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Mafalda, la niña que cumplió 56 años

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El personaje fue pensado como una pieza publicitaria, pero terminó teniendo vida propia.

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En España celebran los 50 años de publicación de la tira de Quino; sin embargo, en el Río de la Plata ya llevaba un buen tiempo siendo personaje popular.

Va a cumplir 56 años en septiembre. Pero siempre tendrá 6 y la observación aguda y oportuna a mano. Fue censurada, desafió a los poderes establecidos, pero sin jamás perder la ternura. Su fama escapó de fronteras al punto que ahora en España celebran el medio siglo de su primera publicación.

Y en esta suerte de No Cumpleaños parece bueno recordarla. Durante años Mafalda acompañó las páginas de esta casa con su tira diaria. Los libros que compilan sus andanzas se siguen vendiendo con el mismo éxito que hace décadas. La inconfundible niña sigue seduciendo públicos de todas las edades.

Su creador, el dibujante Joaquín Lavado, más conocido como Quino, la había creado como una herramienta de publicidad. ¿Su tarea? Vender electrodomésticos. Pero nunca llegó a estrenarse como vendedora. En cambio se convirtió en una furibunda crítica del capitalismo, el consumo desmedido y casi todas las taras de la sociedad moderna.

Sus frases se convirtieron en tarjetas, pancartas, remeras, pósters, marcadores de libros, en una inconfundible señal de identidad para varias generaciones. La popularidad de este personaje ha alcanzado las cotas de los grandes personajes de la literatura: el Quijote, Sherlock Holmes, Martín Fierro, por citar algunos. Lo curioso es que su humor y la pertinencia de sus observaciones no solo atraviesan todas las generaciones, sino también países con distintas idiosincrasias. Porque, claro, Mafalda ya es universal.

Sin embargo hay algunas cosas que tal vez el gran público no sabía, como los orígenes que comentábamos al principio.

SU PRIMERA VEZ. El 29 de septiembre de 1964 la revista argentina Primera Plana publicó las primeras viñetas de Mafalda. Y ya entonces era una niña de 6 años que con enorme perspicacia comentaba las principales noticias de los diarios y los informativos radiales.

Algunas de sus desternillantes apreciaciones pegaban justo en el clavo de los saberes populares más arraigados. “No es cierto que todo tiempo pasado fue mejor. Lo que pasaba era que los que estaban peor todavía no se habían dado cuenta...”, decía en una, por poner un ejemplo.

Lo cierto es que a fines de 1963 a Joaquín Lavado (Mendoza, 1932) le hicieron un encargo muy peculiar. Debía idear una familia que sirviera para promocionar los electrodomésticos de la línea Mansfield que por entonces vendía la firma Sam Di Tella en Buenos Aires. La idea era que saliera en una tira diaria y que todos los personajes debían tener un nombre que comenzara con la letra M. Y así nació la pequeña Mafalda.

Al principio no era mucho lo que se sabía del personaje. Apenas que vivía con sus padres y su hermano Guille en un apartamento, en el mismo edificio donde vivía uno de sus mejores amigos, Felipe. Lo cierto es que para crear el entorno Quino no se fue muy lejos. Se supo luego que el edificio realmente existía en San Telmo. Actualmente en el edificio de la calle Chile 371 hay una placa que informa: “Aquí vivió Mafalda”. En esa misma calle, a poca distancia, hay una escultura en tamaño real que representa a la niña sentada en un banco.

El almacén de Manolito fue inspirado por una panadería a la que solía ir Quino y pertenecía al padre de un amigo suyo.

Tal vez uno de los personajes más entrañables y recordados de este universo sea Felipe. Con sus grandes dientes conejiles, la cara alargada, el remolino, es también inconfundible. Lo cierto es que también Felipe tenía un modelo bien real y no era otro que el periodista Jorge Timossi, quien trabajaba para la agencia cubana Prensa Latina y era un buen amigo de Quino, según ha contado él mismo.

Timossi contó su experiencia cuando vio por primera vez una publicación de Mafalda y se reconoció. “Yo lo vi y pensé: aquí hay algo familiar. Poco después, en Chile, me cayó una dirección suya y le mandé una tarjeta de presentación mía en la que le puse: Quino, confiesa, hijo de p… Y a vuelta de correo, me llegó un afiche con Felipito, que decía: ‘Justo a mí me toca ser como yo’”, contó Timossi.

Como decíamos al principio en España se celebra en este momento los 50 años de su primera publicación. Para entonces en el Río de la Plata Mafalda ya era una celebridad. Pero su aparición en tierras ibéricas no fue sencilla; era 1970 y el franquismo vivía su última etapa. El dictador falleció siete años más tarde, pero las rémoras del totalitarismo continuaron varios por años en España. Y Mafalda no estuvo libre de ello. A menudo los censores del régimen obligaban a colocar una franja negra en los cuadernos en los que se publicaban las tiras.

Lo cierto es que la niña debió enfrentar actos de censura en buena parte del cono sur: Bolivia, Chile, Brasil y en Uruguay era celosamente controlada también durante los años de dictadura.

Pero tampoco los censores lograron doblegar a la pequeña. Mafalda y sus padres, pero también Manolito, Felipe, Libertad, la grandilocuente Susanita, Miguelito y Guille con su eterno chupete componen un universo familiar inolvidable. Desde su óptica profundamente humanista, con un dejo de pesimismo bien rioplatense, Quino ha ido retratando los tropiezos de una sociedad cambiante. Es cierto que el modelo de familia de clase media parece hoy ligeramente apolillado, pero de algún modo continúa representando a esa entelequia que solía llamarse “el hombre común”.

Por eso Mafalda puede seguir despertando nuestra fervorosa adhesión con observaciones como esta: “¿Y por qué habiendo mundos más evolucionados yo tenía que nacer en éste?”.

¿Alguien podría decirlo mejor?

La escultura en tamaño real que la celebra en su barrio de San Telmo.
La escultura en tamaño real que la celebra en su barrio de San Telmo

Mafalda (y amigos) en sus propias y sabias palabras

Las frases de Mafalda o de alguno de sus inefables compañeros de saga son la mejor carta de presentación. Muchas de ellas ya forman parte del acervo popular (“Paren el mundo, quiero bajarme”, es un buen ejemplo de ello). Aquí hay algunas de las más recordadas y memorables:

“¡La sopa es a la niñez lo que el comunismo a la democracia!”.

“Todos creemos en el país, lo que no se sabe es si a esta altura el país cree en nosotros”.

“¡Y todo porque los hijos nacemos cuando los padres ya coparon el poder en el hogar!”.

“Lo peor es que el empeoramiento empieza a empeorar”.

“Siempre es tarde cuando la dicha es mala”.

“Está bien que nos hayas hecho de barro, pero ¿por qué no nos sacás un poquito del pantano? (Rezando)”.

“Tenemos hombres de principios, lástima que nunca los dejen pasar del principio”.

“La cosa es tomar lo artificial con naturalidad”.

“En todas partes cuecen habas, pero nadie se anima a estrangular al ‘maitre’”.

“¿Qué habrán hecho algunos pobres sures para merecer ciertos nortes?”.

“Amo a la Humanidad, lo que me revienta es la gente (Susanita)”.

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