La Bienal de Montevideo convierte el Palacio Legislativo en un puente simbólico hacia la Amazonía

Entre textiles, esculturas e intervenciones, la muestra propone una mirada ecológica, cultural y espiritual de la región más vital del planeta.

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Bienal de Montevideo
L. Mainé

Uruguay recibe una nueva edición de la Bienal de Montevideo, que este año mira hacia el corazón verde del planeta. Hasta el 30 de noviembre, el Palacio Legislativo —un escenario tan solemne como inusual para el arte contemporáneo— se convierte en un puente simbólico hacia la Amazonía, en sintonía con la COP30 que se realizará en Belém.

Para Alfons Hug, curador fundador, la continuidad es un logro en sí mismo. “He visitado más de 130 bienales en el mundo. En Sudamérica, la mayoría no pasan de una o dos ediciones. Que Montevideo llegue a la sexta habla de solidez”, afirma. La propuesta se consolida con 34 artistas de Uruguay, Brasil, Perú, Venezuela, Chile y Paraguay.

El tema amazónico no surge de la coyuntura: es parte de la trayectoria personal de Hug, que trabaja con la región desde los años 80. Pero hoy, dice, la mirada se transforma: “Antes no existía el arte indígena contemporáneo como tal. Había artesanía o pintura corporal. Este desarrollo de los últimos 10 o 15 años es fascinante”.

Entre las obras que destaca el curador figuran los textiles de la artista peruana Olinda Silvano, las hipnóticas pinturas de la paraguaya Salmi López Valbuena —“parece que se movieran” las figuras, dice— y la imponente serpiente construida con hélices de barco del brasilerño Marcone Moreira. También menciona la trayectoria de Luis Praga, veterano del arte amazónico, que retrata con crudeza la vida de las comunidades que viven sobre el río. Para Hug, estas piezas condensan el cruce entre naturaleza, memoria y conflicto social que define a la región.

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Bienal de Montevideo
L. Mainé

El Palacio Legislativo juega un rol protagónico: “Es tal vez el único Parlamento del mundo que acepta una bienal”, celebra Hug. Aunque reconoce que no es un espacio fácil para exponer, valora la apertura institucional como un gesto democrático que convierte al arte en asunto público.

En un contexto global donde la Amazonía suele reducirse al “pulmón del planeta”, la Bienal propone una mirada más compleja: la riqueza ecológica como inseparable de la diversidad cultural, lingüística y espiritual de quienes la habitan.

Las expectativas son altas. El arte indígena atrae como novedad y, al mismo tiempo, interpela: Uruguay está lejos de la selva, pero no del debate sobre el futuro del clima. Por eso, esta Bienal no solo trae obras: trae preguntas. Y, acaso, una invitación a imaginar “otra y mejor vida”, como propone Hug.

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Intervención en lo alto del Palacio Legislativo
Estudio Collet
ARTISTAS URUGUAYOS

Nadie esperaba levantar la mirada y encontrarse con Zapicán y Abayubá en lo alto del Palacio Legislativo, instalados provisionalmente. La intervención, parte de la 6ª Bienal de Montevideo dedicada a la Amazonía, reproduce las obras originales de Nicanor y Juan Luis Blanes, ampliadas por Edmundo Prati, y dialoga con las 24 cariátides del lucernario central.

Además de Pablo Uribe, la Bienal cuenta con destacados artistas uruguayos: Rita Fischer, Paula Delgado, José Gamarra, Héctor Laborde, Ricardo Lanzarini, Jill Mulleady, Juan Manuel Rodríguez, Sebastián Sáez y Álvaro Zinno.

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