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Luego de cinco tomos publicados de forma autogestionada, y con una importante repercusión, la creación del dibujante uruguayo Nicolás Peruzzo y el guionista estadounidense Neal Wooten, Pancho el pitbull, se prepara para familiarizarse con una audiencia mayor. La editorial Planeta acaba de publicar Pancho el pitbull, un nuevo comienzo.
Aunque se trata del sexto capítulo en las aventuras de este pitbull, como es una suerte de debut para un público que por ahí no está tan familiarizado con el mundo comiquero, tanto los autores como la editorial decidieron presentarlo como un nuevo comienzo. “Es como un soft reboot”, explica Peruzzo. “Como hizo Star Wars en una de las películas recientes, en donde se cuenta de nuevo el origen para los que se engancharon recientemente, pero con algo para los que ya vienen siguiendo la historia desde que arrancó. No lo había pensado exactamente así, pero cuando hablamos con la editorial, vimos que podía ser un camino a seguir”.

¿De dónde viene Pancho? De un encuentro entre Wooten y Peruzzo en una plataforma web que junta a distintas disciplinas artísticas, en este caso, guionista y dibujante. Wooten, oriundo de Alabama y criador de cerdos, venía escribiendo libros para niños (tiene su propia editorial), y cuando empezó a charlar con Peruzzo quería incursionar en el mundo de las historietas. Le propuso a este crear un personaje nuevo, un pitbull simpático y juguetón. El propio Wooten tenía varios perros de esa raza, así que se trataba de algo que tenía cerca. Pero en parte, el guionista también quería suavizar la reputación de agresividad que tienen estos perros. Y encontró en los trazos de Peruzzo un aliado ideal.
El uruguayo dibuja a Pancho (que en inglés se llama Brad’s Pit, o sea el pitbull de Brad) con rasgos que son cualquier cosa menos intimidantes. Pero Peruzzo no “solo” dibuja, sino que también contribuye con sus propios guiones a las historias de Pancho. En el nuevo lanzamiento, por ejemplo, hay un flashback -coloreado en blanco y negro para diferenciar la narración de la cronología restante- que es enteramente del uruguayo.
Con Wooten, Peruzzo viene trabajando desde 2009, o sea que ya hay un entendimiento que facilita muchas cosas. Aún así hay que prestar atención a todos los detalles. A veces, una cosa tan minúscula como ver una “d” en vez de una “h” en una palabra puede llevar a tener que hacer todo el trabajo de nuevo. Eso le pasó a Peruzzo cuando leyó “dog” (perro) en vez de lo que había escrito Wooten: “hog” (cerdo). Cuando publicó la historieta, Wooten se percató de la confusión. Hubo que bajar la publicación (porque antes de llegar al papel, las aventuras de Pancho veían la luz primero en redes sociales) y hacer todo de nuevo.
Más allá de que Peruzzo ya tiene una extensa trayectoria recorrida como dibujante y creador, ese tipo de confusiones pueden desordenar planes que llevaron meses, e invalidar trabajos realizados durante importantes períodos de tiempo. En esta industria, la planificación y la gestión son casi tan importantes como la creatividad y la inspiración.
Por eso, Peruzzo tiene muy claro cuánto tiempo le puede dedicar a cada cosa, y ha encontrado en la noche la parte de la jornada más apropiada para su trabajo. Arranca a eso de las 22, 23 y sigue hasta más o menos las cuatro de la mañana de la jornada siguiente. Si se trata de algo relacionado a un guion, suele escuchar algo de música. Si se trata de plasmar en una página historias que ya vienen armadas, escucha podcasts o videos de Youtube. Esa parte más “mecánica” del trabajo le permite prestarle atención a algo hablado y que por ahí requiere mayor atención mental. La “memoria muscular” hace el resto.
De esa manera trabajó durante años. Él y Wooten publicaban las historias en redes sociales (en particular, Facebook) y cuando tenían suficiente material como para poder armar un libro en un formato similar a los clásicos de Mafalda -Quino es una gran fuente de inspiración para Peruzzo-, lo editaban de manera independiente.
Paso a paso, divulgando su creación en distintos lugares, Pancho fue haciéndose de una audiencia fiel, que apreciaba los guiones de Wooten (y del dibujante) y los trazos y colores de Peruzzo. “Una de las cosas más lindas que te pueden pasar, en mi opinión, es cuando alguien te trae un libro para que vos lo firmes y está hecho pelota (risas). Vos ves que se le caen las páginas, que están ajadas. Eso quiere decir que lo leyeron muchas veces”, cuenta.
El camino de la independencia tiene muchas gratificaciones, como el hecho de que es una creación hecha a pulmón que encuentra un público que la aprecia. Pero también tiene bastante de sacrificio. Peruzzo tenía que encargarse de absolutamente todo: presupuestar, ir a distintas imprentas a ver pruebas de calidad y color, cargar los libros de casa al evento, organizar y gestionar el stock. Además, suele ocurrir que no hay un presupuesto lo suficientemente holgado -o un lugar de depósito- como para poder mantener un stock de todos los libros editados. Por eso, varios de los tomos de Pancho el pitbull están agotados. Por más dinero que uno tenga para ofrecerle a sus creadores, ya no hay ejemplares para comprar.
Panorama nacional
Nicolás Peruzzo forma parte de un colectivo de creadores variopinto y multigeneracional, que ha tenido altos y bajos a lo largo de los años y se ha aglutinado en AUCH, Asociación Uruguaya de Creadores de Historietas. Actualmente, él está entrando en la generación de creadores maduros, que ya tiene cierto camino recorrido y un reconocimiento tanto artístico como comercial. De acuerdo a su visión, hay suficiente talento para que la historieta uruguaya continúe desarrollándose y alcanzando nuevos públicos. De hecho, algunas de sus alumnas ya están dando sus primeros pasos profesionales en el mercado del cómic nacional.
Con esta alianza con la editorial, ese tipo de dificultades disminuyen. ¿Significa más dinero? Eso está por verse. Lo que sí será más probable es que más gente al menos va a tener la oportunidad de toparse con Pancho en librerías y otros comercios en los que este tipo de producto está presente. “Es una apuesta un poco más grande”, comenta el dibujante y agrega que ahora tiene que empezar a tener en cuenta factores que antes por ahí no contemplaba. “Un editor me decía que a partir de ahora no me tenía que preocupar tanto por la tapa del libro y sí por el lomo, porque era probable que los ejemplares estuvieran en un estante, y que ahí los interesados ven primero el lomo”.
La tarea de promoción seguirá siendo fundamental, porque si Peruzzo va a una escuela o colegio a dar una charla -actividad que él lleva a cabo desde hace años- es importante que si el padre o madre del alumno le pide por un tomo de las aventuras de Pancho, pueda hallarlo una vez que acuda a la librería. “Aspiramos a una masividad que antes no podíamos alcanzar”.
Por otra parte, los cinco números anteriores del personaje tienen ahora la chance de ser reeditados y así ser descubiertos por un público que hasta el momento los desconocía. “Esa es la idea. Varios de esos títulos están agotados y estoy dejando que aquellos ejemplares que quedan de las ediciones autogestionadas se agoten para luego reeditarlos”.
Así, Pancho y los demás personajes que forman parte del mundo creado por Peruzzo y Wooten van a empezar una nueva y diferente etapa en sus trayectoria. Sus creadores, en tanto, seguirán ideando historias que van de Alabama a Montevideo, ida y vuelta.