Menorca, una de las Islas Baleares de España, brilla con las mismas aguas azul verdosas que sus vecinas más turísticas, Ibiza y Mallorca. Reserva de la Biosfera de la UNESCO desde 1993, Menorca ofrece un retiro más tranquilo y salvaje, gracias a los residentes que han protegido la isla de una mayor urbanización y desarrollo.
Aun así, los megayates y las multitudes están llegando: en 2021, la galería internacional Hauser & Wirth abrió un centro de arte de 1.500 metros cuadrados, pensado para atraer a coleccionistas adinerados, en un islote cercano a la capital.
A pesar de la amenaza creciente del sobreturismo, Menorca se aferra a su estilo de vida “poc a poc”, o “poco a poco”, en el que las siestas son largas y los horarios de apertura son más bien orientativos. La isla también rebosa de creatividad, vida silvestre e historia: sus estructuras prehistóricas fueron declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.
Explorar la capital.
En Mahón, la capital de la isla, que cuenta con un gran puerto natural, comience visitando el Museu de Menorca. Este museo recorre desde la civilización talayótica prehistórica hasta la historia de La Menorquina, la fábrica de helados fundada en 1940 que aún vende sus postres en las tiendas.
Después, visite la destilería de Gin Xoriguer, cuya receta se remonta a principios del siglo XVIII. En Island Mood, una tienda repleta de recuerdos menorquines, encontrará reproducciones de mapas del siglo XVIII y ejemplares de Apunt, una guía local de eventos culturales. Pasee por las calles inclinadas hasta el Teatre Principal de Maó, uno de los teatros de ópera más antiguos de España, construido en 1829, rodeado de tiendas como Lucera, especializada en cerámicas artesanales y coloridas.
Centro histórico.
Piérdase en Ciutadella, capital de Menorca hasta 1722, con edificios coloridos, calles empedradas laberínticas y antiguos palacios. Salga a la Contramurada, una vía construida sobre el foso que rodeaba el casco medieval amurallado. La Catedral de Menorca, construida y restaurada durante siglos, aún marca con su campana la apertura y cierre de las puertas de la muralla. En la Plaza de la Libertad, llena de naranjos, encontrarás un animado mercado de pescado, carnicerías y un mercado agrícola.
Siesta al sol.
La mayoría de los negocios cierran de 14 a 17 horas, así que es perfecto para visitar la playa de Algaiarens. No hay servicios de reposeras, comida o bebida, así que lleve lo que necesite. Si prefiere caminar, busque el poste rojo y blanco cerca del estacionamiento más próximo a la playa: marca el Camí de Cavalls, una ruta de 185 km que rodea toda la isla. Este antiguo camino de caballos ha sido restaurado para senderistas y ciclistas de montaña. Haga una caminata de 1 h 30 (ida y vuelta) hacia Cala Morell y regrese.
Menorca es ventosa, así que elija una playa resguardada. En el norte, Cala Pregonda destaca por su arena dorada, formaciones rocosas y aguas claras. Se accede tras una caminata de unos 40 minutos sin sombra (salvo que llegue en barco). En el sur, Cala Mitjana ofrece un corto sendero hasta una playa de arena blanca y rocas para tomar sol. También puede visitar las cuevas funerarias talayóticas en los acantilados de Cales Coves.
En los restaurantes y hoteles de Menorca, notará una piedra color arena llamada marés. Se extrae en la isla. Puede verla en la inmensa cantera preservada de Pedreres de s’Hostal, en Ciutadella. La explotación, del siglo XIX, cerró en los años 90 y corría riesgo de convertirse en vertedero. Hoy está protegida por la fundación Lithica, que organiza conciertos y eventos culturales en verano. El recinto, de más de 7 hectáreas, incluye jardines y laberintos abiertos al público.
New York Times