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¿DEPORTE DE ALTO RIESGO?

Desde baldosas flojas hasta una vela de kitesurf: los peligros que acechan al correr en la rambla

Un runner hizo la lista de los “peligros” que debe sortear en la rambla y lo publicó en las redes. Si bien fue una broma, varias de las situaciones denunciadas son un problema real. Domingo se propuso ver qué se hace al respecto.

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Rambla de Punta Carretas. Foto: Archivo
Rambla de Punta Carretas.
Foto: Archivo

“Algo light para variar: ¿por qué correr en la rambla de Montevideo es un deporte de alto riesgo? Va lista de obstáculos:

- Baldosas levantadas.

- Ciclistas haciendo zigzags a 30 km/h por la vereda.

- Perros con correa elástica atravesando la vereda con su señora dueña del otro lado (uno de mis porrazos más memorables).

- Perros sin correa elástica.

- Perros, bah!

- Monopatines eléctricos.

- Skaters.

- Patinadores veloces.

- Patinadores principiantes.

- Ramas de palmera en la curva del Panamericano (solo días de viento, o sea 350 días/año).

- Vela de kitesurf (posta, me cayó una en la cabeza!!)

- Fumadores que tiran el pucho encendido justo cuando estás pasando.

- Otros runners que dan media vuelta sin mirar si viene alguien atrás.

Seguro que me olvido de alguno. ¿Hay otros runners en la sala? Los leo”.

Este tuit fue escrito por Alain Mizrahi, fundador y CEO del Grupo Radar, el 18 de febrero de este año. Al momento de escribir esta nota contaba con 56 mil visualizaciones y una larga lista de respuestas, algunas en broma, otras en serio, otras de tono violento… en fin, como suele suceder en la red social que hoy conocemos como X.

Mizrahi se define como fan de las redes sociales, las que utiliza para publicar todo tipo de contenido, entre los que se cuentan varios hilos muy instructivos e interesantes. Pero ese domingo de febrero tenía ganas de bromear, divertirse y jugar con cosas que realmente le han ocurrido en los muchos años que lleva corriendo en la rambla montevideana. Además, acusa haber participado en 26 maratones a lo largo de ocho países. Cuentos tiene muchos.

“Ese día me di un porrazo en la rambla por una correa de un perro y dije: ‘Ta, voy a escribir esto porque ya se convirtió en un deporte extremo’ y me puse a hacer mentalmente la lista de todos los obstáculos que hay en la rambla y ¡me di cuenta de que eran un montón!”, cuenta a Domingo entre risas y al mismo tiempo sorprendido porque lo estuviéramos consultando por este tema.

Es que lo que Mizrahi planteó en tono jocoso tiene también su lado serio; muchas de esas situaciones pasan y con desenlaces que no dan risa. Para varias existen incluso regulaciones o la simple aplicación del sentido común para lograr una convivencia pacífica entre todos los usuarios de ese espacio público tan preciado que es la rambla. Que se conozcan y se respeten ya es otro cantar. Por eso Domingo decidió investigar qué pasa con varios de los “obstáculos” mencionados por Mizrahi.

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Corredores y ciclistas conviven a distintas horas.

Los pichichos

“Las correas de perro son un peligro porque está la dueña de un lado y el perro del otro y vos no ves que está la correa en el medio atravesando la vereda”, comenta Alain sobre el incidente que dio origen al tuit. Reconoce que en esos casos no hay nada que hacer porque uno no se va a poner a insultar a la dueña. “¡Pobre señora! El perro hace lo que quiere con ella”, acota.

En este caso el perro iba atado, siguiendo la normativa vigente que establece la Intendencia Municipal de Montevideo (ver recuadro). Pero hay lugares en los que los canes tienen derecho a andar sueltos. No se trata específicamente de la rambla sino en la playa (Puerto del Buceo y Playa Miramar), el problema es que hay corredores que bajan a correr a la arena.

“Salgo muchas veces de noche a correr por la Playa Miramar y están los perros sueltos. El dueño te grita: ‘Mirá que no hace nada’, pero te viene un pitbull encima corriendo y no sabés si quiere jugar o te quiere morder”, señala Mizrahi.

De eso puede dar testimonio Mónica Devoto, miembro activo del grupo de corredores Correcaminos y con 14 maratones en su haber. “En una de las vueltas, a una de las chicas la mordió un perro suelto que estaba con su dueño en la Playa Malvín y hubo que llamar a la emergencia, la tuvimos que llevar al sanatorio y le dieron varias puntadas. Estuvo unos cuatro meses sin poder hacer ejercicio”, recuerda.

En estos casos, lo que Mónica destaca es que si bien hay mucha gente que sale a correr por correr, también hay mucha otra que está entrenando para una carrera, por ejemplo en el exterior, por la que pagó mucha plata para inscribirse o está haciendo un gran esfuerzo físico para poder participar.

