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"No me gusta cuando se bastardea la información"

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"Para que venga lo nuevo hay que generar un vacío", dice la periodista Carolina García.

Llegó a la televisión por azar y en Paraguay, donde fue figura antes que en su país. Hoy, es uno de los rostros de las noticias. Pero sus pasiones exceden el periodismo.

DANIELA BLUTH

"A veces pienso que en mi vida las circunstancias, o el azar, fueron clave... cambiaron bastante lo que yo había soñado". Así abre Carolina García una charla de más de una hora. Lo hace con el tono que predomina durante todo el encuentro, el de la calma reflexiva. El que viene acompañado de una sonrisa cómplice. El que funciona como invitación para los recuerdos olvidados. El que, de tanto en tanto, remata en una carcajada que retumba en el estudio donde minutos antes conducía Subrayado Mediodía y ahora está vacío, en el corazón de Canal 10.

Fuera del aire García no es formal ni acartonada. El maquillaje y el peinado le duran apenas un rato más. La chaqueta y la bijou dorada ya no están. En su lugar lleva un collar rústico y unas caravanas de perla que eran de su madre. "Acá adentro soy la peor alumna. ¡Me tienen que agarrar para producirme!", admite con más orgullo que culpa. Ya con jean, sweater y botas, la siguiente meta es llegar relativamente en hora a una de las clases que está cursando en Facultad de Ciencias Sociales. Animarse a compartir un salón con decenas de estudiantes sin que le importen las miradas curiosas era un sueño que tenía hacía tiempo y, finalmente, concretó en marzo (ver recuadro). "Tuve que vencer esa cosa de entrar y que te miren. Al principio nadie te dice nada... y después siempre hay alguno que rompe un poco el hielo".

Pero esa decisión no llegó aislada. Forma parte de "generar espacios" y dedicar el escaso tiempo ocioso a los temas que más le gustan. A los 45 años, con sus tres hijos "ya grandes" (Facundo, 24; Sofía, 22; Mateo, 16) y una pareja "que no tiene mucho tiempo libre" (Álvaro García, director de la Oficina de Planeamiento y Presupuesto), vio la oportunidad de hacer cosas que le hicieran feliz "más allá de las obligaciones". Así, en su agenda apareció el programa Menos es más que condujo el año pasado en Canal 20, un curso de programación neurolingüística y, aunque con menos constancia, las clases de yoga o pilates.

—En 2013 decidiste dejar Consentidas después de varias temporadas. ¿Tuvo que ver con esa búsqueda de otro perfil?

—Sí, fue un poco así. Muchas veces las circunstancias de la vida no me dejaron elegir demasiado. Entonces, cuando vi que Consentidas y Subrayado me ocupaban diez horas por día, empecé a sentir que algo tenía que dejar. Y ese algo era Consentidas, porque lo otro era más mi cimiento. A veces, para que venga lo nuevo tenés que generar un vacío, aunque sea mínimo.

Idas y vueltas.

El primero de esos espacios —o de esos vacíos— llegó cuando tenía 13 años. Hija de padres divorciados, se mudó con su madre y su hermano mayor a Paraguay. Allí, donde una tía tenía un local de venta de ropa, empezó de casualidad su carrera en televisión. "Me metí en el mundo de la moda y a partir de ahí llegue a un casting para renovar las figuras de la televisión del canal oficial". Pese a que su padre, Ángel García Capuccio, era periodista de El Día, nunca había imaginado un futuro en los medios. "Él siempre fue muy amante de la naturaleza, tenía conciencia de preservación cuando no existía el ambientalismo. Y yo me pensaba más en esa línea, más para el lado de las ciencias que del periodismo". Sin embargo, tomó su llegada a la pantalla chica como "una oportunidad" que no podía dejar pasar. Empezó dando las noticias "secundarias", como el estado de las rutas o el pronóstico del tiempo, y a los pocos meses ya era una estrella nacional.

De todos modos, en 1989 no dudó en volver. "Tenía necesidad de venirme, sentía que aquello era una ilusión, que no me iba a ofrecer un verdadero desafío vivir ahí… Además quería conocer cómo se vivía en un país democrático". Con el tiempo, logró darle "la verdadera dimensión" a aquella experiencia: "Lo duro que fue irme de mi entorno y lo duro que es irse en general. Es algo que hay que remontar, que te marca".

Llegó a Montevideo a estudiar bibliotecología y a buscar trabajo. Surgió una vacante en Canal 4 y entró como cronista. En esa redacción donde las mujeres eran franca minoría conoció a Jorge Arellano, "clave" en su formación periodística y padre de sus dos hijos más grandes. Arellano, 24 años mayor que ella, falleció en 1997, cuando la pareja ya estaba separada. En lo laboral, recuerda aquellos años como "fermentales", de mucha adrenalina en la política y, como consecuencia, en el periodismo. "Marcó un antes y un después... Fue el momento de Telenoche de su lado, cuando el informativo pasó a ser un espacio de participación ciudadana, mostrando los problemas reales de la gente. Eso generó desafíos grandes en el periodismo todo y más en la televisión". En el recorrido, "la pasión y el interés" le fueron ganando al destino y la casualidad.

—¿Siempre te interesó la política?

—No me interesaba particularmente, pero ese fue un momento especial. Además, mis padres fueron bastante politizados. Mi madre era frenteamplista y mi padre blanco. ¡Siempre había tensiones! De acuerdo con quién hablaba aparecían las diferentes miradas, eso fue muy interesante para mí. Antes de estar trabajando, con mi madre fuimos al acto en la Plaza Lafone cuando Tabaré Vázquez asumió como intendente y fuimos a la Plaza Independencia a ver asumir a (Luis Alberto) Lacalle. A ella realmente le interesaba la política, la veía como un hecho histórico para el país.

