Teatro Victoria: comenzó la restauración de este ícono de la arquitectura y la escena

El edificio, inaugurado en 1902, vuelve a ser protagonista gracias a una intervención que honra su historia y potencia su futuro.

Teatro Victoria
Teatro Victoria
Pablo Conde - Estudio Collet

Sesenta y tres años y 216 días. Así de largo fue el segundo reinado más extenso en la historia británica, solo detrás del de Isabel II. Durante ese tiempo, el Imperio Británico alcanzó su máxima expansión territorial y la identidad nacional se consolidó entre avances científicos, prosperidad económica y reformas políticas. Conocida como la “abuela de Europa”, la reina Victoria falleció el 22 de enero de 1901, sin saber que, lejos del corazón de su imperio, en Montevideo, unos compatriotas construirían un edificio en su honor: el Victoria Hall.

Con su monumental fachada neoclásica y el escudo británico en su frontón curvo, este lugar fue un verdadero epicentro de la vida social inglesa en la capital uruguaya. Allí se bailaban valses y cuadrillas, los hombres lucían frac y pajaritas, y las mujeres deslumbraban con largos vestidos entallados con corsés.

No obstante, la sociedad que manejaba el Victoria Hall quebró apenas cuatro años después de su inauguración y pasó a manos de la Sociedad del Cementerio Británico. Desde entonces, tuvo usos tan variados como singulares: en 1912 funcionó como sede de la Logia Masónica Inglesa; también fue punto de encuentro de la Agrupación de Científicos Cristianos; en algún momento se instaló un ring improvisado sobre su escenario, y más adelante albergó tanto al Conservatorio de Música de Montevideo como al Conservatorio Nacional de Música.

Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial, se organizaron allí recepciones y espectáculos a beneficio del British Patriotic Fund Committee. Algunos tripulantes de los buques HMS Ajax, Exeter, Diomede o Bulolo recordaron durante años los bailes organizados en su honor. Según destacaba la prensa de la época, tal era la excelencia de la pista del salón principal que se podía bailar durante horas sin apenas sentir los pies.

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Victoria Hall
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Teatro Victoria
Pablo Conde - Estudio Collet

A partir de 1956 fue adaptado como sala teatral y se convirtió en el Teatro Universitario (en conjunto con el Teatro del Pueblo). Posteriormente cayó en el abandono y fue ocupado de forma ilegal. “Quedó vacío hasta que entraron intrusos, y fue un verdadero cantegril, donde la gente entraba con caballos a la sala y se quemaba basura”, recuerda el actor Pablo Isasmendi, integrante de la Asociación civil Teatro Victoria.

Hacia fines de los años 90, el edificio recuperó su propósito original como Teatro Victoria, gracias a un acuerdo entre los referentes teatrales Jorge Curi e Ismael da Fonseca y el propietario del inmueble, el Banco de Seguros del Estado (BSE), que lo había adquirido en un remate.

Hoy, el Teatro Victoria -Monumento Histórico Nacional desde 2003-, que no ha tenido una renovación edilicia de envergadura desde 1998 y ha sufrido durante años las consecuencias de filtraciones de agua en los techos y desprendimientos en su fachada, está finalmente siendo restaurado. Un nuevo capítulo para este edificio que guarda en sus muros la huella de épocas de esplendor y la promesa de futuros encuentros con su público.

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Teatro Victoria

Un teatro que resiste.

En noviembre del año pasado, el Teatro Victoria bajó el telón temporalmente para dar paso a una esperada etapa de restauración. Tras años de deterioro progresivo -marcado por filtraciones, daños estructurales y falta de mantenimiento-, comenzaron finalmente las obras que buscan devolverle la seguridad y funcionalidad a uno de los escenarios más emblemáticos de Montevideo. “Somos una de las últimas salas teatrales patrimoniales que siguen abiertas y afectadas a teatro”, subraya Isasmendi. A diferencia de otras salas históricas que han sido reconvertidas o demolidas, el Victoria resiste como espacio vivo.

Las obras actuales se enfocan principalmente en la renovación de las techumbres, donde las filtraciones de agua eran constantes y ponían en riesgo tanto la infraestructura como el equipamiento eléctrico. “La lluvia generaba cataratas literales”, ilustra Isasmendi. En concreto, se está trabajando en el techo ubicado sobre el escenario convencional -el que cubre la platea grande ya había sido renovado años atrás-.

