Iris Bentos asumió este año como la primera alcaldesa del Andaluz, un municipio nuevo del departamento de Canelones que abarca una extensa zona a las puertas del noreste de Montevideo. Con unos 10.000 habitantes, de acuerdo con el último censo, la urbanización está marcada por una historia fundacional muy antigua y poco conocida y un crecimiento más reciente, irregular en algunos casos, signado por las características de una ciudad de tránsito y dormitorio, con poco desarrollo. “Hay una identidad fuerte, no nos sentimos de Suárez ni de Toledo”, asegura Bentos sobre las urbanizaciones vecinas.
Los orígenes del Andaluz refieren a la peripecia de Manuel Bardesio García, un inmigrante español, nacido en Cádiz en 1820, que llegó al naciente Uruguay a mediados del siglo XIX. Afincado en la zona, casado con la canaria Josefa Hernández Soria, armó familia y construyó una pulpería a orillas del Arroyo Toledo. La Casa de Piedra, la construcción más imponente de la región en su época, se convirtió en paso obligado de las tropillas y carruajes que iban rumbo a Montevideo en el Uruguay de los trillos y las huellas, previo a los caminos y los puentes.
En la pulpería, Don Manolo era anfitrión de peñas, guitarreadas y recitados memorables del poeta de la patria Juan Zorrilla de San Martín, de acuerdo con lo que testimonió el escritor Uruguay González Poggi, vecino de la zona y fallecido en 2002. Por deformación en la transmisión oral de la historia o por su propio acento gaditano andaluz, al fundador se lo recuerda hoy como Manuel Bardes (o De Bardés): una plaza y un monumento con su nombre lo homenajean donde termina el Camino Al Paso del Andaluz y comienza (kilómetro 0) la Ruta 84.
Añade la historia que Manuel Bardesio fue visionario en la instalación de un peaje, el primero del país. Con el dinero que cobraba mejoraba las condiciones de la calzada y el paso por el bajo del arroyo Toledo y mantenía la pulpería, que además funcionaba como hospedaje con corrales de piedra para el ganado en tránsito. Con un mecanismo de cadena que activaba desde la casa a través de un sofisticado sistema de roldana, Manolo abría el paso a cambio de un vintén por caballo o 2 vintenes para las carretas. En vida del andaluz, se lo conocía al camino y al paso como “De la Cadena”.
Dos siglos después, en el presente 2025, la Casa de Piedra se conserva en excelentes condiciones. Propiedad de la familia belga Huts, principales accionistas de la compañía Katoen Natie (operadores de la terminal portuaria de contenedores TCP), la construcción fue absolutamente restaurada en 2002 luego de décadas de deterioro y abandono. La restauración, a cargo del arquitecto Carlos Ponce de León, se hizo respetando la estructura, la fachada y en lo posible los materiales originales. Hoy se emplea como residencia para personal extranjero de Katoen Natie que llega por temporadas a Uruguay.
La piedra fundamental.
Manuel Bardesio García nació el 31 de mayo de 1820 en la ciudad de Cádiz, Andalucía, según la partida de bautismo que consta en el Archivo Catedralicio de esa urbanización portuaria española, con fuertes lazos con las antiguas colonias en América.
El periodista José Antonio Hidalgo Viaña, director del diario de Cádiz, asegura que la ciudad se convirtió desde el siglo XVI en el principal puerto de comercio con las colonias americanas. "Se convirtió en una de las ciudades más ricas del país, con la presencia de una extensa burguesía internacional que mantenía lazos comerciales con América", asegura y describe que el tráfico portuario explica las "torres miradores", que se multiplicaron en la ciudad y le dan un pintoresco diseño arquitectónico. "Estaban ubicadas en las azoteas de las fincas de los comerciantes, desde donde se podía ver la llegada de los mercantes al puerto gaditano", añade.
Más allá de la independencia de las colonias americana, Cádiz se mantuvo como el puerto fuerte para el comercio y una de las ciudad más ricas de España, al menos hasta comienzos del siglo XX.
Según los relatos de algunos de sus descendientes, Bardesio García llegó a Montevideo con menos de 20 años. Se casó con Josefa Hernández Soria, oriunda de Tenerife (Islas Canarias), a quien conoció en Uruguay. Contrajeron matrimonio en la Iglesia del Cordón, que en ese entonces se denominaba Nuestra Señora del Carmen, en el año 1842 y poco después comenzaron la construcción de la casa en la orilla del arroyo Toledo. El relato oral indica que la esposa pertenecía a la familia real española y fue ella la que consiguió los fondos para la monumental obra. Los escudos que flanquean el ingreso a la Casa de Piedra remiten a simbología de la Catedral de Cádiz y de la familia Hernández de Tenerife.
