El pulgar levantado significa en muchas partes del mundo que todo está bien, pero en algunos países europeos indica el número uno, en naciones árabes tiene connotaciones sexuales y en Nigeria es directamente obsceno. La palma de la mano extendida hacia una persona intenta alertarla para que se detenga, salvo en Grecia, donde es un grave insulto. Silbar en un espectáculo es señal de desaprobación y en Estados Unidos, todo lo contrario.
Si bien el lenguaje de los gestos también tuvo su torre de Babel, queda claro que el movimiento de las manos, la expresión de los ojos, el tono de la voz e incluso la postura siempre están diciendo algo.
La vida está llena de gestos. Los niños los aprenden a menudo más temprano que las propias vocales. Algunos son fáciles de interpretar, como la mano que se agita para saludar, pero en otros casos son signos casi imperceptibles, acciones inconscientes, movimientos sutiles cuya lectura muchas veces tampoco se realiza racionalmente.
Roma Bettoni se recibió de abogada en 1978, pero diez años después comenzó a alejarse de esa profesión, cada vez más metida en la investigación de técnicas de meditación creativa, crecimiento personal e inteligencia emocional. En su último libro, Gestos. Un lenguaje para aprender y descifrar (Fin de Siglo, 2011), analiza las formas de comunicación no verbal, desde el apretón de manos hasta el ritual corporal de la seducción.
"Los gestos son formas de comunicación no verbal ejecutados por alguna parte del cuerpo, producidos por el movimiento de las articulaciones y músculos de brazos, manos, piernas y cabeza", explica Bettoni, antes de comenzar a desmenuzar lo que queremos decir (y a veces, lo que no queremos decir, pero igual lo estamos diciendo) moviendo la cabeza, los ojos o las manos.
Cada pueblo supo siempre lo que significa tal o cual gesto, pero el estudio científico del tema es relativamente reciente. Buena parte del mérito se lo lleva el psicólogo estadounidense Paul Ekman, cuyos trabajos para tratar de desentrañar la expresión y la fisiología de las emociones inspiraron la serie de televisión Lie to me (Miénteme).
La correcta interpretación de cada gesto tiene interés concreto en las entrevistas de trabajo o el ambiente laboral, la detección de mentiras e incluso en la seducción amorosa. La forma de caminar o de sentarse en la oficina puede leerse de formas muy precisas.
Incluso el rostro brinda pistas sobre el estado de salud. La autora pretende con su obra dar herramientas para tener en cuenta en todos esos casos.
Existen numerosos indicios para detectar si alguien está mintiendo: transpira mucho, mira fijamente a su interlocutor, utiliza un exceso de explicaciones, baja el volumen de la voz, traga saliva y finalmente, si no le hacen más preguntas que puedan descubrirlo, exhibe una expresión de alivio.
Según Bettoni, los investigadores reconocen entre 18 y 20 sonrisas diferentes en el ser humano. Para Ekman, sonreír es "la mejor forma de ocultar una emoción". Pero la autora describe procedimientos para detectar una sonrisa falsa: son asimétricas y las cejas permanecerán quietas en lugar de bajarse.
De la misma forma, una larga lista de señales puede revelar mucho sobre el proceso de acercamiento de una pareja: si la otra persona dirige su mirada al triángulo formado por los ojos y la boca, de un ojo pasa al otro, baja por la nariz y se posa finalmente en la boca; si comienza a acariciar sus brazos, toca su pelo y pone la voz más grave; si gira su cuerpo para que su lado izquierdo quede frente al interlocutor; si se repasa el aspecto, se arregla el pelo o la falda, se ruboriza levemente y brillan los ojos, ha comenzado el juego de la seducción.
Cada pueblo con su gesto
Suelas, cejas y guiñadas
Mostrar la suela del zapato a árabes o tailandeses constituye un insulto.La V de la victoria, debe mostrar la palma de la mano. Si se exhibe el dorso, es un gesto obsceno en países anglosajones.Levantar las cejas significa admiración en Alemania, escepticismo en Gran Bretaña y negación en Arabia.
En algunos países de Asia Oriental, es de buena educación taparse la boca para reír.
En Corea es aceptable escupir en público.
La guiñada se considera obscena en Australia.
Es una grave descortesía dar la espalda a alguien en China.