Cabeza de Turco

Opinión |La revolución es una baldosa

“Somos un conjunto de ignorancias repletas de ego”

Washington Abdala
Cabeza de Turco.

Ahora parece un descubrimiento reconocer que lo “emocional” es casi todo. Siempre lo fue todo, solo que el racionalismo -en algún momento- nos mareó y nos perdimos en la noche. Pero somos pura emocionalidad. Siempre lo hemos sido. Por más que nos engañemos, ante lo emotivo nos conmovemos. Debe ser así, siempre es así.

Acá irrumpe otra definición que parece eterna: siempre hemos sido sapiens que nos duelen los sapiens. Dicho en español: siempre hemos tenido conciencia de que somos algo más que seres que reproducen su ciclo vital. Y no digo más porque no se sabe más. Pero eso alcanza.

La muerte nos desnuda y ante ella quedamos “movilizados”, palabra de moda que no dice nada, que banaliza el sentir. Somos dolor y somos felicidad. ¿Cuál es el problema de asumir eso? Quizás no somos los únicos animales que nos duele la muerte, sabemos tan poco de ella que eso tampoco lo entendemos. Y vivimos en este planeta sin comprender cómo se comunican los animales entre sí. Somos un conjunto de ignorancias repletas de ego y ni nos damos cuenta. Nos creímos la cúspide en la escala animal. Y seguimos con nuestro aire de superioridad moral interpretando todo, por eso en algún lugar nos vendieron que éramos el centro del universo. Es más, hay gente que no lo dice, pero cree que seguimos siendo eso.

Cuando veo a los elefantes tocando los huesos de sus parientes muertos, algo pasa allí que no comprendo, pero algo pasa. Ya narré historias de caballos que ante el deceso de uno de ellos lo homenajearon a su manera. No estamos solos en esto de percibir al otro en su vida y en su partida. No me animo a definir lo que son esos comportamientos, tampoco quiero pavimentar todo de “humanismo” como que allí está el maná. Un infantilismo crónico.

Estamos llegando al punto, como humanidad, en que lo instintivo es vital. ¿Qué diría Henry Bergson si nos leyera? Se reiría de nosotros por ignorantes: ya lo escribí hace años, podría afirmar con contundencia. ¿Y Sigmund Freud aportó ese punto de vista también? ¿De veras alguno se comió la pastilla de que lo lógico, lo racional, lo desafectado de emoción podía ser irrelevante? Lo emocional, lo irracional, el inconsciente individual y colectivo siguen haciendo de las suyas.

Lo que pasa, querido lector, es que la forma de empatizar con los demás es casi todo en casi todas las artes de la vida. Y el día que usted pierde esa capacidad de empatizar, de sentir el sufrimiento del otro, de amar y de procurar hacer algo por los que lo necesitan, ese día, mejor bórrese y se guarda tranquilo sin molestar a nadie. Por lo menos no hace daño.

El resto de la manada (la mayoría) tiene que seguir moviendo la aguja del reloj. Pensando y sabiendo que no hay milagros ficcionales, solo hay milagros reales fruto del esfuerzo y de la cabeza puesta en foco. Lo menor, lo miserable se hunde ante lo generoso y lo magnánimo. El único milagro es usted leyendo esta línea y haciendo lo mejor por alguien.

Y no necesite religión, grupo de referencia o nada para hacer el bien. Hágalo gratis y verá que es lo que hay que hacer y punto. No espere aplausos. No vale así.

De seguro alguno leerá esto y dirá: obviedad. Falso, no es así, lea los diarios, prenda la tele, mire la red social y verá el infierno por todos lados, solo busque cambiar eso en su baldosa. Y esa baldosa será el centro del mundo. No solo para usted, sino para todo el que la pise. La revolución es una baldosa; esta medicina es sanadora y lo salva de ser una máquina. La inteligencia artificial no hará esto. Usted sí. No se lo pierda.

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