“Una mordida de perro implica no poder correrla, perder el dinero y quedarte con la sensación horrible de no poder lograr el objetivo cuando capaz estás muy cerca. Eso es lo que nos duele a los que corremos”, asegura.

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Pilar Rama, entrenadora del grupo Actitud Rambla, también hace referencia al tema canes. “En estos 20 años del equipo, dos de las chiquilinas han tenido lesiones por los perros que le han llevado uno o dos meses recuperar”, relata, en este caso haciendo referencia a las caídas que provoca que un perro se atraviese o se lance sobre la persona aunque solo sea con intenciones de jugar. “El perro no entiende que uno está haciendo un ejercicio en el que quiere rendir y va concentrada”, agrega.

Está claro que la culpa no es de los animales, sino de sus dueños… varios de los cuales ni siquiera piden disculpas por el comportamiento de sus mascotas. Con mucha suerte, las retan.

Normativa

Perros tienen sus espacios, sino tienen atados

“Solicitudes de más espacios para perros, eso es lo primero que recibimos”, señaló Natalia Castro, directora de Espacios Públicos y Edificaciones de la IMM. “En ese sentido hemos creados la Unidad de Bienestar Animal y Tenencia Responsable que vela por el uso del espacio público por parte de los tenedores de animales”, agregó la jerarca.

Al respecto informó que se han creado más de 50 espacios delimitados y marcados con cartelería en los que, por ejemplo, los perros pueden andar sueltos siempre que cumplan con ciertas condiciones. “Estos espacios están georreferenciados y mapeados en la web de la Intendencia”, amplió. A esto se suma el parque canino que hay en la Rambla Wilson.

Según la normativa de la IMM, cuando se sale con el perro a la calle es obligatorio que tenga collar y, de ser necesario, también bozal. Además: “Los animales no pueden ingresar a espacios infantiles en parques y paseos públicos. En caso de no respetar esta normativa, quien esté a cargo del animal podrá ser multado con hasta cinco unidades reajustables”.

Las playas habilitadas para ir con perros son Playa Puerto del Buceo y Playa Miramar.

El encargado de fiscalizar esta normativa es el Servicio de Convivencia Departamental (teléfono 1950 5000) en conjunto con la Prefectura Nacional Naval.

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Perros en la rambla.

Cosas insólitas

Dejemos por un momento los inconvenientes más clásicos de la rambla montevideana y hagamos un repaso por esas cosas increíbles que uno no cree que pasan… pero pasan.

En su tuit Mizrahi habla de una vela de kitesurf. “Me pasó corriendo por la rambla de Carrasco. De repente siento que algo me cae encima de la cabeza y no entendía nada. ¿Qué es esto? Era de un tipo al que se le escapó la vela. Estaba tratando de doblarla y en lugar de írsele para la playa se le fue para la vereda y me cayó encima. ¡El pobre hombre no sabía dónde meterse!”, rememora el damnificado a las carcajadas.

Otro de sus relatos insólitos tiene que ver con una palmera enorme que está en la curva del edificio Panamericano. “Hay una rama que se te viene encima de la cara y no la ves llegar. Me la he llevado puesta en días de viento”, apunta y, como lo reseña en forma exagerada —o no— en el tuit, el viento en Uruguay dice presente muchísimas veces al año.

Es que la naturaleza juega su papel en esta zona de la capital. Es sabido que los días de mucho viento, en los que el mar está crecido, hay zonas en las que los corredores pueden recibir algún que otro chapuzón. Y si logran esquivarlo, igual pueden tener que cuidarse de los enormes charcos que se forman a ciertas alturas del recorrido.

“En la rambla de la Playa Carrasco los charcos son unas verdaderas lagunas, tenés que andar haciendo slalom después de los días de lluvia”, acota Alain en diálogo con Domingo.

Y después hay otro tipo de chorros, que no son precisamente de agua, porque la inseguridad también tiene su lugar en este paseo montevideano y hay que estar atentos. Pilar recuerda especialmente la vez que a uno de los lugares de reunión de Actitud Rambla llegó un auto Mercedes viejo, estacionó rápido y de él se bajó una mujer gritando “¡Me están siguiendo!”

“Intentamos calmarla, ayudarla, llamamos a la Policía. Resulta que dos motos se le habían acercado por la bajada de Coimbra y le habían clavado un cuchillo o algo en una de las ruedas de atrás. Pero lo curioso del caso no fue el intento de robo, sino que la mujer traía puestos los zapatos celestes que en una época te daban cuando viajabas en Buquebus. Estaba tan nerviosa que nunca se dio cuenta ni se los sacó”, rememora Pilar.

