G.V.
La memoria es una de las facultades más importantes del cerebro. Sin ella, no podría entenderse el concepto de inteligencia y ni siquiera se sostendrían los mecanismos de aprendizaje. No obstante, si bien no existen estudios concluyentes al respecto, es probable que esta capacidad tenga límites y no todo quede registrado: olvidar —conocida manifestación de una "falla" de la memoria— es un acto inevitable. De todas formas, es necesario reconocer cuando ello deriva de un trastorno que deba tratarse.
Recientes investigaciones demuestran que la pérdida de memoria no es parte del normal envejecimiento, ya que esa facultad puede mantenerse en un buen nivel durante toda la vida. Un uso constante, actividad física, buena alimentación y algunos fáciles ejercicios ayudan a entrenar esta función vital para el ser humano.
OLVIDO O DISTRACCIÓN. "¿Dónde dejé las llaves?" "¿Cómo se llamaba ella?" "¿Qué te estaba diciendo?" Seguramente no le resulte difícil recordar algún momento en el que se formuló preguntas similares, delatando un olvido de su pasado más reciente. Sin embargo, estos casos no constituyen patología alguna, ni mucho menos un problema que deba se tratado.
Como explica el director del Departamento de Neuropsicología del Hospital de Clínicas, Jorge Lorenzo, "se discute mucho si la memoria tiene límites o no. Lo más probable es que sí, que no todo quede registrado en alguna parte. Por eso es ineludible que todos tengamos olvidos, aunque no podamos decir que tenemos trastornos. Cualquiera puede olvidarse de un nombre, de una dirección".
A su vez, afirma el neurólogo, se debe diferenciar entre olvidos —los cuales se relacionan con la memoria— y "trastornos atencionales" o distracciones, que tienen que ver con un sistema que pasa por otras estructuras cerebrales. "Muy a menudo los trastornos de atención son sentidos por el sujeto como olvidos, pero solo son distracciones. Preguntarse dónde dejamos los lentes o las llaves, es algo que nos pasa a todos. El quedar en blanco, ese instante en el cual uno no sabe qué iba a decir o sale a la calle y duda para qué lado agarrar; eso es un trastorno de atención y su duración es muy cortita. En pocos segundos lo resolvemos. El olvido, en cambio, es una información que se ha perdido y, de repente, no se recupera nunca más, algo que sucede muy a menudo en los casos de trastornos de memoria orgánicos, que afectan al cerebro".
¿Cómo saber entonces cuando las fallas de la memoria son serias? La respuesta es simple: cuando afecta sus actividades diarias. Si algunas veces se olvida un nombre, probablemente no haya nada malo. Sin embargo, puede tener un problema a tratar si olvida cosas que ha hecho muchas veces anteriormente, como llegar a un lugar al que ha ido frecuentemente. "Cuando existe un trastorno, el paciente suele recordar muy bien los acontecimientos más remotos —referentes a su niñez, adolescencia o juventud— pero no lo que pasó ayer o anteayer. Se da en algunas patologías importantes, como el Alzheimer", dice Lorenzo.
A su vez, confirma que para ser calificado como trastorno el olvido "debe ser importante, frecuente, persistente en el tiempo y tiene que perturbar la actividad habitual del sujeto".
Otra diferencia entre problemas de la memoria normales y la demencia es que la primera no empeora a través del tiempo.
GÉNESIS. El envejecimiento puede afectar la memoria cambiando la forma en que se almacena información y provocando dificultad al recordar esos datos. La memoria "de corto plazo", así como la llamada "remota" no son frecuentemente afectadas por la vejez. Pero la memoria "reciente" sí puede ser afectada.
No obstante, vale aclarar que el desgaste, a partir de los 50 años, es normal. Tal como explica Lorenzo, "es natural que con la edad vengan problemas de memoria. No se puede esperar que una persona a los 30 años tenga la misma capacidad de recordar detalles o de aprendizaje —que es básicamente una facultad de la memoria— que a los 80. Sin embargo, si bien hay un ligero decremento de la capacidad de recordar, esto no debe volverse invalidante".
Perder la memoria, en adultos mayores, puede deberse más a dejar una vida laboral, aislarse y carecer de motivación que al proceso de envejecimiento en sí mismo. "Nuestra capacidad de memoria varía con nuestras responsabilidades. Es obvio que un chico joven que está estudiando obliga a un esfuerzo de la memoria muy importante. Alguien de 80 años, con una actividad más acotada, no precisa tantos recursos. Uno no supone que un sujeto de 80 años será gerente de un banco, y de hecho no lo es", indica el especialista. Además, los mayores suelen compensar su menor velocidad mental con un mayor cúmulo de conocimientos previos.
TRASTORNO. Cuando los olvidos no llegan por vías naturales, las causas pueden ser diversas: desde enfermedades degenerativas —como el mal de Alzheimer—, procesos de deterioro vascular o traumatismos de cráneo, hasta déficit de atención e hiperactividad del adulto y consumo de ciertas drogas, incluido el alcohol. En sí, prácticamente todas las enfermedades que afectan al cerebro pueden provocar trastornos de la memoria.
