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En la tierra del ceviche, los recuerdos de la colonia y los indígenas

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La vista del Barrio Miraflores sobre el Pacífico. Foto: Mariana Malek

VIAJES

Cuando hablamos de Lima muchos piensan en Miraflores o Barranco, sin embargo la capital de Perú es mucho más amplia, bulliciosa y cargada de historia que sus dos barrios más turísticos.

Llegar a Lima toma cerca de cuatro horas desde Montevideo. Son aproximadamente 3.200 km de distancia en un viaje que cubren varias aerolíneas que parten del Aeropuerto de Carrasco y que se basan en la capital peruana como centro de distribución a otros destinos, como Estados Unidos, Punta Cana o México.

La salida del aeropuerto Jorge Chávez marca el ritmo de la ciudad: en la puerta reina el caos, un sinnúmero de taxistas ofrecen el traslado a los pasajeros que llegan, las opciones son variadas y el trayecto desde la zona del aeropuerto Callao hasta el centro turístico, Miraflores, cuesta unos 15 soles (aproximadamente 150 pesos). El trayecto es largo, sinuoso, y sobre todo, embotellado. Para recorrer los kilómetros entre ese punto de la ciudad y la zona donde se encuentran los hoteles pasa más de una hora, con las bocinas sonando constantemente.

Los contrastes de Lima

Lima es una ciudad de contrastes. El Callao es un barrio que llama la atención por parecer abarrotado. Sin embargo, tiene también una memoria cultural vinculada con el puerto y la colonia. Actualmente, el vecindario intenta revivir y atraer a más personas revalorizando el arte callejero, las tiendas de diseño y las galerías de arte en la zona inaugurada recientemente, como Monumental Callao. Pero parecería que tiene que desarrollarse más para convertirse en un polo atractivo para los visitantes.

barrio Callao Lima
Los colores de Callao.

Por otro lado está Miraflores: la zona más atractiva y turística. Las avenidas son limpias, la policía pasa constantemente y los visitantes caminan por las calles y parques con tranquilidad.

El Parque Kennedy, en el corazón de Miraflores, tiene una iglesia muy cuidada, la Parroquia de la Virgen Milagrosa, y gatos, muchos gatos, que han sido abandonados allí y han convertido el lugar en su casa. Los vecinos de la zona se encargan de alimentarlos y gestionan las adopciones para que la comunidad felina no siga creciendo.

Bajando por Avenida Larco hacia la costa y colgado del barranco se encuentra el shoppping de la zona: Larcomar. Allí se aglutinan restaurantes y marcas de lujo con las vistas más bellas del Pacífico.

La zona del Malecón es un paseo costero muy disfrutable, pero muy distinta a lo que nos acostumbramos de la rambla uruguaya. Este paseo se encuentra en la ladera del cerro que cae en picada sobre el mar. A lo largo del Malecón se encuentran carritos típicos de la ciudad donde aguas, golosinas, canchita (maíz inflado) y revistas conviven de manera desordenada.

A pie por el paseo costero, se puede llegar al Parque del Amor, un predio verde con paredes de azulejos que emulan el Parc Güell de Gaudí en Barcelona, donde las parejas asisten a sus citas románticas e incluso dejan sus candados. En el centro de esta plaza se encuentra una gran estatua de dos amantes tumbados besándose, creada por Víctor Delfin.

A pocos metros de allí, aprovechando la altura y la imponente vista del Océano Pacífico —que incluye unos cuantos surfistas en el agua— se encuentra una estación de parapente en la que se amontonan hasta 11 instructores-guías que llevan a los turistas a dar paseos de 10 minutos sobre la costa por unos 270 soles.

Huaca Pucllana, Lima. Foto: Mariana Malek
Huaca Pucllana, Lima. Foto: Mariana Malek

En esta misma zona de Miraflores, la arquitectura moderna y europea convive con lo indígena. El museo de sitio —es decir una excavación activa— de la Huaca Pucllana se alza imponente. El lugar, explotado por civilizaciones preincas a lo largo de la historia es una inmensa montaña de ladrillos realizados con arcilla uno por uno y a mano. La zona aún está siendo excavada y seguirá así por unos 15 años más. Como parte del museo además cuenta con llamas, perros peruanos, cuys y hasta una huerta con los productos típicos, además de un lujoso restaurante ideal para visitar en cualquier momento y deleitarse con las exquisiteces del país andino.