También hay historias inspiradoras, como las que hablan de los muchos animales que Mónica y sus compañeras han encontrado en las playas de Carrasco, Malvín o Pocitos. “Son de las anécdotas más lindas de estos 20 años que llevamos corriendo. Hemos rescatado pingüinos, focas, tortugas… Llamamos a protección de animales y hay veces que nos quedamos horas con ellos porque están lastimados o enfermos”, señala.

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Monopatines eléctricos.

El mobiliario de la rambla, por su parte, hace sus aportes. Baldosas flojas o levantadas, baldosas que cambian de tamaño de repente, postes de carteles que alguna vez alguien cortó e inexplicablemente dejó una peligrosa base de unos 10 centímetros que invita a los tropezones, son algunos de los ejemplos que menciona Alain a Domingo. Podemos sumar el pozo que hace unas semanas apareció en la rambla de Punta Carretas y que aún reparan.

También está el tema de las carencias. Por ejemplo, Pilar indica que en la rambla hacen falta baños. “A veces hay ‘largos’ para hacer y estás dos horas o más corriendo y tomando agua y no hay baños. Los lugares deportivos sobre la rambla no te dejan usar los suyos porque son para socios. Entonces hay que estar inventando, usando la imaginación, más en el caso de las mujeres”, se lamenta en diálogo con Domingo.

A propósito de este tema, en la época en que no había WhatsApp y se usaban los foros de Internet, Alain escribió durante mucho tiempo relatos de las carreras de la Agrupación de Atletas del Uruguay, pero en tono humorístico. Usaba el seudónimo de El Gusano. “Yo decía que me arrastraba en lugar de correr”, se explica. “Un día hice una compilación de historias de gente que tuvo ganas de hacer popó en el medio de una carrera y cómo lo resolvían”, añade sin vergüenza.

Curiosidad

Cuidado no chocar a la señora que camina y lee

Uno de los “obstáculos” con los que los corredores de la rambla montevideana tienen que tener cuidado de no chocarse es una señora que lee libros enteros mientras camina.

En una oportunidad Domingo quiso conocer su historia y ella prefirió solamente contar que lee de esta forma desde hace muchos años porque es el tiempo que encuentra para la lectura.

Es una lectora voraz desde niña, cuando su padre le regaló las obras completas de William Shakespeare. Para ella no es raro leer de esta manera ya que hay mucha gente que camina mirando su celular.

“Leer es maravilloso”, destacó.

Si le preguntan cómo hace para no tropezarse, simplemente responde que no lo sabe y sonríe.

¡Ojo con la gente!

Pilar dice que a la hora de salir a correr por la rambla no hay reglas del tipo “hay que circular por la derecha”, como ocurre con los vehículos en las calles. “No existen, pero tampoco hay grandes problemas. Es un poco aplicar el sentido común y el respeto. Respeto a la mamá que va con el cochecito, ojo con el perro, etc. Y cuando uno quiere entrenar ejercicios que requieren más espacio, tratamos de hacerlos en los horarios que va menos gente. Generalmente el corredor o el que camina es una persona que lo hace alegremente”, resalta sobre al ambiente que predomina.

Pero hay de todo en la viña del Señor y Alain da ejemplos molestos en su tuit o en algunos de los intercambios que tuvo con quienes le respondieron. Menciona a los grupos de rugbistas que salen en masa y que por el tamaño de su físico obligan a bajar a la calzada para poder pasar. “¿Te vas a poner a discutir con un flaco que pesa 30 kilos más que vos?”, se pregunta.

Pero también sucede con los que salen a caminar en grupos grandes y no dejan lugar para circular o los que van tan concentrados que saben que al llegar a determinado punto deben dar la vuelta y lo hacen sin fijarse si viene alguien; seguro termina en choque. Y ni que hablar los caminantes que van fumando y tiran el pucho sin mirar qué hay detrás.

Otro obstáculo muy común cuando llegan las temperaturas más benévolas son los noteros de los canales de televisión que deciden hacer sus salidas desde la rambla. Hay que aprender a esquivarlos. Y ni que decir cuando pretenden coseguir testimonios sin tener presente que un runner por lo general no puede —ni quiere— detenerse.

Dentro de esta categoría mediática habría que incluir los rodajes de publicidades o películas, que hacen de la rambla su escenario, incluyendo el catering con el que se alimentan sus trabajadores.

La lista podría continuar (pescadores que lanzan anzuelos, borrachos del día anterior, vidrios de botellas rotas) y así lo demuestra la cantidad de reacciones que generó el tuit original. Hubo quienes hasta se enojaron o pretendieron politizarlo cuando la charla cayó en el tema ciclovías. Alain no les dio corte porque nunca fue el ánimo al escribirlo. “Los corredores se dieron cuenta de que era en joda y agregaron cosas en ese tono”, apunta, aunque admite que mucho de lo que escribió podría invitar a corregir nuestra forma de relacionarnos con el otro.

