietarios le pidieron amablemente borrar fotos, y él accedió para evitar conflictos. “Nunca tenemos problemas, no tenemos denuncias”, asegura.

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Fernando Saracho y Daiana Iparraguirre.

Uno de los hallazgos más impactantes de Zaracho fue la estancia La Vega, que data del siglo XVIII, en Colonia.

“Le hicimos toda la investigación a cada cosa, cada estatua, por qué está ahí”, cuenta. Aunque intentó acceder legalmente, el casero lo rechazó pese a que le dio una “explicación hermosa y perfecta”. Sin embargo, la belleza del lugar, con su atmósfera opresiva y estructuras imponentes, lo marcó profundamente. “Te metés y sentís la estructura como se te viene arriba, es impresionante”, describe. A diferencia de Montevideo, donde los abandonos suelen estar ocupados, en el interior rural no ha encontrado personas viviendo en estos sitios, lo que facilita sus exploraciones.

Zaracho e Iparraguirre salen temprano cada fin de semana, regresando con cinco o seis lugares documentados por viaje. La popularidad de “Abandonos en Uruguay” ha llevado a que seguidores compartan ubicaciones, como tres o cuatro estancias que planean visitar pronto. “Saben que vamos a hacer las cosas bien, no vamos a romper nada”, asegura. Su compromiso con los principios del Urbex -no tocar, no alterar- es firme.

Una lista con más de 100 sitios para visitar

El publicista Aldo Alfaro es director de la agencia Media Office. Y uno de sus hobbies, desde hace varios años, es la exploración urbana. Pero, como él mismo aclara, su visión de esta actividad va más allá de lo meramente fotográfico. “Yo hacía esto antes de saber que se llamaba Urbex. Me gusta porque junta varias cosas que disfruto: viajar, conocer lugares nuevos y la historia. Siempre fui muy lector de historia, y esta actividad lo reúne todo”, comenta a Domingo.

Sin canal de YouTube ni TikTok, Alfaro documenta sus hallazgos en su cuenta de Instagram, como un hobby. Lejos de perseguir la fama, lo mueve la curiosidad. “Me atraen los lugares con historia. Lo que más me gusta son los complejos industriales abandonados: frigoríficos, fábricas... Siempre me pregunto qué había detrás de esas instalaciones enormes que hoy están en ruinas”, dice.

Una de sus principales interrogantes gira en torno al tamaño de estos viejos sitios fabriles: “En el interior te encontrás con hectáreas enteras ocupadas por una sola fábrica. Me llama la atención cómo era posible que Uruguay tuviera complejos industriales tan grandes cuando había menos población. La tecnología de la época seguramente necesitaba más espacio. Me gusta pensar en la vida que se generaba ahí: parejas, peleas, nacimientos, muertes... toda una comunidad”.

Entre los lugares que más lo impactaron, destaca una azucarera en Mercedes donde todavía permanece intacta la sala del directorio, con sillas, mesas y biblioratos. También menciona el frigorífico La Tablada, en Melo, y Fanapel, en Juan Lacaze. Fanapel comenzó a funcionar en 1885 en Montevideo. Y en 1898 se trasladó a Colonia, donde comenzó a producir fundamentalmente papeles de impresión, envoltura y escritura. “La planta de Juan Lacaze está abandonada, pero cuidada. Conserva todo: archivos, libros contables de 1890, máquinas, vestuarios. Es impresionante”, relata.

Fuera del país, su experiencia más intensa fue en Villa Epecuén, un antiguo balneario argentino que quedó completamente sumergido por una inundación en los años 80. “Los hoteles se fueron construyendo cada vez más cerca del lago, hasta que una tormenta perfecta provocó una catástrofe. La gente tuvo que huir en una noche. Pensaron que volverían, pero el agua nunca bajó... hasta 2005. Hoy está todo ahí: los autos, las piscinas, los hoteles, como un pueblo fantasma congelado en el tiempo. El salitre destruyó todo, menos la madera. Es lo más increíble que vi en mi vida”, comenta.

En Uruguay, su lista de sitios por explorar sigue creciendo. “Tengo más de 100 lugares anotados para visitar, y ya recorrí más de 200”, asegura.

Alfaro se organiza con precisión: anota, traza rutas, investiga accesos y trata siempre de contactar a los dueños. “A veces lo logro, otras no. También hay caminos en mal estado o zonas complicadas, como el frigorífico Proinco, en la entrada de Canelones, que está junto a un asentamiento. Ahí no me animé a entrar, por seguridad”.

Uno de los sitios que más desea conocer es una antigua pulpería en Cerrezuelo, una pequeña localidad de Durazno. “Todavía están las botellas, la barra con las rejas, como era antes. Es uno de esos lugares con historia que me encantan”, señala. También destaca el Castillo Morató, al que pudo acceder con autorización del dueño. “Está en medio del campo y tiene relación con la antigua ruta de los jesuitas. Es una joya escondida”, agrega.

A veces, incluso se aventura en zonas donde sabe que no debería estar. “La usina potabilizadora de Santa Lucía, que pertenece a OSE, está sin vigilancia. Fui dos veces. La primera no me animé a entrar, pero la segunda, sí. Eso no lo cuento mucho, porque claramente no se puede”, admite entre risas.

Aunque reconoce los riesgos, Alfaro se mantiene firme en su forma de explorar: con respeto, discreción y una profunda pasión por la memoria de los lugares. “No busco likes ni hacerme famoso. Lo que me interesa es descubrir sitios olvidados y pensar en la vida que pasó por allí. Es una forma de conocer el país, su historia y lo que fuimos”, remata.

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Aldo Alfaro.

Reglas de seguridad y para mantener la integridad de los sitios

El Urbex no tiene reglas oficiales estrictas, ya que es una actividad no regulada, pero la comunidad de exploradores sigue un conjunto de principios éticos y prácticos ampliamente aceptados para garantizar la seguridad y la preservación de los sitios. Estas son las reglas o pautas más comunes:

1.- No forzar la entrada: solo se debe acceder a lugares abandonados a través de entradas ya abiertas o accesibles.

2.- No tomar nada del sitio, solo imágenes.

3.- No dejar basura, grafitis o cualquier otra marca.

4.- Respetar la propiedad privada, ya que muchos sitios aún tienen dueños.

5.- La seguridad es lo primero, ya que los espacios abandonados suelen ser peligrosos (pisos inestables, estructuras colapsadas, sustancias tóxicas, etc.).

6.- No revelar ubicaciones exactas para proteger los sitios de vándalos, saqueadores o curiosos.

7.- Respetar el entorno y la historia: los sitios suelen tener un valor histórico o emocional.

8.- Ser discreto: esto incluye no hacer ruido, no usar luces brillantes en áreas visibles y ser respetuoso con los vecinos o vigilantes.

9.- No explorar solo: aunque no es una regla estricta, se recomienda ir acompañado a estos lugares abandonados, sobre todo por un tema de seguridad.

Sitios que despiertan interés en el mundo

Entre los mejores lugares del mundo para hacer Urbex se encuentran los Maunsell Sea Forts (torres militares abandonadas en el Mar del Norte, construidas durante la Segunda Guerra Mundial para defender el Reino Unido); el monumento Buzludzha en Bulgaria (está en la cima de una montaña y tiene la forma de un plato volador); la mina Mirny Diamond en Siberia (uno de los agujeros artificiales más grandes del mundo) y el parque Nara Dreamland, en Japón (un sitio de diversiones abandonado inspirado en Disneyland, que fue cerrado en 2006 y todavía conserva sus montañas rusas, castillos y juegos cubiertos de maleza).

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