Ante esta situación, el arquitecto Francisco Collet, cuya empresa asumió los trabajos al ser contratada por el BSE, sostiene que no quedaba otra opción que “intervenir de forma urgente”. Para esta primera fase de restauración, el BSE destinó una partida de US$ 60 mil. En ese marco, se están reemplazando las cubiertas metálicas oxidadas y las bajadas pluviales por materiales nuevos. “Es un trabajo que no se ve, pero es el más difícil”, afirma, en referencia a la complejidad técnica de intervenir sobre una arquitectura que considera monumental.

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Reparaciones de los techos del Teatro Victoria
Pablo Conde - Estudio Collet

También se está reparando el techo del foyer, el salón que la compañía utiliza para ensayos y que Isasmendi define como “el alma del teatro”. Todo “va a mejorar la acústica y los cerramientos; no se va a perder calor”, puntualiza.

Paralelamente, se reacondicionarán los baños de damas y caballeros y se mejorarán aspectos generales de accesibilidad. Si bien la sala principal ya es bastante amigable para personas con movilidad reducida -originalmente fue una pista de baile, por lo que las butacas no están fijas-, y cuenta con ingreso a nivel de calle y sin escalones significativos, se busca completar estos avances con un baño accesible y otros detalles que garanticen una experiencia segura e inclusiva.

Se prevé que las tareas más críticas finalicen en no más de 60 días.

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Teatro Victoria
Pablo Conde - Estudio Collet
JOHN ADAMS: EL INGLÉS DE MONTEVIDEO

Erigido por la colectividad británica en Uruguay a principios del siglo XX, el Victoria Hall -tal era originalmente el nombre del teatro- fue un aporte a la cultura local y, al mismo tiempo, un homenaje a la reina Victoria, fallecida en 1901 tras más de 63 años de reinado.

Su autor fue John Adams, la personalidad británica más destacada en la arquitectura nacional. “Fue el arquitecto británico más importante que hubo en Uruguay en su tiempo”, puntualiza Carmen Álvarez, coordinadora de Amigos del Patrimonio.

Oriundo de Brighton, Adams cursó estudios en Bath y en el Royal College of Art de South Kensington, Londres. Llegó a Sudamérica en la década de 1890 y en 1894 revalidó su título de arquitecto en Montevideo, ciudad donde desarrolló una prolífica obra que aún hoy se reconoce en el paisaje capitalino.

Entre sus edificios más recordados figuran el desaparecido Hotel de los Pocitos, la tienda London-París -inicialmente sede de la aseguradora The Standard Life-, la Embajada Británica, el Hospital Británico (sede inaugurada en 1913 en Parque Batlle), la Estación de Tranvías en Colonia y Arenal Grande, y la sede de la Montevideo Waterworks Company en Ciudad Vieja. Para los futboleros, en particular para los hinchas de Nacional, también dejó su huella en los palcos del Gran Parque Central, entre muchas otras obras.

Además de su trabajo arquitectónico, Adams fue una figura muy activa en la comunidad británica local, participando en la dirección del Hospital Británico y en la fundación de la Victoria Hall Society, además de presidir la Unión Local de Arquitectos y Constructores. Su legado abarca tanto la arquitectura como la integración cultural anglo-uruguaya a principios del siglo XX.

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Fachada de Teatro Victoria
Pablo Conde - Estudio Collet

Una joya en Río Negro.

El valor artístico de la fachada del Teatro Victoria no pasa desapercibido para quienes la conocen, pero muchos transeúntes la ignoran, en parte porque el edificio está semioculto en un tramo poco transitado de la calle Río Negro. Esa condición de “secreto urbano” es una de las razones que impulsan a la Asociación Civil Teatro Victoria a incluir la fachada como la próxima etapa del proyecto de restauración.

El objetivo inmediato es identificar y asegurar las piezas flojas o en riesgo de desprendimiento, como primer paso hacia una intervención más profunda que recupere su riqueza ornamental.

Collet, especialista en conservación de edificios patrimoniales, solo pudo describirla como una “obra de arte”. Técnicamente, la fachada presenta un elegante frente neoclásico con tres portadas de arcos de medio punto. La portada principal está flanqueada por columnas de orden jónico y coronada por un arquitrabe -esa pieza horizontal que reparte el peso entre las columnas-, con un frontón curvo y un medallón central repleto de adornos vegetales y volutas. Alguna vez ese medallón lució un escudo británico.

