Publicidad

Opinión | Daniel, el grande de la casa

Compartir esta noticia
Washington Abdala.
Washington Abdala.<br/>

CABEZA DE TURCO

Daniel vivía de noche, yo también, así que arrancamos bien. Por Washington Abdala.

Esta nota la debo hace pila de tiempo. Es que es un artículo difícil porque a Daniel Scheck lo conocí siendo Gardel. Todo empezó en mi época de discjockey a los 17 años. En esos tiempos en People (la casa de un amigo que tenía una especie de radio y discoteca con miles de discos y aparatos de grabación) grabé un cassette de Bossa nova mezclando clásicos con Rita Lee. Un delirio para la época. Me quedó bueno. Lo enganché bien. No era malo pinchando. Obvio no era Henry Mullins, pero me la rebuscaba.

Un día Guillermo (el hijo de Daniel) me pidió el cassette, lo oyó, estaba bien mezclado. En esa época no había lo que hay hoy. Pero se podía ecualizar y algún retoque se le daba. Y se lo hizo oír a su padre.

Así, un día me encontré con Daniel Scheck por ese motivo. En su casa, a la noche, luego de una victoria de su Nacional, con lo que estaba de buen humor. Daniel vivía de noche. Yo también. Así que arrancamos bien.

Para colmo mi madre había sido compañera de Daniel en Facultad de Derecho, así que me llegaban más cuentos de él. Ya era una leyenda por su inteligencia. O sea que yo me hacía una idea de quién era el personaje.

Daniel era un tipo con sentido familiar profundo, un armador de espacios de calidez y tiempo hogareño. Un periodista que gozaba la noticia, un intelectual, un individuo con cabeza empresarial y un curioso. Y, claro, un humorista mordaz con la realidad. Plagó al diario de suplementos, artículos y picardías de superlativo nivel. Fue un “lobizón” junto a sus hermanos, allí la rompieron conduciendo el elenco de humoristas que todos conocemos desde Telecataplum y los demás formatos. Esto da para otra nota: la historia de los Lobizones merece más líneas porque ese humor uruguayo tuvo una impronta superlativa, reinó en el Río de la Plata por décadas sin apelar a lo grotesco y con la inteligencia como recurso. Todo porque los Lobizones estaban atrás y los actores eran geniales. La barra de los Scheck, si hubieran nacido en California, hubiesen sido Larry David.

Daniel era un individuo que estudiaba a las personas, gracioso y a la vez poseía cierta solemnidad. Creo que tenía el don de la percepción. Y una sutileza como pocas personas. Preguntaba, opinaba y tenía una risa refrescante. Poseía el don de contagiar la risa. Y una capacidad mental como pocos.

Releyendo sus cosas, uno encuentra un ser de una cultura extraordinaria, es que esa generación era voraz con la realidad y estar en la administración de un diario como El País, no era para cualquiera. De grande, todos supimos que era el capitán de la nave y en tiempos difíciles siempre puso la cara, encaró lo que fuera y laburaba todos los días sin desmayo. Amaba su laburo.

Al diario lo vivía como a un hijo que nace todos los días. Los que venimos de diarios de papel, por alguna razón tenemos esos reflejos. Esto que termino de escribir en mi computadora y pasa a la web por una magia que alguien hace, no crean que es sencillo de asimilar para dinosaurios como yo. Lo vivo, lo entiendo, lo asumo, pero no posee el goce de esperar de madrugada la impresión del papel. Tengo grabado los olores de los químicos de las imprentas porque en los diarios en que trabajé siempre me gustó ir a la madrugada a ver las primeras tiradas. Pavadas de dinosaurio.

A Daniel no había forma de no admirarlo por su sobriedad, su constricción al trabajo; no tenía un afán de protagonismo más que su (enorme) dimensión personal, o sea, no imponía su poder, era más una presencia relevante que un CEO completo, pero era un fenómeno y jugaba en toda la cancha. No recuerdo que casi nadie tuviera problemas con él. Tenía el don de ser afable.

Recordar a Daniel es solo ser justos con nosotros mismos. Es lindo saber que dejó un legado y que el legado está vivo. No pocos dejan legados. Cuidarlo es el imperativo que nos mandata su accionar. Un grande, un tipazo y un lujo de ser humano.

¡Qué lindo haberlo conocido!

¿Encontraste un error?

Reportar

Te puede interesar

Publicidad

Publicidad