Por Valentina Caredio.
Hay una palabra que define a Curazao y a sus 155.000 habitantes. Con varios significados a la vez, “dushi” puede ser un adjetivo cariñoso, una forma de halagar sus comidas típicas y, sobre todo, una manera de describir “las cosas buenas de la vida”. Tomado del papiamento -uno de los idiomas oficiales de la isla ubicada en el Caribe- este concepto logra representar a los curazoleños y forma parte de su identidad.
“Dushi” sirve, también, para definir la belleza de Curazao, un país autónomo dentro del Reino de los Países Bajos. Sus habitantes, las transparentes aguas de sus playas, los colores de las casas coloniales europeas, sumado a la variedad de culturas presentes en sus calles y en su gastronomía hacen que este destino turístico sea una experiencia diferente y un viaje sumamente “dushi”.
Ubicado frente a la costa de Venezuela y cerca de Aruba y Bonaire, la isla de Curazao cuenta con más de 35 playas con aguas cristalinas para hacer snorkel, embarcarse con un pequeño scooter al fondo del mar para ver arrecifes, un naufragio y cientos de peces de colores, practicar buceo, así como también paddle surf, kayak o, simplemente, sentarse en la arena blanca, probar algún plato tradicional y apreciar los paisajes que regala este país.
Sus playas
Su ubicación privilegiada en el mar Caribe permite que cada una de las playas de Curazao se tiñan de verde, celeste y azul. Jetmar, agencia de viajes de Uruguay, junto a la Oficina de Turismo de Curazao, organizaron un viaje de cinco días para conocer el ambiente isleño y sus imperdibles costas.
Hay variedad de opciones: desde las más comerciales con restaurantes, bares y chiringuitos, hasta playas remotas a las que solo se puede acceder con embarcación. El listado es grande, aunque hay seis que sí o sí deben estar en un itinerario de viaje: Klein Curazao, Kenepa Grandi, Cas Abao, PortoMarí, Jan Thiel y Director’s Bay.
Tras una hora y media en mar abierto, una embarcación llega a Klein Curazao que, con 13 km, es la playa más larga del país. El color del agua es tan transparente que a simple vista se pueden ver las diferentes variedades de peces y hasta tortugas. El paseo a este paraíso suele durar todo el día y las empresas turísticas brindan barra libre en el catamarán -bebidas alcohólicas, refrescos, desayuno y almuerzo-, además de ofrecer equipamiento de snorkel.
En Bándabou -así le llaman en papiamento al oeste de la isla- se pueden encontrar las zonas más lindas para disfrutar del mar dentro de los 444 km² de isla. La playa Kenepa está divida en dos: Grandi y Chiki. La primera es ideal para un día de tranquilidad, -aunque podrán encontrarse con pequeños cerditos salvajes que viven en esa zona-, y la segunda, más pequeña, es recomendable para hacer actividades bajo el mar.
Durante este tour se puede incluir dos destinos privados: Cas Abao, una playa campestre con arrecifes, bar y restaurante, y Porto Marí, una bahía con aguas cristalinas y paisajes pintorescos.
A pocos kilómetros de Willemstad, capital de Curazao, está Jan Thiel, que invita a relajarse, beber un cóctel y hacer algún deporte acuático; o Director’s Bay, una zona para hacer buceo o seabob, una de las experiencias más increíbles bajo el agua. Con un pequeño scooter motorizado se puede bajar hasta 7 metros de profundidad para ver arrecifes, un naufragio en una playa cercana y más de la vida marítima de la isla.
Historia y patrimonio
Pero esta isla, a la que se puede llegar en vuelo de Copa Airlines -con escala en Panamá- no es solo playas paradisíacas. Curazao es un “museo a cielo abierto”, según Tirzah Statia, guía turístico que acompañó durante los días de visita en el país. Y es que Willemstad es uno de los paseos imperdibles del destino. Se puede visitar a pie o alquilar scooters eléctricos para un tour diferente y recomendable.
En Punda, uno de sus principales barrios, resaltan los colores y la vitalidad típica de la cultura latinoamericana que se entremezcla con la europea, sobre todo por la arquitectura, muy similar a la que se puede ver en las calles de Ámsterdam. Punda, y todo Curazao, es un paisaje ecléctico que invita a perderse entre sus calles.
