Caminar por la Muralla de Seúl, en Corea del Sur, es recorrer las huellas de los eruditos de siglos pasados, seguir las cicatrices de la guerra y contemplar la gigantesca ciudad moderna que se construyó a su alrededor. Su historia se remonta al año 1396, cuando la actual Seúl se convirtió por primera vez en capital del entonces reino de Joseon.
En aquel entonces, la muralla rodeaba un área que hoy representa solo una pequeña fracción de la extensa metrópolis actual, incorporando las laderas de las cuatro montañas que brindaban una defensa natural. Al igual que la ciudad, la muralla fue destruida y reconstruida varias veces, y tras restauraciones en las últimas décadas, se ha convertido en un paseo urbano muy popular.
Recorrer el circuito completo de 20 kilómetros puede llevar todo un día, pero se pueden explorar sus tramos más pintorescos, en la mitad norte, en unas cuatro horas. El sendero comienza en el extremo oeste del circuito, a poca distancia cuesta arriba del Parque Infantil Muak. Desde allí, se inicia una empinada subida siguiendo el sentido de las agujas del reloj. Unos 15 minutos más adelante, se bordea un enorme peñasco y se llega al primer mirador, que muestra la muralla serpenteando entre los árboles, junto con la Torre de Seúl y el Palacio Gyeongbokgung.
Luego viene un breve descenso seguido por otra subida exigente. A poco más de un kilómetro, se alcanza la cima de la primera de tres montañas: Inwangsan, de 335 metros. Verá señales que indican “Hanyangdoseong”, el nombre coreano de la muralla (Hanyang es el nombre histórico de Seúl). Desde la cumbre, hay que tomar un giro a la izquierda para retomar el sendero. Al bajar, preste atención a las piedras incrustadas con caracteres chinos que llevan los nombres de quienes construyeron secciones de la muralla.
Continúe pegado al muro y siga las señales hacia la Puerta Changuimun, la primera de las cuatro puertas que encontrará en el recorrido. Cruce un par de calles hasta llegar a la puerta, tras la cual aparece el encantador barrio de Buam-dong.
Suba por unas escaleras de madera para continuar hacia la siguiente montaña: Bugaksan. A medida que la muralla se curva, se puede apreciar su cara exterior, donde se notan las distintas piedras y estilos usados en las diferentes épocas de construcción. Este es el tramo más empinado, con un descanso a mitad de camino. Las cámaras de seguridad recuerdan la división aún vigente en la península: en 1968, comandos norcoreanos subieron esta montaña en un intento fallido de asesinar al presidente surcoreano. El área estuvo cerrada al público hasta 2007. Poco después de la cima, se encuentra el pino lleno de agujeros de bala que sobrevivió al ataque.
El descenso atraviesa arboledas de pinos majestuosos que brindan una serenidad que contrasta con la historia tensa del lugar. Siga las señales hacia la Puerta Sukjeongmun, el punto más al norte del recorrido, y luego hacia el Parque Waryong. Al emerger nuevamente hacia las vistas urbanas del distrito de Seongbuk, las casas bajas justo fuera del muro ayudan a imaginar la exclusión que la muralla una vez impuso. Al borde del parque, la muralla termina de forma abrupta.
El recorrido continúa por pequeñas calles de la ciudad, con señales en los postes eléctricos que guían hacia la Puerta Hyehwamun. Aquí se puede observar cómo la ciudad fue reconstruida tras la Guerra de Corea, con personas que incorporaron restos de la muralla como cimientos de sus hogares. Después de esta puerta, hay que cruzar una gran avenida para retomar el sendero del otro lado.
La última sección, en la modesta montaña Naksan, es una caminata suave. Es ideal recorrerla al atardecer, cuando la muralla se ilumina y la ciudad brilla bajo la luz tenue. Al final de esta colina, se divisan tanto la Puerta Heunginjimun como la futurista Dongdaemun Design Plaza, que parece una nave espacial aterrizada en medio de la ciudad.
New York Times