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La crisis de los 40: ¿a qué se debe?

La crisis de mediana edad atraviesa a millones de personas, especialmente a partir de los 40 años: cuáles son sus síntomas, la duración y cómo se la puede tratar.

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Crisis de los 50
Canva

Depresión, ansiedad, extremo deseo de cambio, altibajos en el humor, desencuentro con la pareja y encontronazos con los hijos: algunas de las características que más se repiten en los adultos que atraviesan las crisis de mediana edad. Un período tenebroso para algunos y epifánico y de aprendizaje para otros. Según los especialistas, la crisis de los 40-50 es diferente para cada persona y también varía entre hombres y mujeres.

Quién no escuchó hablar de un conocido que de la noche a la mañana decidió separarse de su pareja de décadas sin un porqué, o de un vecino conservador que de repente simula ser un motoquero o de la mamá de un amigo que dijo que se cansó y renunció a su trabajo de toda la vida. Ejemplos hay miles y están a la vuelta de cada esquina.

“La crisis de la mediana edad” es un término descrito por primera vez por el psicoanalista canadiense Elliott Jaques en 1965, cuando publicó La muerte y la crisis de la mediana edad. Allí escribió: “A la edad de 35 años, la persona alcanza la plenitud de la vida y observa ante sí un trayecto en declive que concluye con la muerte. Esto produce una crisis que es más intensa en unos que en otros (…) es un período de angustia y depresión”.

Una explicación similar dio el médico y psicólogo Carl Jung, quien describió esta etapa como una parte normal de la maduración adulta y como el tiempo durante el cual las personas se evalúan a sí mismas.

“Estas crisis son un tiempo de reflexión personal que se caracteriza por cuestionarse, principalmente, hechos pasados y posibles caminos futuros”, explica el psicólogo Gonzalo Udaquiola. Agrega que este período suele despertar situaciones de angustia o impulsos de cambio.

Jaques instaló el concepto, pero el “diagnóstico” comenzó a popularizarse a mitad de los años 70′con el libro de Gail Sheehy, Transiciones: Las Crisis De La Edad Adulta. La autora escribe que alrededor de los 40 años, hombres y mujeres tienden a caer en una crisis por envejecer y quedarse sin tiempo para alcanzar sus metas y cuestionar las opciones de vida.

Síntomas

Según Udaquiola, las conductas más recurrentes son la introspección y los replanteos de cosas mínimas y mayores. De la misma forma, los especialistas de salud de Mapfre, añaden otros síntomas característicos del malestar:

• Salir más por las noches.
• Hacerse tratamientos y operaciones estéticas.
• Tener tendencia a cometer una infidelidad.
• Gastarse el dinero en lujos o caprichos.
• Querer hacer realidad fantasías y sueños que antes eran impensados.

Respecto a la diferencia en cómo padecen la crisis las mujeres y los hombres, en un artículo que se publicó en la revista The Atlantic, el autor Jonathan Rauch habló sobre la “curva en U”, un término del ámbito de las ciencias sociales que hace referencia a una caída en la felicidad que ocurre en la mediana edad en todo el mundo, incluso en los simios. Otra investigación sugiere que la felicidad de las mujeres toca fondo alrededor de los 40 y en los hombres, alrededor de 50. Por lo que daría el pie a entender que una mayoría de mujeres pasa por esto varios años antes, es decir, que cuando a los hombres se les empieza a desencadenar la crisis, las mujeres parecen no verse afectadas, pero en realidad tiene que ver con que ya han pasado por eso.

Según el teórico y filósofo John Gray -escritor del popular libro Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus- en momentos de crisis hombres y mujeres precisan cosas diferentes. Mientras las mujeres suelen tener necesidades de cuidado, comprensión, respeto, devoción, reafirmación y tranquilidad; a los hombres les hace falta elementos como la confianza, el aprecio, la admiración, la aprobación y el aliento.

De todos modos, el psicólogo Udaquiola especifica que si bien estas crisis están vinculadas a algo vital de la vida y son esperables en la mayor parte de las personas, no es una condición que derive en un trastorno psíquico como la depresión o la ansiedad. “Lo fundamental es estar atento y acompañar si uno se da cuenta de que un conocido está pasando por este proceso. Hay que ayudarlos a atravesar el momento y a buscar espacios que les brinden herramientas para el desarrollo personal”, explica el licenciado en Psicología. Por último, destaca: “Esta es una crisis esperable que para algunos puede ser tomada como una oportunidad”.

Victoria Vera Ziccardi * La Nación/GDA

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