“Falta civismo en todo el mundo: corredores, ciclistas, automovilistas, peatones…”, remarca. Y cuando habla de mundo también incluye a lo que ocurre fuera de fronteras porque, como buen runner que es, cada vez que sale de viaje lleva championes. short y camiseta para correr por el lugar que visita.

Entonces puede afirmar con conocimiento de causa que las situaciones reseñadas además ocurren en otros países. “Me han pasado cosas peores. Me ha pasado de correr en Yaundé, la capital de Camerún, y ahí no hay vereda. No existe el concepto de vereda, entonces estás mucho más regalado. Mientra que en el otro extremo está Ámstedam, con sendas para todo”, comenta.

Alain finalmente confiesa que no le da por revisar si su tuit continúa generando interacciones. “No vuelvo para atrás porque sigo distintas cosas en las redes”, alega. Más allá de eso, el posteo se mantiene tan vigente como el primer día.

Los mayores problemas son con las bicis

“El mayor peligro son las bicicletas”, asegura Alain Mizrahi al ponerse serio sobre el contenido de su tuit. “Las bicicletas, los monopatines, las patinetas, los patinadores… lo que sea, hacen cualquier cosa”, agrega.

Explica que no se dan cuenta de que el que va corriendo no tiene la misma capacidad de reacción que el que va en un rodado. “Te viene una bici de atrás y no la ves venir. O va esquivando gente, a 20 o 25 km por hora, y te lleva puesto”, denuncia quien en la noche se ha chocado con bicicletas encandilado por las luces de los autos.

Otro peligro son los monopatines eléctricos cuando están conducidos por gente que no sabe cómo hacerlo. Cuando recién llegaron al Uruguay, se pusieron de moda y había varias empresas que los alquilaban. Hoy todas se fueron y solo quedan las personas que se compraron el suyo. “Yo era un consumidor de monopatines porque para la vuelta chica dentro del Centro o Pocitos eran muy prácticos”, confiesa Alain.

Donde no quiere meterse es en las polémicas por la ciclovía. “Enseguida te acusan de estar en contra de Carolina (Cosse) o a favor de Carolina, y en realidad se trata de que puedan convivir peatones, corredores y ciclistas”, señala. Reconoce que por lo menos es una mejor solución que los carteles que hay en ciertas partes de la rambla (por la zona de Kibón), que “invitan” a los ciclistas a bajarse de la bicicleta y circular a pie. “Nadie le da bola, es imposible hacerlo cumplir”, apunta.

En 2019 esos carteles fueron complementados por una campaña que impulsó la IMM para determinados tramos de la rambla de Pocitos en los que no hay bicisendas. En esa parte se colocaron vinilos en las veredas que decían: “Da un paso para la convivencia. Las veredas recorrelas caminando”, mensaje que iba acompañado de tres figuras humanas: una con una bicicleta, otra con un monopatín y la tercera con un skate, en los tres casos sin usarlos sino llevándolos a pie.

La idea había surgido como respuesta a una propuesta del Presupuesto Participativo en la que bajo el nombre Caminar en Paz un grupo de vecinos planteaba la necesidad de generar un espacio para caminar por la rambla separado de los ciclistas. Claramente no dio resultado.

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Campaña de convivencia de la IMM en 2019.

La voz de las autoridades

La IMM recibe quejas y busca soluciones

“Es habitual recibir planteos que tengan que ver con la convivencia en el espacio público”, indicó Natalia Castro, directora de Espacios Públicos y Edificaciones de la Intendencia Municipal de Montevideo al ser consultada por Domingo sobre si llegan quejas por el uso de la rambla.

En tal sentido destacó que la población cuenta con varios canales de acceso para realizar sus sugerencias, como ser el Buzón Ciudadano o números de WhatsApp según el tema. “Los planteos ingresan por Atención a la Ciudadanía y son derivados a cada división que le compete”, detalló.

Castro hizo especial referencia a la nueva ciclovía que se está construyendo para la Rambla Sur, desde los clubes de pesca hasta la Escollera Sarandí, y que ya cuenta con la aprobación de la Comisión de Patrimonio (condiciones mediante para respetar las características arquitectónicas de la zona). Hasta el momento lo que había era una señalización provisoria sobre la vereda, parte de un plan piloto que se extendió más de lo previsto.

La directora reflexionó sobre la convivencia y el uso de los espacios públicos. “Creo que todos los usamos de distintas maneras, pero todas son válidas. Hay que apelar al respeto, en particular al respeto de la infraestructura que tanto cuesta mantener. Una de las cosas que más nos preocupa es el daño y el vandalismo sobre la infraestructura pública”, remarcó.

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En la zona del Parque Rodó se prepara un nuevo espacio de convivencia.

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