Pero más allá de la estructura, hay figuras que cautivan la vista y despiertan la curiosidad. A la izquierda, un querubín sostiene un globo terráqueo con su brazo izquierdo y, en el derecho, una máscara teatral de rostro serio, clara referencia al arte dramático. A la derecha, otro niño aparece leyendo o escribiendo, con una lira a su lado. A sus pies, un cuerno de la abundancia desborda de elementos vegetales y flores, evocando el conocimiento y la fertilidad de las artes. Todo el conjunto forma una alegoría de las artes escénicas: el teatro, la música, la sabiduría y el mundo como escenario. Una obra llena de simbolismo, con un estilo ecléctico e historicista que la hace única.

Teatro Victoria
Teatro Victoria
Pablo Conde - Estudio Collet

Es cierto que la fachada ha perdido parte de su esplendor original, sobre todo en la parte alta, donde faltan piezas. En los nichos circulares deberían estar los bustos en mármol de Alfred Tennyson, Arthur Sullivan y Henry Irving, tres intelectuales ingleses, obra del artista local Leopoldo Schira y cuyo paradero se desconoce.

También falta la escultura de la reina Victoria que alguna vez estuvo en el hall de entrada. Y, si observa la foto histórica que acompaña esta nota, notará que al borde de la vereda había unos faroles de hierro.

Más adelante, también se abordará el llamativo cartel vertical, que expone dos verdades incómodas: una, “es de los últimos carteles de su tipo” en la ciudad, comenta Isasmendi; dos, esa pieza casi única revela sin pudor el desgaste que deja el paso del tiempo. Fernando Repetto, subgerente general del Banco de Seguros del Estado (BSE), opina que podría ser necesario crear uno nuevo y, en ese caso, conservar el histórico para exhibirlo dentro del teatro. “Esta es otra fase grande, importante y que requiere cierta meticulosidad”, señala a Domingo.

Además de reparar los daños visibles, el plan incluye mejorar la iluminación del frente y trabajar con el municipio en acciones de embellecimiento de la cuadra. “Ya se cambió la luminaria y se está viendo la posibilidad de agregar vegetación ornamental y algún tipo de señalización”, agrega Isasmendi.

Una vez que todo quede listo, la asociación se plantea revitalizar la relación entre el teatro y la comunidad: abrir el edificio en fechas clave como el Día del Patrimonio o el aniversario de su inauguración, cada 14 de noviembre. “Queremos celebrar al Victoria como se merece”, afirma.

Y no es para menos. “El teatro tiene 123 años”, apunta el actor. “Pensar en una sala de teatro -o en un edificio- en Uruguay que tenga 100 o más años, en un país cuya historia constitucional está por cumplir los 200, es pensar en un testigo de la historia del país”. Hoy, ese testigo silencioso recupera su voz y, con ella, las ganas de volver a llenar la sala de historias, aplausos y vida.

¿DÓNDE ESTÁ EL BUSTO DE LA REINA VICTORIA?

Tiempo atrás, un busto en mármol de la reina Victoria daba la bienvenida en el centro del hall de entrada del edificio. Esta pieza era una réplica del busto realizado por el escultor inglés Onslow Ford (1852-1901), que forma parte de la Colección Real y se convirtió en la escultura definitiva de la monarca. El original fue esculpido a partir de 1898 y destaca por detalles como un velo de encaje que cubre la parte posterior de su cabeza, el manto de la Orden de la Jarretera sobre sus hombros con la estrella del manto parcialmente visible, la cinta de la Orden en los pliegues del hombro izquierdo y un pequeño colgante sobre una cadena delgada. También lleva una pequeña corona de diamantes en bronce dorado, sostenida por un soporte.

Desde hace tiempo no se sabe nada sobre el paradero de la réplica uruguaya, que se presume fue robada. “Voy a hablar con gente de la Sociedad Británica en Uruguay para ver si se sabe algo… Desafortunadamente, puede haber sido tirada a la basura, como tantas otras cosas”, lamenta una de sus miembros y coordinadora de Amigos del Patrimonio, Carmen Álvarez. Si no se logra obtener información, la especialista afirma que, de todas formas, “se podrá reconstruir” gracias al uso de nuevas tecnologías aplicadas al patrimonio, dado que el original es muy conocido. Esta idea podría servir para restituir no solo este busto, sino también otros elementos arquitectónicos del teatro que se hayan perdido con el paso de las décadas.

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