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Llegó el tiempo de soltar

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Hay personas que hasta optan por tatuarse la palabra "soltar".

La palabra de moda muestra un modo de pensar que se propaga: animarse a dejar de lado objetos, hábitos e, incluso, personas.

Empezó deshaciéndose de lo tangible. Ropa, muebles, computadora, impresora, tablet. Algunas cosas las regaló, otras las vendió. Y a medida que se desprendía de lo material, empezó a sentirse más liviana. Esa levedad la animó a ir por más. Hoy Sabrina Olmedo, psicóloga de 33 años, puede decir con orgullo, después de algunos años de ponerlo en práctica de manera sistemática, que aprendió a "soltar". Y que ese aprendizaje, dice, la volvió una persona más feliz.

Soltar. La palabra de moda, la que se tatúan en la piel desde celebrities como Guillermina Valdés —después de una breve crisis y separación de Marcelo Tinelli— hasta personas que hacen de ese soltar un verdadero estilo de vida o simplemente lo llevan como una suerte de amuleto.

Con raíces budistas, el concepto es acuñado por distintas corrientes filosóficas, espirituales y psicológicas y sirve para ejemplificar un modo de pensar que implica dejar de lado todo lo que incomoda o causa sufrimiento: desde objetos hasta hábitos, situaciones y personas. Es tiempo de soltar.

"El proceso empezó por los objetos. Pero fue solo el comienzo. Obvio que es difícil deshacerte de tu remera preferida que te regaló tu papá o de tus muebles. Ni hablar de las relaciones. Pero cuando dejás ir ciertas cosas o personas, estás abriendo un espacio a algo nuevo. Si superás la angustia inicial que te provoca la incertidumbre de soltar, el efecto es sanador", asegura Sabrina, que desde hace años decidió vivir en modo "zen": con lo mínimo. "El minimalismo es una idea que cada día se instala más en mi vida y disfruto del trabajo de desprenderme de mis cosas. Es un proceso de duelo y que implica desapegarse de los objetos y las personas porque el apego causa sufrimiento. Para dejar ir, ayuda saber que todo tiene un ciclo. Si un objeto te genera incomodidad o una persona te hace mal, ¿para qué conservarlos? Al soltar, la vivencia es de libertad absoluta", describe.

El psiquiatra Jorge Rovner, director del centro de Psicoterapia Zen, en Argentina, y autor del libro Saber soltar, vivir feliz, sostiene que en esta sociedad dejar ir se ha vuelto una necesidad. "No creo que sea solo una moda. En el fondo es una necesidad, la gente viene a verme buscando vivir más liviano porque se ha dado cuenta de que cuanto más tiene, no es más feliz. Lo que ocurre es que hemos sido entrenados en el apego, en la posesión. El budismo establece, por un lado, la impermanencia de las cosas. Todo cambia, si no aprendemos a soltar eso nos va a soltar a nosotros; y por otro lado que uno es portador de algo, no su poseedor. Cuando comprendemos estos dos principios, soltar es más fácil".

Desde que adoptó la filosofía de soltar como modo de vida. Sabrina Olmedo reconoce que todo en su ser fluye de manera diferente. "Te sentís liviana. Hace un tiempo hice el clic. No estaba contenta, había mucha gente tóxica a mi alrededor. Después de un largo proceso entendí que no apegarse no es no querer; significa no quedarme aferrada a una persona, a pensamientos o cosas que no me hacen bien. Es querer sin que tu vida dependa de él o de ella. No es no sentir nada, es tener relaciones más sinceras y genuinas", define.

La coreógrafa Pía Martínez Silveyra tuvo la revelación en un viaje a Europa, hace tres años. Mientras recorría el Viejo Continente con la única compañía de su mochila y un cuaderno, empezó a escribir. Y de pronto, sentada en una terraza de Barcelona, dos días antes de pegar la vuelta, se dio cuenta de que había una palabra que se repetía casi en todas las páginas del cuaderno. Era "soltar". "En ese viaje empecé a conectarme conmigo y la palabra soltar aparecía mucho, en casi todas las páginas, en el texto y hasta dibujada con distintas tipografías. Fue un pensamiento que se apoderó de mí. Empecé a darme cuenta de situaciones y personas a las que estaba aferrada y sentí que era el momento de dejarlas ir para hacerles lugar a otras nuevas", relata Pía, que tiene 28 años y dirige una academia de comedia musical.

