Opinión | Antiyanquismo latinoamericano

"Varios presidentes del sur supieron vincularse con el coloso del norte sin perder su dignidad. Basta recordar la reunión Obama-Mujica que generó el momento “sirio-uruguayo”, o la estupenda vinculación del Dr. Vázquez con George Bush"

Washington Abdala
Cabeza de Turco.

Gran parte del pensamiento latinoamericano es antiyanqui. Algunos lo verbalizan explícitamente, otros tienen un poco más de vergüenza y ronronean. Estados Unidos -digamos la verdad- ha hecho méritos a lo largo de la historia para que algo de ese talante irrumpiera en escena. La vieja doctrina Monroe, leída en clave de visión dominante y los apoyos -directos o indirectos- a golpes de Estado en el continente, no son ficciones, existieron (por citar dos obviedades). Pero eso fue ayer.

Es cierto también que en lo contemporáneo hubo siempre gente sana y muy inteligente que en Estados Unidos asumieron la defensa de las causas latinoamericanas de manera intensa. Washington D.C. está lleno de espacios que defienden los derechos latinoamericanos con apoyo financiero local. No lo ve quien no quiere.

Se debe afirmar, además, que varios presidentes del sur supieron vincularse con el coloso del norte sin perder su dignidad. Basta recordar la reunión Obama-Mujica que generó el momento “sirio-uruguayo”, o la estupenda vinculación del Dr. Vázquez con George Bush, llegando al extremo de verbalizar que, si las contingencias con Argentina se hubiesen puesto extremas, el recurso de apelar a Estados Unidos como garante no era descartable (sin palabras).

Recuerdo adrede estos ejemplos -de connotados líderes de izquierda nacional- para mostrar que ellos supieron salir de ese absurdo lugar de manada odiadora de los gringos que aún persiste en la izquierda uruguaya. Es más, hay una parte de la derecha nacionalista que también cree que los gringos se vienen a apropiar de lo nuestro. (El capitalismo no es de los yanquis, es planetario: esa es la verdadera victoria…) Volvamos. El yanqui es para la izquierda: el imperialista, el ignorante, el materialista, el racista y el vacío. Sigamos. América Latina es la “víctima-moral-superior” de semejante afrenta yanqui. Y sí, aunque suene añejo, el marxismo construyó esa polarización de manera magistral. Recién ahora con las nuevas generaciones cae el telón. La izquierda era la nada, no hay una revolución que no haya sido una estafa. Nos comimos los mocos.

Ellos -la izquierda épica- se autoconsideraba la revolución del bien; el norte era el capitalismo depredador inmundo. (En el debate por Venezuela-libre estos puntos confunden al análisis y, con tal de odiar a Estados Unidos, les importa un periquete la conculcación de derechos humanos de los venezolanos por una dictadura. Una infamia).

Así se llegó a este punto civilizatorio. Hoy ya nada es igual. Las izquierdas cobijaron sátrapas como los Maduro, los Ortega o los Díaz Canel. Gente vergonzante. Los gringos han tenido de todo, pero los que conducen al “imperio” pasan por las urnas, pierden y ganan. Y hasta un juez federal les frena las estampidas cuando se ponen fuera de la línea de cal. Dictaduras bananeras versus institucionalidad.

Lo paradojal del asunto es que la victoria cultural de Estados Unidos es, además, absoluta. El “modus vivendi” planetario es el de ellos, las marcas son las de ellos y los teléfonos son los de ellos (son chinos, bah). Sí, se vienen los chinos, sí, pero con el estilo gringo. No seamos nabos como decía quien lo decía con aquella proverbial mesura.

Igual seguirá persistiendo el idiota latinoamericano odiando al gringo. Solo hay que saberlo, reírnos un poco de semejante estupidez, jugar con ellos como hámster en la ruedita, mientras miran Netflix, usan jeans y comen hamburguesas. Jaque Mate.

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