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El verano y las frases hechas

Los humanos tendemos a repetir comportamientos - Por Washington Abdala

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Washington Abdala.
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Es muy difícil oír genialidades ciudadanas por allí. Es que genios de verdad no hay muchos y, si fuera así, tampoco es que embocan todo lo que hacen o dicen. Mandrake el mago era una historieta. La vida tiene mucho más de aquella película Whisky, tan uruguaya en sus tiempos existenciales, pero tan real. Voy a procurar verla de nuevo a ver cómo me pega en el 2023.

Por eso la cultura vive cargada de lugares comunes que son la sumatoria de vivencias de la gente que se concretan en “frases hechas” acompañando al existir. Es que vivir tiene mucho de rutina y la rutina brinda seguridades, por eso los humanos tendemos a repetir comportamientos para no sentir que caemos al vacío. Hay, de cualquier forma, gente más jugada que no es así, por suerte.

Lo que me asombra de este asunto de las frases que todos repetimos (por ejemplo “la necesidad tiene cara de hereje”) es que cada idea tiene su contraria y así se puede vivir descubriendo frases y consignas para todo y sus respectivas visiones confrontadas. Una alienación perfecta.

Observe el lector como a diario nos zambullimos todos en conceptos que reiteran conceptos. De paso se rellenan conversaciones de esa forma, con cara de Sócrates y creyéndonos sabiondos. Muy Mastropiero, muy. Hablar del tiempo para los uruguayos es casi una devoción, mejor dicho, quejarnos del tiempo. Si es un verano intenso, caluroso, la queja es: “No se banca, cuando aflojará, está insoportable” y expresiones así. Y la queja para que finalice la estación en la que estamos. Gente muy quejosa resultamos. No sé de dónde viene este talante quejoso.

Este fenómeno mirado desde la sociología tiene que ver con la socialización de cada comunidad y cada sociedad la construye a su manera. Los uruguayos socializamos con el tiempo, con el barrio, con el fútbol, con la política, con el carnaval y con las noticias rumor. Luego hay grupos pequeños que lo hacen desde concepciones que les son propias. Todos esos vectores de identidad nos hacen únicos, pero a la vez globales. Y por supuesto que cada subgrupo cree que el mundo en que participa es el centro de las preocupaciones planetarias, sean jugadores de ajedrez o voluntarios sociales. Y está bien que así sea. Y desde allí arrancan conversaciones en los ascensores con vecinos, en el barrio en cualquier esquina, en los lugares donde la vida nos ubica para hacer algún trámite.

Para mí el verano es la mejor época. El verano ambienta mayor socialización, la gente está de mejor onda, hay más predisposición a compartir espacios con otros y a interactuar con personas que uno en invierno ni les mira la cara. Estoy seguro de que en verano hay más gente que conoce gente y más dinámica de interacción social. Es una obviedad, pero es así. ¿Cuántos amores nacen en verano?

¿Es cultural el asunto o tiene otra naturaleza? No lo sé, con franqueza creo que es una temporada donde se hace más fácil la vida, se sale más y por eso el diálogo entre la gente se produce con más facilidad. Y las playas de nuestro país que son un regalo de Dios, que están allí y que nos ofrecen macro territorio de interacción.

Hace pocos días una periodista puso en Instagram que en el verano se sentían en las playas conversaciones de otros con el vientito que las arrimaba. Me pareció sutil y cierto el comentario. Aunque uno no lo quiera, eso pasa y la oreja está allí, quietita, prestando atención sin hacer esfuerzo. Yo no hice casi nada de playa este verano, pero tengo claro que esa picardía me entretenía mucho hace años. Me gustó leer que no era el único pecador.

Y en esas conversaciones uno se siente más o menos identificado porque la vida de los demás tiene muchas semejanzas con la nuestra: todos queremos ser felices, ser amados, tener equilibrio, ayudar a los hijos, cuidar a los padres y todo lo que tiene sentido dentro del caos de la vida. Al final el juego es ayudarnos a vivir lo mejor posible entre todos. Sí, por eso las frases hechas, supongo, ayudan, son como empujones que hacen arrancar el motor. Buen domingo.

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