Por María de los Ángeles Orfila
Desde el nuevo Mirador del Urubú se aprecia la inmensidad de un paisaje natural desconocido para el citadino: la Sierra de Carapé. Al frente y de izquierda a derecha: Los Cerrillos, el Cerro Catedral —el punto más alto de Uruguay— y el Cerro de la Bola. Allí la vista parece que tiene un alcance infinito.
¿Dónde estamos? Parece el paisaje de la provincia de Córdoba pero es mucho más cerca (y mucho más cerca del mar): Ruta 109, kilómetro 20, bastante próximo a la ciudad de Rocha. “Muchos rochenses no conocen las sierras”, reconoce Rodrigo Patrón, uno de los fundadores de AMBÁy promotor de este punto ecoturístico, al recibir a Domingo.
Pero más allá de la ubicación geográfica, ¿dónde estamos? En un bosque recuperado donde habitan guazubirás, yaguariticas, mano pelada, carpinchos, zorros de monte, tatús, entre otras especies de interés prioritario para la conservación. Aquí también revolotean los buitres y por eso el nombre: en el dialecto tupí de la lengua guaraní, urubú significa “ave grande negra”.
También estamos ante el resultado de la conjunción de las fuerzas internas de la Tierra: un fragmento de la corteza continental de afinidad africana y la americana colisionaron hace aproximadamente 530 millones de años. De otros choques surgieron cordilleras; de este se levantó un relieve ondulado que se fue pintando de diferentes verdes.
El Mirador del Urubú se ubica en la reserva Cerro Negro, donde funciona el Centro de Regeneración de AMBÁ, una organización sin fines de lucro que trabaja en la conservación y regeneración de ecosistemas.
“Es un patrimonio natural de los uruguayos. La sierra está abierta para recibirlos”, dice Rodrigo.
Una de las sorpresas que puede deparar el Mirador del Urubú para sus visitantes es un encuentro con dos especies nativas: el yaguaritica o margay y el dragón. Sobre el primero, Rodrigo Patrón, uno de los fundadores de AMBÁ, dijo que es un “animal sumamente carismático” que merece ser preservado. “Es como un jaguar chiquito que anda por arriba de los árboles, por eso se lo conoce como el ‘gato mono’. Puede rotar sus patas traseras 180 grados para bajar de los árboles mirando a su presa”, describió. Desde 2016, AMBÁ monitorea a esta especie catalogada como amenazada de extinción a nivel internacional y que en Uruguay es considerada especie prioritaria para su conservación.
En este mismo rincón del país habita el dragón, un ave que vive en pastizales y, por tanto, es vulnerable ante la quema o la ganadería extensiva (los animales pisan sus nidos hechos en el suelo). No se conocen datos actuales de los números poblacionales. Además del dragón, hasta el momento se registraron más de 130 especies de aves en las sierras.
Reconectar.
El Mirador del Urubú es un nuevo atractivo ecoturístico de la Ruta 109 que fue recientemente declarada de interés departamental por la Intendencia de Rocha bajo el proyecto “Ruta natural de las sierras de Rocha”. Esta parada en el camino no es la única: hay posadas, opciones de cabalgatas, senderos interpretativos, venta de productos locales y cervecerías. “Muchas veces vamos a buscar afuera lo que ya tenemos en el país”, lamenta Rodrigo. Y apunta: “Este lugar está a 40 minutos de las playas oceánicas; la cercanía es alucinante”.
El mirador en cuestión es apto para todo público, con acceso gratuito. Cuenta con un ingreso con estacionamiento, zona de picnic, sistema de señalética bilingüe y educativo que destaca características de la fauna y flora nativa del ambiente serrano. Un cartel, por ejemplo, muestra la silueta de los animales y sus huellas para que puedan ser reconocidas en el lugar. “Las huellas son muy importantes porque hablan de la presencia activa del animal”, señala Rodrigo. Si, por ejemplo, allí está presente el yaguaritica, esto quiere decir que el ecosistema es lo bastante saludable para brindarle alimento y refugio a un predador.
El sendero es simple (de dificultad baja, con una pasarela en unos tramos y se pasa por un ojo de agua) y cumple su objetivo: reconectar con la naturaleza (también admirarla y sorprenderse). AMBÁtiene bien cerca otro de cinco kilómetros que requiere un poco más esfuerzo y tiene costo porque se va acompañado de un guía.
“La gente no puede cuidar lo que no ama y no puede amar lo que no conoce. Los parques naturales o este tipo de infraestructura ayuda a que la gente vuelva a conocer y a vincularse emocionalmente con la naturaleza”, comenta Rodrigo a Domingo.
“La yerba mate es otro de los valores naturales de la Sierra de Carapé”, dijo Rodrigo Patrón, uno de los fundadores de AMBÁ. Esta frontera entre Maldonado y Rocha es su ubicación más austral en el planeta. “Si la perdemos, se pierde parte de la distribución a nivel mundial”, apuntó. Para evitarlo, la organización trabaja en la conservación de los yerbatales y las especies que la acompañan en el monte nativo. Hasta el momento se han plantado más de 1.000 ejemplares de yerba mate.
“Los uruguayos —a pesar de que conforman la población que más consume este producto del mundo: 10 kilos por persona por año— no saben si es un árbol, un arbusto o una enredadera y es uno de los pocos legados de las tradiciones nativoamericanas”, habló sobre su desconocimiento.
En realidad, la yerba mate (Ilex Paraguayensis) es un árbol que puede alcanzar los 15 metros de altura. Es originario de las cuencas de los ríos Paraná, Paraguay y el curso superior del Uruguay. Los primeros que utilizaron esta planta para hacer infusiones fueron los guaraníes que ya lo llamaban mate, en realidad “matí”, vocablo quechua que significa calabaza, la cual utilizaban como recipiente para tomar la bebida.
AMBÁ ha organizado jornadas de secado, un proceso muy delicado que se hace sobre las brasas.