Canto a ciegas: un taller grupal en el que la oscuridad desinhibe hasta a los que solamente se animan a cantar en la ducha

Una invitación de Ginkgo Casa Cultura para que cantantes y no cantantes experimenten cómo es cantar en grupo a oscuras. Lo dicta el músico Jesús Fernández, al que le gustaría poder crear un coro que funcione con continuidad.

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Jesús Fernández.
Foto: David Paoli Testa.

Tratar de que el canto colectivo se viva desde la escucha y que el cuerpo participe en la interpretación. Esos serían los grandes objetivos del Taller de Canto a Ciegas que propone Ginkgo Casa Cultura (Instagram: @ginkgo.casacultura)

La experiencia tuvo una primera edición el año pasado y tuvo tan buena repercusión que decidieron repetirla este año, en principio en dos encuentros: uno el domingo 25 de febrero (11 a 13 hs) y el otro el sábado 2 de marzo. Se puede participar de uno o de los dos y la invitación es para público en general, hay que aclarar que no es una actividad reservada para no videntes. Es más, la mayoría de los interesados son videntes.

¿Qué se busca? Pues vivir la música y el canto desde otro lugar. El sentido de la vista, que acapara el 70% de nuestra vida, se apaga por un rato y se potencia el 30% restante, sobre todo el sentido del oído, que pasa a tener mucho protagonismo.

“A los 20 minutos de taller ya empiezo a escuchar la sensibilidad del oído”, asegura Jesús Fernández, el músico, arreglador y productor uruguayo responsable de dictarlos.

Hace veinte años que el artista vive en Buenos Aires, pero va y viene todo el tiempo porque los lazos se mantienen. Por ejemplo su hija, si bien nació en la vecina orilla, hoy vive en Uruguay y eso hace que esté cruzando el charco constantemente.

En la capital argentina Jesús es docente de varios proyectos vinculados a la música. El Taller de Canto a Ciegas, por ejemplo, lo ha dado en el Centro Argentino de Teatro Ciego —donde fue docente durante doce años—, pero también en otros países de América como Chile. “Ahora trato de girar con la técnica y mostrarla en diferentes ciudades”, cuenta quien en marzo estará en Colombia.

¿En qué consiste concretamente esta invitación a cantar en la oscuridad más absoluta? “Es un taller vivencial, grupal, de canto colectivo que tiene que ver con entrenar la voz desde otro lugar, desde el lugar de la escucha”, explica el docente.

La idea es escuchar al otro y también animarse a cantar, porque pasa que muchas veces uno no se lanza por pudor y la oscuridad ayuda a que eso no sea un freno.

“Hace varios años me pasó que vino una chica que nunca había cantado porque no se animaba porque la veían y ahora tiene un disco. Entrenó, se animó y tiene una voz preciosa”, comenta Jesús.

Aclara que las puertas están abiertas para todos. “La idea es que convivan cantantes con gente que no cantó nunca, con el actor, con el poeta, con el que canta en su casa en la ducha... porque el canto individual pasa a un segundo plano, lo que importa es el canto grupal. Laburamos mucho la convivencia en la masa coral”, destaca.

Como se trabaja sin ver la letra, los alumnos deben hacer participar a su cuerpo para que sea este el que recuerde lo que hay que aprender. Para ello se hacen distintos ejercicios con las manos. “Por ejemplo, si hablo del corazón y me toco el corazón, la memoria activa y relaciona el cuerpo con la música y la letra”, detalla Jesús.

Se busca trabajar con canciones que no sean conocidas para tener la dificultad de aprender el arreglo vocal.

El taller dura dos horas, incluyendo ejercicios y un poco de relajación. “En la oscuridad a full estamos hora y media, entrenando, solamente pensando en cantar y en la dinámica que se propone porque no está la visual para desconcentrarse. Después de ese tiempo uno se desconcentra bastante”, explica en diálogo con Domingo.

Aclara que como en Ginkgo es difícil lograr la oscuridad total, se usan vendas o pañuelos en los ojos.

En cuanto a cantidad de participantes, no hay límites, pero para que funcione bien lo ideal es que sean entre 30 y 40 personas. En lo que respecta al mínimo, está entre ocho y diez participantes, con menos ya no da los resultados esperados.

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Ginkgo Casa Cultura.

Experiencia

Jesús Fernández tiene su pasado murguero. Fue parte de La Mojigata, Falta y Resto y La Gran Muñeca. Con esta última murga sacó el Primer Premio en 2016 y salió por última vez en 2017. Este año integra el jurado del Concurso Oficial en el rubro Voces y Arreglos.

A la Argentina se fue contratado para unos proyectos, eso determinó que surgieran más y ya no volvió. “Nos quedamos allá y se me abrió un espectro de producción, de aprender distintos oficios dentro de la música que me hicieron crecer un montón. Hoy compongo para poetas y obras de teatro, produzco, edito, hago arreglos para bandas de rock, para música infantil. También entreno coros profesionales en toda la Argentina, algunos que tienen que ver con el canto popular, la murga, el folclore, la música latinoamericana”, repasa.

Incluso tiene dos discos. Uno de canciones propias, rioplatenses, con banda y músicos invitados, y el segundo que lanzará en marzo bajo el nombre Entre las cuerdas y que es un disco expresamente de instrumentos de cuerdas. “Me agarra en una etapa de intérprete, más de cantor y de guitarra”, dice.

En cuanto al Taller de Canto a Ciegas, le gustaría que pasara como en varias provincias argentinas, donde se armaron grupos especiales.

“Se puede trabajar con los coros de las mismas ciudades, no necesariamente hay que armar un coro para eso, aunque se puede. La idea es tener una continuidad y hacer hasta un show a oscuras con una puesta de olores, de sensaciones”, detalla y agrega que comparte ese objetivo con Renée Llopart, la directora de Ginkgo.

“Lo bueno es que se conozca la técnica porque enriquece un montón. Esta actividad está abocada a que venga el que quiera vivir la experiencia y quiera escuchar su voz desde otro lugar. Colectivamente, pero desde otro lugar. Es vivir una película a la que uno no está acostumbrado y abrir una ventana nueva de memoria y de sensibilidad desde el canto”, concluye.

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Jesús Fernández.
Foto: David Paoli Testa.
Ginkgo Casa Cultura

Varias propuestas y una cena especial

Ginkgo Casa Cultura nació como un espacio de difusión cultural. Es así que alberga talleres donde nutrir el ser creativo, dictados por DonyaDominga, Mariana Sellanes, Rosa Barragán y Jesús Fernández. También se pueden encontrar exposiciones de arte y un Almacén en el que habitan obras de artistas y artesanos.

Quizás una de las propuestas que más llama la atención es la Mesa Compartida. “Nosotros armamos un menú siempre con algún desafío a los sabores y presentamos un artista. Los interesados hacen una reserva para un espacio al que llegan a sentarse con otras personas que no conocen y se genera así un encuentro para compartir cultura”, explica Renée Llopart, directora de Ginkgo, sobre esta idea que está a cargo de Mariana Sellanes e Inés Bianco. La próxima será el 15 de marzo.

La agenda de marzo marca también que el 14 comienza el Taller de Expresión, el 17 hay Taller de Ecoprint con DonyaDominga y el 22 se inaugura el Almacén 2024 con exposición. Además el 9 de marzo se suma la propuesta musical “acústica íntima” con Estilo Difuso, Cass y Guille Saporta.

Ginkgo Casa Cultura está en Carlos Vaz Ferreira 3507. Contacto: 099 448206.

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Ginkgo Casa Cultura.

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