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El amor de Leo Sanguinetti por la pesca y cómo esa pasión lo ayudó a reconciliarse con el Chino Recoba

Su padre fue quien le inculcó el hobby. La caña y el reel son su mejor ansiolítico, y fueron claves para que el periodista deportivo recompusiera el vínculo con el DT e ídolo tricolor.

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Leo Sanguinetti pescando junto al Chino Recoba y su hijo Jeremía.
Leo Sanguinetti pescando junto al Chino Recoba y su hijo Jeremía.

Agarrar el auto y hacer 40 kilómetros hasta una playa canaria para tirar la caña es plan de todas las semanas para Leo Sanguinetti. Supo pasar 10 horas esperando que picara (o no) un pez y hasta llegó a alquilar una casa por un par de noches para irse solo, en modo retiro, a practicar su hobby favorito. “Me encanta pescar, me desconecta. Es un buen ansiolítico, me calma, me desestresa”, asegura Leo a Domingo.

Los únicos “vicios” del relator y periodista deportivo hoy son el tenis y la pesca, ambas actividades compartidas con Álvaro “Chino” Recoba. Encontró en el técnico de Nacional un gran aliado y además los pasatiempos sirvieron para que limaran asperezas ya que no tenían la mejor relación.

Del odio al amor

El Chino Recoba le caía mal a Leo. Su bronca era porque le había negado una nota breve para 13 a 0 y antes había charlado una hora con otro periodista. “Me vino a buscar el jefe de prensa de Nacional para saber qué había pasado, me lo quiso traer y le dije ‘no me interesa, no vivo del Chino Recoba’”, revela Leo.

Dos años atrás se reencontraron en Abran Cancha. El Chino fue como invitado al ciclo que Leo co conduce en Del Sol y al llegar dijo que solo tenía 40 minutos porque lo esperaban en un evento. El tono de la entrevista le gustó tanto que no solo les cedió una hora y media de su tiempo, sino que agendó el número de Leo sabiendo que compartían pasiones y terminaron jugando torneos de tenis (este mes salieron campeones en el Carrasco Polo) y saliendo a pescar. “Lo llevé a la casa de pesca donde voy (Free Time) y compró todos los accesorios. Llegamos a ir a Las Toscas con el Chino, su hijoJeremía, Horacio Peralta y Nelson Abeijón y después hicimos un asado. Él tiene una lancha y salimos varias veces. Incluso alquilamos dos casas en Bella Vista y compartimos mini vacaciones para pescar juntos”, cuenta.

ADN pesquero

Leo Sanguinetti pescando con su padre y su hermano en la playa de Aguas Dulces.
Leo Sanguinetti pescando con su padre y su hermano en la playa de Aguas Dulces.

El origen del amor de Leo Sanguinetti por la pesca se remonta al mes de vacaciones en Aguas Dulces que pasaba junto a su familia durante la niñez. La caña era infaltable en cada ida a la playa con su padre, el gran responsable de su fanatismo por este deporte: “Pescábamos todos los días para comer”, recuerda. Y cuenta que su tío, aficionado a la pesca de toda la vida, también le dio manija y lo motivó regalándole accesorios.

“En Montevideo también iba a pescar con mi padre pero no había auto en mi familia, así que íbamos una vez cada tantos meses. Nos tomábamos el 174 a Punta Carretas, nos bajábamos en el Club de Golf y caminábamos cargados seis cuadras. Cuando tuve mi auto empecé a ir tres veces por semana, si tenía tiempo”, relata quien disfruta de recorrer tiendas de pesca y nunca se va con las manos vacías: un plomo, un anzuelo, un reel o una caña, siempre algo se tiene que llevar.

Cuando integraba el staff del noticiero matutino de Canal 4, su momento de mayor felicidad eran los viernes al mediodía: salía a las 10:00 AM y se apuraba a llegar a su casa para poner todo el equipo en la camioneta e irse a pescar. Es tal su locura que en una época en la que no tenía un solo día libre llegó a escaparse a Cuchilla Alta una tarde con vientos de 40 km/h porque lo mataba la abstinencia. “Tiraba el plomo y me lo devolvía, era imposible por el viento. Pasé más tiempo manejando de lo que estuve ahí”, repasa entre risas.

Confiesa que no le gusta hacer sufrir al bicho ni matar peces chiquititos: “Pesco para comer, amo regalar pescado y cocinar para los demás”. Y concluye: “No baso mi alegría en lo que pesco porque la mayoría de las veces me voy con las manos vacías. La pesca es mi cable a tierra. Soy lo más ansioso que hay pero voy, dejo las cañas en un posa reeles y me quedo leyendo. Esa conexión con el mar y no saber qué hay debajo del agua me encanta”.

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