Pegado al distrito de Miraflores se encuentra Barranco, una zona bohemia, ideal para pasear de día o salir a tomar algo por la noche por la cantidad de bares y restaurantes. En esta zona se encuentra el museo MATE del fotógrafo de moda Mario Testino. Reconocido mundialmente por ser uno de los fotógrafos top y trabajar en las mejores publicaciones, la exposición de Testino va rotando con el tiempo rostros conocidos como Lady Gaga, Taylor Swift, Naomi Campbell, Cara Delevingne y muchas otras figuras decoran las paredes del lugar. Además, en 1997 Testino fue el último fotógrafo en crear una particular producción con la princesa Diana de Gales y hay un salón en el que cuenta la experiencia y se expone un vestido que usó en su última sesión.

Museo Mate de Mario Testino. Foto: Mariana Malek
Museo Mate de Mario Testino. 

Testino también se ha encargado de mostrar el color y la exuberancia de la cultura de su país por lo que probablemente la sala más impactante del lugar es la que dedica a mostrar las ropas de los indígenas del Cuzco.

A pocas cuadras del museo del fotógrafo se encuentra la zona del Puente de los Suspiros con candados, arte callejero feminista y turistas que convergen y le aportan vida. El Puente de los Suspiros, (peatonal de madera) conecta una zona de Barranco con la otra, y da acceso a las mejores vistas al océano de la zona, donde por unos 20 soles se puede disfrutar de una cerveza o refresco y picotear algún bocado típico.

Streetart en Barranco, Lima. Foto: Mariana Malek
Streetart en Barranco, Lima. Foto: Mariana Malek

Convivencias

 En Lima conviven pacíficamente las iglesias —muchas más de las que uno imagina— con vestigios de las civilizaciones preincas e inca. El centro histórico de la ciudad recuerda que en su momento Lima fue capital del Virreinato del Perú -del que formó parte Uruguay hasta 1776 cuando se creó el Virreinato del Río de la Plata- y donde los conquistadores concentraron gran parte de la riqueza de Sudamérica.

Centro histórico Lima
Centro histórico Lima

Los balcones coloniales destacan en las antiguas casas de los gobernantes y adinerados de Lima, hoy convertidas en ministerios y en algunos casos abiertas al público. La zona tiene unas cuantas iglesias a las que hay que visitar. Entre ellas, el Convento San Francisco con sus famosas catacumbas.O la Catedral de Lima, donde se pueden ver los huesos del conquistador Francisco Pizarro. O la Iglesia de la Merced y la Basílica de San Pedro donde la opulencia de las láminas de oro resalta en los tallados religiosos.

Si bien se trata de una zona histórica con muchos edificios que son Patrimonio de la Humanidad, los turistas no abundan y los locales aconsejan ir con cuidado, escondiendo objetos de valor como relojes, teléfonos móviles, anillos, cadenas y pulseras.

Aunque parezca curioso, comer en la zona es más barato que en Miraflores por ejemplo, y allí se puede encontrar el Museo del Chocolate, que en realidad es una especie de tienda con delicias, productos de belleza y hasta adornos elaborados con cacao puro.

La gastronomía

Trío limeño
El famoso "trío limeño". 

Es difícil hablar de Lima y no hablar de sus sabores. La presencia de Gastón Acurio como uno de los mejores chefs del mundo han puesto a Perú en lo más alto. El peruano tiene numerosas cadenas de restaurantes especializadas en la comida típica, más allá del ya famoso Astrid y Gastón.

El “trío limeño” es probablemente la representación más frecuente de la comida más popular de la ciudad. El famoso trío está compuesto por ceviche, causa limeña y chicharrón de pescado. ¿Pero qué son? El ceviche es pescado y mariscos cocidos químicamente en jugo de lima (eso sí, con bastante picante). La causa es una especie de pastel que generalmente se prepara con pollo o pescado e incluye un puré de papa bien firme con ají amarillo, mayonesa, palta y tomate. El chicharrón de pescado son las típicas miniaturas de mar. He ahí la “santa trinidad” de la comida popular peruana, una combinación que se esparce por toda la capital y le da a ella uno de sus sellos distintivos.

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