Una de las principales curiosidades de esa zona es que el blanco no está presente en las paredes exteriores de las casas y la explicación se remonta a 1817 cuando el gobernador Albert Kikkert decidió crear una ley -vigente hasta el día de hoy- en la que obligaba a que todas las casas estén pintadas de colores, ya que el blanco generaba resplandor y eso le provocaba dolores de cabeza.
Esta resolución permitió que casi 200 años después, la Unesco lo integre en la lista de Patrimonio de la Humanidad y lo considera “un ejemplo excepcionalmente bien conservado de un asentamiento comercial colonial holandés” combinado con diversas culturas, que le otorgan un aspecto “muy particular”.
El Puente de la Reina Emma -construido en 1888 y renovado en 1939-, conexión entre Punda y Otrobanda, otro de los barrios importantes de la capital, no solo es pasaje de peatones -por día más de 15.000 personas lo cruzan a pie-, sino que también permite que embarcaciones pasen por allí. Este puente “oscilante” tiene aberturas que, varias veces al día, permite dar paso a barcos de gran tonelaje.
Este país “museo” también alberga la sinagoga más antigua en uso continuo en todo el continente americano. Mikvé Israel-Emanuel fue consagrada en 1732 y se puede no solo apreciar su arquitectura externa, sino también recorrer su interior, inspirado en la sinagoga portuguesa de Ámsterdam.
Otras actividades
El turista tiene, además de mar y patrimonio, diversas actividades para seguir conociendo en profundidad este destino. En el oeste, junto a las paradisíacas playas se puede conocer una zona rural, de caminos sinuosos que llevan al Parque Nacional Chrisoffel, que contiene la montaña más alta de la isla, y al Parque Nacional Shete Boka -Siete Bocas en español-, donde se puede visitar Boka Tabla, una cueva marítima y un paisaje de inmensas olas con diversas tonalidades que regalan una vista para encuadrar.
Por otro lado, para quienes les guste la adrenalina, se puede realizar un tour en cuatriciclo por el lado este de Curazao. En esta actividad se recorren las calles de la isla hasta llegar a las colinas y admirar el agua cristalina del noreste de la isla.
La gastronomía es otro fuerte de la isla. Como sus habitantes y su arquitectura, la comida de Curazao es una combinación de culturas. Se pueden encontrar diversas carnes - muchos restaurantes destacan los productos de Argentina-, comida de mar, así como platos locales: estofado de cabra, vaca o de iguana.
Mambo Beach Blvd es una zona de compras y restaurantes que cuenta con más de 50 tiendas para visitar de día o de noche. Para almorzar, en el oeste de la isla está Landhuis Dokterstun, una casona construida a fines del siglo XVIII que ofrece los platos típicos del país.
Hospedaje
En Curazao hay diversos tipos de alojamiento: apartamentos, hoteles, resorts 5 estrellas y all inclusive.
Papagayo Beach Hotel
Papagayo Beach Hotel, ubicado en Jan Thiel, es un hotel exclusivo que cuenta con dos piscinas y acceso a esta playa de agua celeste. Es un lugar ideal para disfrutar de sus instalaciones, con vistas increíbles en cada punto del resort, así como también de diversos restaurantes y bares en la playa.
Corendon Mangrove Beach Resort
Para quienes quieren un all inclusive, Corendon Mangrove Beach Resort es una gran opción. Este hotel 5 estrellas tiene una playa privada, varias piscinas, un parque de agua con varios toboganes para todas las edades. También cuenta con diferentes restaurantes que exploran distintos sabores internacionales: bbq, sushi, pasta, entre otros.
Turismo en crecimiento
El turismo es uno de los pilares económicos de Curazao. Si bien llegan sobre todo de destinos europeos, los ciudadanos latinoamericanos están descubriendo esta isla del Caribe y la eligen como lugar para vacacionar.
En 2022, tuvo un récord histórico de turistas: 490.000 visitantes llegaron a Curazao, superando las expectativas.
Con una sonrisa, un “bon biní” -bienvenidos- y un “dushi” en cada oración, los curazoleños invitan a recorrer este país ecléctico culturalmente, con mucha historia y con un Caribe a sus pies.