GABRIELA VAZ
Las decisiones "para toda la vida" son difíciles de tomar. Claro, en esa posible lista, pocos incluyen un tatuaje. ¿Quién calibra si dentro de cinco, diez o veinte años, el dibujito que eligió para su espalda, tobillo, o quien sabe qué rincón del cuerpo, le seguirá gustando? En general, suele ser una decisión menos dramática y más bien regida por la moda. El problema es que mientras el diseño permanece, incólume, muchos se arrepienten de habérselo realizado. Llegada esa instancia, hay tres opciones: resignarse y vivir con él, hacerse otro tatuaje que tape el primero, o intentar borrarlo.
La palabra "intentar" está bien empleada, porque no es tan fácil. Procedimientos existen, pero, además de caros, nunca dejarán la piel como si allí nada hubiera pasado. De todas formas, existen varias opciones. Arrepentidos, atención.
LIJAR, OPERAR, QUEMAR. No suena alentador, pero estas son las únicas técnicas para eliminar un tatuaje. La primera, llamada "dermoabrasión", consta de raspar la piel hasta quitar las capas que contienen la tinta.
Otra vía posible es la cirugía, que dependerá del tamaño del dibujo y la zona del cuerpo en donde fue realizado. En ese caso, se corta la parte que tiene el diseño.
La última opción, y generalmente la más recomendable, trata de "quemar" la piel con láser o luz pulsada. "El pigmento capta la luz, se calienta, y las células que lo contienen, llamadas melanosomas, se rompen", explica la dermatóloga Cyntia de los Santos.
En otras palabras, lo que hace el láser es destruir esas células coloreadas.
En todos los casos, la piel sufre un daño, algo que también sucede cuando se hace el tatuaje, pues se está introduciendo una sustancia extraña (la tinta) en sus capas. Por eso, siempre quedará cicatriz, aunque en los tratamientos con láser y luz pulsada, la marca suele ser menor y a veces casi imperceptible.
Existen muchas variables a tener en cuenta para saber qué tan exitosa será la eliminación de un tatuaje. Al contrario de lo que podría pensarse, el tamaño no es determinante. Sí lo son los colores en que fue dibujado, y si es casero o hecho por profesionales.
En este último punto hay diferentes visiones. Para el cirujano estético Alberto Elbaum, borrar un dibujo casero es más difícil "porque los puntos de tinta están en diferentes planos". De los Santos, sin embargo, opina que es al revés. "Es cierto que la tinta está en distintas capas, pero eso sólo hace que el láser deba programarse en diferentes longitudes de onda. Los tatuajes caseros salen más rápido porque los pigmentos utilizados suelen ser más simples, como tinta china. En los profesionales hay más elementos, como cadmio o mercurio".
Los especialistas sí coinciden en los colores que son más reacios a desaparecer. Paradójicamente, el negro o el azul salen con más facilidad que el rojo, el verde o el amarillo. Este último tono es, de hecho, casi imposible de eliminar, asegura De los Santos, y agrega que algunos tonos incluso corren el riesgo de quedar más oscuros tras someterse al láser. "Sucede con los que contienen sustancias como hidróxido de titanio", apunta, y agrega que eliminar esos pigmentos puede llevar más sesiones que lo usual.
AÑOS Y COSTOS. Una de las sorpresas con que se topan quienes desean borrar uno de esos dibujos es el tiempo que puede llevar. "Muchos creen que es algo mágico, que sale de un día para el otro, y no es así. El tratamiento dura hasta un año, o más", dice la dermatóloga.
Tanto ella como Elbaum aclaran que no hay tatuaje que se saque en menos de seis a ocho sesiones y éstas deben realizarse con intervalos de 30 a 45 días. "En menos no es recomendable porque hay que quemar mucho la piel y eso va a generar otra lesión. Debe hacerse con prudencia. He tenido pacientes tan desesperados por quitarse un tatuaje que me piden que ponga el láser al máximo, aunque les queme, y eso no se puede hacer", señala De los Santos.
Además, para considerar la frecuencia entre sesiones, es fundamental que la piel se encuentre sana. La dermatóloga afirma que, cuando se trata de tatuajes muy grandes (todo el brazo, por ejemplo), prefiere no eliminarlos, dado que estéticamente es probable que quede peor que antes.
En la clínica Elbaum, donde se realizan todos los procedimientos (por dermoabrasión, cirugía y luz pulsada), cada sesión puede costar desde 600 a 4.000 pesos, mientras que en la clínica Ecoson, donde se desempeña la dermatóloga De los Santos, puede variar de 1.600 los más pequeños hasta 5.000 los medianos, y 10.000 los más grandes.
ARREPENTIDOS. ¿Quiénes están dispuestos a atravesar esa odisea y pagar esos montos con tal de borrar aquel dibujo que alguna vez exhibieron con orgullo? Muchos.
Una de las razones más comunes es laboral. Algunas instituciones no permiten que los empleados tengan tatuajes visibles, como la Policía, el Hospital Militar o ciertos bancos. Otras veces los motivos son puramente estéticos o de "mal relacionamiento" con el propio diseño. "Hay quienes se arrepienten hasta el punto de agarrarle una suerte de fobia al tatuaje", cuenta De los Santos. Los nombres de ex parejas, por ejemplo, suelen ser un firme candidato a generar esa aversión.
La última razón va más allá de voluntades. Es cuando el organismo reacciona con alergia a la tinta, algo muy poco frecuente.
La cifra
5.000 Pesos puede costar cada sesión para eliminar un tatuaje mediano. El mínimo es seis sesiones.
Clínica Ecoson. Tel. 709 4464 Clínica Elbaum. Tel. 710 7122