Su carrera en los medios incluyó todos los canales y alguna radio. Después de Telenoche estuvo un tiempo con Omar Gutiérrez, trabajó en Canal 5 en dos oportunidades, formó parte de Hola Gente! en el 12 y, finalmente, en 2002, entró a Canal 10. Fue pionera en conducir un informativo los domingos por la noche. Lo hacía junto a Gerardo Sotelo, su pareja de aquel entonces y padre de su hijo menor. "Sentía que Subrayado era como la liga mayor", admite. Desde fines de los 90 también es la imagen de Médica Uruguaya, tarea que le generó algunos cuestionamientos internos pero — hasta ahora—, ningún conflicto. En su casa, en tanto, no se habla ni se mira mucha televisión. Sus hijos, ejemplifica, ni siquiera saben a qué hora está al aire. "No sé si es porque toda la vida tuvieron padres periodistas, pero hacer tele es como trabajar en una fábrica, a ellos no les genera nada".

—Y vos, ¿cómo convivís con el hecho de ser una figura pública?

—Hace mucho que me pasa esto, entonces me acostumbré. A veces me siento muy expuesta, me molesta un poco... pero hace bastante tiempo que resolví no limitarme más de lo que la vida me limita.

Periodismo y algo más.

Carolina dice que fluctúa "entre la sencillez y la complejidad". Le gusta analizar y analizarse. "Entender por qué, qué quiero, hacia dónde voy… Esas cuestiones más existenciales y emocionales". Por eso, trata que su día además de periodismo incluya una cuota de estudio, charla con amigas, lectura, cocina y cena con sus hijos. No siempre es posible, pero no se rinde en el intento. "La comunicación es sustancial en la vida, hace al vínculo, de repente lo más difícil es encontrarse con el otro, por eso me interesó tanto la programación neurolingüística".

Consumidora de Twitter, El País de Madrid y Todo Noticias, en materia profesional no tiene un único referente pero sabe lo que no le gusta. "Estamos llenos de cosas que no están buenas. Hoy en el periodismo hay mucho entretenimiento. No me gusta cuando se bastardea la información o cuando los hechos tienen ese grado de obscenidad que traspasa los límites y se abusa, se vuelven cosas grotescas, sin el respeto por el otro. A veces de un hecho sencillo se arma un mundo gigante... Y ahí siento que estamos discutiendo sin ningún sentido".

—¿Te pasa eso en el día a día? En el informativo, ¿hay tiempo para tomar distancia y ver lo importante?

—Pasa, creo que es el riesgo del trabajo en el informativo, donde tenés que generar 85 noticias por día. El informativo es un programa de televisión que tiene la exigencia de cubrir ese contenido. Y a veces te encontrás que estás informando de algo que no tiene mucho sentido... Creo que todos los días debemos usar esa herramienta de alejarnos para, con distancia, dimensionar los hechos.

Desarrollo y feminismo.

Carolina García también recuerda el 2007 como un año bisagra. Fue cuando participó por primera vez en Monólogos de la vagina, la célebre pieza de Eve Ensler que se representó en el teatro Metro por mujeres uruguayas destacadas en su área pero ajenas a las tablas. Tanto le gustó la experiencia que la repitió al año siguiente. "A partir de ahí quedé integrada a un grupo de mujeres que trata de impulsar temas y generar polémicas", cuenta. García es una suerte de "aliada" de la Red Uruguaya contra la Violencia Doméstica y en las últimas Llamadas desfiló junto a Mujeres de Negro. "Es una temática que me gusta mucho pero que me ha llevado su tiempo de estudio y aprendizaje". Desde marzo de 2016, sumó a sus horas de búsqueda y lectura otro de los temas que le apasionan: el desarrollo económico sustentable. Para eso se inscribió en la Facultad de Ciencias Sociales, donde cursa dos materias del Ciclo Básico de lunes a jueves. "El ciclo de Menos es más que hice el año pasado me abrió las puertas hacia ese otro mundo que me interesa mucho y fue lo que me decidió a empezar a estudiar este año". Para todo eso su base de operaciones está en Malvín, su barrio por adopción y al que sigue eligiendo todos los días.

SUS COSAS.

Sus anillos

Carolina García se reconoce como una persona sociable y de muchas amigas. De hecho, en sus manos solo luce dos "anillos de mujeres". Uno de oro blanco y zafiros que ella misma le regaló a su madre en su cumpleaños número 50. Y otro de oro y plata, presente de su amiga y colega Fernanda Cabrera para los 40.

Su lectura

Arriba de su mesa de luz hay de todo para leer y releer. Desde el libro de Juan Grompone sobre el capitalismo hasta una novela de la francesa Marguerite Yourcenar. Pero entre ellos uno se destaca: El poder del ahora, del maestro espiritual alemán Eckhart Tolle. "Si no andás con prejuicios está bueno, es uno de esos libros que yo siempre regalo".

Su ritual

Los domingos de noche, después de Subrayado, tiene un plan seguro. Se reúne en su casa con sus hijos, algún amigo de ellos y la familia de un amigo suyo a ver Game of Thrones, la serie de HBO. También le gusta mucho el cine y se reconoce fanática de Quentin Tarantino y los hermanos Coen.

El eterno femenino de una imaginativa pintora
"Para que venga lo nuevo hay que generar un vacío", dice la periodista Carolina García.

EL PERSONAJE i CAROLINA GARCÍA

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