Dr. PABLO PERA PIROTTO
Si bien no hay estadísticas, es notorio que un elevado porcentaje de los jóvenes de nuestro país tienen uno o más tatuajes en su piel. Ya hace algunos años se impuso la moda mundial y desde entonces se han multiplicado los diseños destinados a permanecer toda la vida en la superficie del cuerpo. Precisamente, uno de los problemas más importantes que generan los tatuajes es que son muy difíciles de eliminar por completo cuando por aburrimiento, requerimientos laborales, cambio de gustos o de pareja, la persona quiere borrarlos.
Pero este no es el único trastorno, ya que también pueden desencadenar algunas complicaciones como, por ejemplo, una cicatrización exagerada o queloidea, que es provocada por el traumatismo reiterado de las agujas que se utilizan para plasmarlos. También se producen casos de reacciones alérgicas a las tintas que se aplican. Si bien esto no es frecuente, cuando ocurre es muy difícil poder instaurar un tratamiento que consiga una mejoría notoria y duradera, ya que el elemento alergénico se encuentra en contacto permanente en la profundidad de la piel.
Con respecto a los métodos médicos que se utilizan para intentar la remoción, hay que mencionar en primer lugar al tratamiento mediante láser. Aún cuando es realizado por un especialista en la materia que cuente con un equipamiento adecuado, se puede alcanzar la eliminación casi completa en pocos pacientes. En la mayoría de los casos sólo se llega a obtener un aclaramiento de la imagen, que adquiere un aspecto más pálido o borroso. En definitiva, los resultados dependen en gran medida de la composición de los pigmentos que fueron utilizados por el tatuador así como de la profundidad a la que hayan sido colocados.
La dermoabrasión es otra de las técnicas terapéuticas que se aplican.
Consiste en la eliminación de varias capas de piel mediante un pulido que puede ser realizado en forma mecánica o química. Esto permite llegar hasta cierto punto, ya que a medida que se va profundizando, aumenta el riesgo de dejar una cicatriz residual en la zona en donde estuvo el tatuaje.
Otra opción es la extirpación mediante cirugía convencional. Esto resulta muy útil cuando se trata de tatuajes pequeños, que están ubicados en áreas corporales que permiten la resección completa y el cierre del defecto sin provocar deformidades anatómicas o limitaciones funcionales. También es posible ir reduciendo el tatuaje en distintos actos quirúrgicos separados entre sí por varios meses hasta lograr la remoción completa. De todas formas, queda claro que siempre se trata de cambiar el tatuaje no deseado por una cicatriz, que en el mejor de los casos, puede llegar a ser aceptable estéticamente.