Un siglo antes del invento del televisor, Manolo y Pepa (Josefa) fueron padres de al menos 9 hijos. En la década de 1880, vendió la Casa de Piedra con su peaje e hizo vida de retirado en Pando. Falleció en la ciudad de Canelones el 5 de noviembre de 1896. Una semana después murió su esposa.
La Casa de Piedra entró al siglo XX con nuevos aires de renovación. La propiedad fue adquirida por el batllista Juan José de Amézaga, quien fue presidente entre 1943 y 1947. Una década antes, construyó una imponente casa quinta en el mismo campo del Andaluz, que hoy está constituido por unas 25 hectáreas. Esta casa, también conservada en condiciones impecables en el presente, es la residencia principal de los Huts cuando recalan en Uruguay, mientras la Casa de Piedra quedó como vivienda secundaria.
Bajo la Presidencia de Amézaga, se hizo el puente de hormigón sobre el arroyo Toledo y el peaje quedó sin efecto. Un tramo de la antigua cadena quedó en manos del poeta González Poggi, quien la utilizaba en el portón de su casa en El Andaluz. Con el fallecimiento del escritor en 2002, se perdió el rastro de esta reliquia.
En algunos días del patrimonio, la Casa de Piedra se ha abierto al público y se erige hoy como reliquia de una nueva vieja tierra.
La nueva alcaldesa.
No muy lejos de allí, en el km 3,5 de Ruta 84, en Casarino (otra de las localidades del Andaluz) las oficinas del nuevo municipio se montaron en contenedores. La alcadesa Bentos todavía no tiene despacho pero recibe en cualquier sala. Despliega un mapa “de bolsillo” que cubre todo el escritorio y en verde muestra la jurisdicción de su gobierno, que se extiende por casi seis kilómetros a un lado y otro de ruta 84, de Montevideo a Suárez. El censo de 2023 estableció una población de 9.560 habitantes, pero Bentos estima que son más en virtud de la cantidad de asentamientos irregulares de la zona. “A algunos asentamientos no entraron los censistas”, asegura la alcaldesa, de 38 años y del Frente Amplio.
“El Andaluz es una zona humilde, de gente trabajadora pero con carencias. Es un lugar muy antiguo, pero el desarrollo nos acompañó poco, es una ciudad dormitorio, donde no hay trabajo más allá de los comercios locales”, comenta Bentos, que es oriunda de la zona y ha sido repostera y feriante.
“Estamos en un punto estratégico, pegado a Montevideo, que puede ser polo logístico. Si mejoramos las calles, vamos a generar conectividad”, dice. También se propone mejorar o generar espacios públicos en la zona. Fuera de la plaza “Manuel Bardes” no hay muchos lugares de encuentro para los “andaluces uruguayos”. Se tiene el sueño de un polideportivo.
Pero más allá de estas necesidades cotidianas, el municipio trabaja en reconstruir la historia del Andaluz: recopila los relatos escritos u orales de la región en busca de fechas para eventuales festejos.
El primer desafío de la alcaldesa es administrativo y financiero. Como municipio nuevo, El Andaluz no tiene en 2025 un presupuesto asignado. Una vez que eche a andar su administración, Bentos afirma que las prioridades serán las de los vecinos: calles en condiciones (salvo la Ruta 84 ninguna tiene asfalto), pluviales (se inunda con las lluvias), alumbrado público y el acercamiento de las instituciones públicas a la zona. También hay que abordar la problemática de los asentamientos irregulares, a menudo establecidos en tierras inundables.
Antepasado descubierto (del autor de la nota)
Cuando falleció en 2007 mi tía Isabel (muy organizada ella), heredé dos carpetas con sus papeles donde había partidas de nacimiento y matrimonio de nuestros antepasados. Allí aparecieron muchos nombres y también una foto en blanco y negro de una construcción de piedra. Al dorso se leía “Casa originaria de los Bardesio”.
Desde antes, el Camino del Andaluz siempre me llamó curiosamente la atención cuando veía pasar el ómnibus de Copsa 751 (destino Suárez, por Andaluz), aunque nunca lo tomé.
En la asunción de los nuevos municipios en julio pasado, me enteré que el famoso “Andaluz” era el de la casa de piedra, el mismo de la foto de mi tía y el del Copsa 751. Google y FamilySearch completaron el árbol genealógico.
Mi hermano Pablo visitó a un amigo en Cádiz (España) y consiguió en la catedral de la ciudad la partida de nacimiento de nuestro antepasado Manolo, que data de 1820. Vaya a saber qué lo trajo hasta Uruguay con 20 años pero de esa decisión nos prendemos del árbol todos los que seguimos, 200 años después.
Gracias a Ruben Riera, Lourdes de la Torre, Ana Abia, Antonio José Ferrezuelo Valderrama, Soraya Otero Valderrama, Germán Vázquez, Somgrup, Pedro Pacheco, Rodolfo Laporta, Fernando Correa, Noelia Franco y a la familia Huts.