A diferencia de Sabrina, Pía no se sentía infeliz, no atravesaba una crisis personal ni buscaba un cambio radical, aunque sí la invadía cierta sensación de agobio. "Estaba atrapada en el día a día, contenida. En el viaje empecé a descomprimir y la palabra soltar apareció", recuerda. Decidió que iba a tatuarse esa significativa palabra en su muñeca izquierda, a modo de recordatorio. "Es para tenerlo a mano, para verlo y recordarme día a día que tengo que dejar ir, no quedarme estancada o trabada en una determinada situación. Suelo aferrarme mucho a ciertas situaciones o personas, y entonces necesito de algo que me recuerde que tengo que soltar. Es algo que trato de ejercitar a diario. Sobre todo con cuestiones relacionadas con la profesión porque suelo tomar un montón de responsabilidades, en especial a fin de año, y por momentos me encuentro abrumada. Entonces miro el tatuaje y me digo tenés que soltar. Y suelto".

Por su parte, Virginia Gawel, psicóloga y directora del Centro Transpersonal de Buenos Aires señala que para soltar hay que practicar el desapego apasionado. "Cuando se ama desapegadamente, lo hacés sabiendo que esa persona, mascota u objeto no es tuyo, no lo poseés. Desapegarse es un modo de mirar la vida, de estar atento a soltar hábitos, situaciones y hasta expectativas que no son buenas. Soltar no significa no tomar nada de la vida, sino elegir sólo lo que es bueno para nosotros y desarrollar pequeños hábitos de felicidad", plantea Gawel y advierte sobre el uso casi esnob que se hace de este concepto. En las redes sociales "soltar" es usado para todo, incluso de modo algo irónico y hasta peyorativo.

Pero no sólo las relaciones cuesta soltar. También están los hábitos nocivos como fumar, que suele rankear en primer lugar. Y también cuesta soltar los que se creían saludables. Durante gran parte de sus 38 años Emiliano Viana fue el "chico gym": metódico, ordenado y con una alimentación light, baja en grasas y alta en carbohidratos para obtener la energía necesaria para entrenar. Pero no se sentía bien. "Me estaba enfermando, me sentía mal. Empecé a investigar y vi un video que explicaba de forma muy sencilla los beneficios de la grasa en la dieta y un programa de entrenamiento más divertido, en una plaza, al aire libre, sin ir al gimnasio. Solté las harinas y las reemplacé por proteínas y probé la dieta paleo, que consiste en consumir muchas verduras, carnes, huevos y algo de fruta. Y di con la tecla. Mi voluntad y mi facilidad para entrenar ahora son enormes. Lo más notable es la energía que tenés. Yo antes sentía que estaba con el tanque vacío", asegura Emiliano, que lleva 16 meses alejado de los carbohidratos. "Veo una medialuna o una pizza y no me pasa nada. Las harinas te atan, generan una dependencia psicológica con la comida". Pero Emiliano fue un poco más allá. Cambiar su dieta fue apenas el comienzo de un cambio más radical que lo llevó a soltar (casi) todo porque también se propuso evadir el confort.

A pesar de que soltar viene cargado con un mensaje positivo y luminoso, hay quienes creen que también tiene una parte oscura. "Es importante aprender a discriminar qué soltar y qué no y para eso hay que tomarse el tiempo de pensarlo, aún en una vida tan acelerada —explica Laura Orsi, médica psicoanalista y miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina (APA)—. Creo que hay una especie de exceso de soltar ante la primera dificultad. En esta época cuesta aferrarse a las cosas, cuesta comprometerse con algo. Es una cultura de acción más que de reflexión. Soltar requiere de cierta habilidad".

Orsi también observa cierta tendencia a evadirse y no enfrentar o atravesar los problemas. "Lo que se suelta queda flotando por ahí. Y lo que permanece flotando puede volver después indexado. Casi tan importante como soltar es ver de qué manera se soltó".

Una práctica que da miedo y ansiedad.

A principios de 2016 año, la reconocida fotógrafa argentina Gaby Herbstein volvió a sorprender con la muestra Estados de conciencia, su trabajo más introspectivo.

Con tintes surrealistas, cada una de las imágenes era acompañada de una frase. Una de las fotos más impactantes de la muestra (ver abajo) era la de una mujer atada al cielo con sogas que están a punto de desgarrarse. Abajo, el mensaje: "Aprender a soltar".

En su rostro no hay temor. Hay paz. Y expectativa por lo que va a pasar. Pero en general, soltar da miedo. "Estás dejando un espacio para algo que no sabés qué es. Soltar es incertidumbre, da ansiedad e inseguridad. Con los objetos, soltar suele ser más sencillo. Pero en el caso de las relaciones, hábitos y cuestiones intangibles, como la fama, el prestigio o el poder, se complica mucho más", asegura el psiquiatra Jorge Rovner, que insiste en que la clave para soltar de forma auténtica es "vivir lo menos apegado posible a las cosas y a las personas. El compromiso verdadero no es posesión. Cuando pienso que algo o alguien es mío, coarto su libertad. Lo cosifico. Eso no es amor".

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