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Los psiquiatras de las mascotas

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Los perros, mascotas que sufren con el encierro.

ETOLOGÍA

Un etólogo español explica los problemas de comportamiento que han desarrollado las mascotas de la casa, perros, gatos o aves a raíz del confinamiento

La etología es una rama de la veterinaria, a medias entre la psicología y la psiquiatría humana, que estudia el comportamiento de los animales y cuyos profesionales han visto incrementada últimamente hasta en un 50% la afluencia a sus consultas debido a los efectos que ha tenido el confinamiento en la actitud de las mascotas.

Perros que ladran o aúllan en exceso y aparentemente sin motivo o que destrozan el mobiliario y enseres de las casas; gatos que arañan en demasía o loros y cotorras que se arrancan las plumas son algunos de los casos que llegan a las consultas de los etólogos y que la mayoría de las veces llevan aparejados problemas físicos, pero otras obedecen a episodios de estrés o ansiedad de los animales.

Manuel Lázaro es etólogo y vocal del Colegio de Veterinarios de Madrid y a su consulta llegan sobre todo perros con problemas de agresividad, la mayoría de las veces intrafamiliar, seguidos de los que presentan episodios de ansiedad, fobias y miedos, que son más comunes en todas las mascotas. “En los últimos meses estamos viendo muchos casos de mascotas con agresividad y ansiedad por separación a raíz del confinamiento, que desbarató las ‘reglas del juego’ entre el propietario y el animal y eso ha generado muchos problemas”, comenta este especialista.

El motivo se debe, continúa, a que las mascotas necesitan “un entorno previsible, que las cosas sean siempre más o menos iguales a su alrededor” y eso ha cambiado, primero con el confinamiento y después con la vuelta a “la nueva normalidad”. “Con el confinamiento las mascotas se habituaron a estar en casa con todos los miembros de la familia, a salir poco a la calle y a volver deprisa, pero con la vuelta al trabajo fuera de casa y de los niños al colegio, los animales se han quedado de nuevo solos en el hogar y eso les ha generado mucha ansiedad y frustración. No son capaces de controlar la situación y lo pasan francamente mal”, argumenta el etólogo.

El resultado son perros que acuden a consulta porque causan destrozos en el mobiliario del hogar, gatos que se muestran más herméticos de lo habitual o arañan en exceso, o aves, sobre todo las de la familia de las citacidas (loros, guacamayos o periquitos), que se arrancan las plumas y llegan a quedarse calvas por estrés.

Según explica Manuel Lázaro, otro problema muy frecuente que se les presenta a los etólogos es la agresividad desmedida en perros “que muerden mucho, por miedo la mayoría de las veces, pero también porque esa actuación les reporta beneficios: quiero esto, muerdo y mi dueño me lo da”. Otras veces, y en esta ocasión con más frecuencia en los gatos, los animales tienden a orinarse en lugares inapropiados, aunque en ese caso el especialista lo atribuye a un episodio de ansiedad. Lázaro afirma que no hay razas de animales más proclives a padecer los trastornos de conducta: “Es cierto que algunas tienen actitudes más activas y más nerviosas y otras son más tranquilas, pero la educación que una mascota recibe en casa y el entorno tienen muchísimo peso a la hora de marcar su comportamiento”.

“Al etólogo hay que acudir siempre que se observe que la conducta del animal no es correcta”, señala el especialista. Este aconseja consultar primero al veterinario que, si lo considera necesario, derivará el caso al etólogo, “el único capacitado para recetar terapias y tratamientos en estas patologías”.

Ha diferenciado la labor que desarrollan los adiestradores como “educadores” de animales y la de los etólogos: los últimos “son los especialistas en problemas de conducta y los únicos facultados para diagnosticar y prescribir tratamientos”.

Según Lázaro, es difícil verificar si una mascota es “feliz” pues “la felicidad es un concepto humano”, pero ha dicho que es posible conocer el “grado de bienestar” de un animal, que sería adecuado “si sus necesidades están cubiertas, de acuerdo con la especie a la que pertenezca”.

“Cada uno tiene que conocer a su animal y saber si actúa de acuerdo con su edad y su condición física” dice Lorenzo y como ejemplo cita: “Un perro joven que juega, corre y quiere que su dueño le acaricie demuestra que su vida es buena, pero también lo demuestra un perro anciano que desea estar tranquilo y dormir casi todo el tiempo”.

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