El foco también puede estar en causas emocionales, que generan fallas en el momento de registrar la información. Este mecanismo puede verse afectado por estrés, ansiedad y hasta depresión.
Así como existen ejercicios para mantener el físico en buen estado, la memoria puede entrenarse con el fin de que un eventual desgaste se retrase la mayor cantidad de tiempo posible. Claro que esta gimnasia no garantiza convertirse en Ireneo Funes —el famoso personaje de Borges que recordaba cada momento vivido en un detalle imposible—, ni mucho menos, ya que cada persona tiene límites innatos.
"Es una cuestión natural que algunos tengan mayor capacidad que otros. Pero la tasa de variabilidad no es tan alta como la gente supone, hablando en términos generales. Hay memoriosos excepcionales, pero es raro. La gente tiene una capacidad parecida. Claro, que quien la ejercita puede alcanzar un mayor rendimiento que quien no lo hace nunca", afirma el neurólogo Lorenzo.
Para una persona con buena salud, la forma de ejercicio es la actividad. Estudiar, leer, ver televisión o jugar juegos de ingenio son algunos de los factores positivos. Existen algunos trucos que recomiendan los especialistas (ver recuadro).
A nivel general, se recuerda el 5% de lo que se escucha, el 15% de lo que se ve y el 90% de lo que se hace, por lo que una estrategia es convertir la percepción en acto.
Existen planes de rehabilitación de la memoria para pacientes con trastornos, en cuyos casos se debe consultar con un experto. Respecto a los fármacos, el director de Neuropsicología del Clínicas explica que si bien son beneficiosos en determinadas patologías —particularmente el Alzheimer— y mejoran o mantienen el rendimiento, "no hay ningún fármaco que mejore la memoria en personas comunes; nada que esté demostrado ni avalado".
PROTECCIÓN. El estilo de vida es un factor que puede cuidarnos frente a trastornos cognitivos en general y de memoria en particular. "Así como existen muchas cosas que pueden hacer el deterioro más factible, se dan factores ambientales que protegen el cerebro. Entre ellos está el ejercicio físico. La alimentación no se ha demostrado que incida específicamente. Pero es obvio que si se come comida chatarra todos los días y eso genera una dislipemia, se tendrá mayor riego de desarrollar problemas de memoria que si se alimenta sanamente", indica Lorenzo.
También el grado de estimulación y actividad mental a lo largo de la vida y la buena salud emocional influyen fuertemente, retrasando la aparición de trastornos de este tipo, en personas sanas. Algunos expertos aseguran que el aprendizaje en sí estimula un mayor crecimiento de las neuronas.
BUENA SALUD DE HABILIDADES COGNITIVAS
y A partir de los 50 años, controle periódicamente sus habilidades mentales realizando una evaluación sistemática de éstas.
y Lleve un estilo de vida sano. Evite el alcohol y el tabaco, y realice actividad física regularmente.
y Intente evitar situaciones de estrés y disfrute momentos recreativos.
y Mantenga una amplia gama de intereses y hobbies.
y Intente mantener una vida socialmente activa.
y Intercambie momentos y opiniones con personas de menor edad.
EJERCICIOS PARA RECORDAR
y Mire una película y explique la trama a quien no la haya visto.
y Haga las cuentas mentalmente en el supermercado y luego compárelas con el resultado a pagar.
y Lave sus dientes con la mano no dominante.
y Cuando atienda el teléfono, trate de reconocer al que llama antes de que se identifique. Luego intente memorizarlo. Al final del día escriba el nombre de todas las personas que llamaron.
y Cuando entre en un cuarto lleno de gente trate de estimar rápidamente cuántas personas hay a su derecha y cuántas a su izquierda.
y Cuando cene en un restaurante o en casa de un amigo, trate de identificar los ingredientes utilizados en el plato que está comiendo. Concéntrese en los sabores sutiles. Luego verifique sus percepciones con el mozo o su acompañante.
TRUCOS PARA EVITAR LAGUNAS
y La memoria de trabajo es a corto plazo y sólo sirve para guardar 6 o 7 datos. Un truco para expandirla es segmentar la información. Para recordar un número de 9 dígitos, divídalo en grupos de 3.
y Conozca qué tipo de memoria está más desarrollada en usted. Si es la visual, apóyese en imágenes. Si es la auditiva, repita para sí lo que desea recordar.
y Utilice varias vías para recuperar la información. Cuando olvidó una palabra, recurra a un sinónimo. Los crucigramas y juegos de letras ayudan a agilizar la mente.
y Haga una cosa por vez. Eso ayuda a focalizar la atención.
y Sea organizado. Tenga un solo lugar para las llaves, uno para los anteojos, otro para el celular. Decida si va a llevar la agenda siempre o si la va a dejar en su casa, así no tiene que recordar si la llevó o no. Fuente: La Nación