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Cábalas para salir campeón

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En la última Copa América que ganó Uruguay, Muslera no miraba los penales.

COMPORTAMIENTO

Vestir determinados colores, no cambiarse de lugar, no ver los partidos o prender velas son algunos de los rituales para ver a la Celeste.

Dicen que Luis Cubilla no podía soportar el color verde. Estaba convencido de que le traía mala suerte. Un periodista deportivo cuenta que llegó a echarlo de una práctica por haber ido con una prenda de ese tono.

Fernando Muslera tiene sus propias cábalas. Antes de cada partido es común ver al arquero celeste largarse en un pique corto desde el área chica hasta el arco que defenderá. Una vez allí salta y le pega con el puño al travesaño. Lo repite cada vez. También innova. En la última Copa América que Uruguay ganó, por ejemplo, evitó mirar los penales (ver foto).

Lo cierto es que el fútbol está lleno de cábalas y no solo entre quienes lo practican. Son extendidas, sobre todo, entre el público. Llegan al punto de complejos rituales que los fanáticos cumplen antes o durante un encuentro. Tal vez una de las más comunes sea "echar" a los que traen "yeta" de donde se reúnen para ver el partido. También están los "amuletos", que son las personas que sí queremos que estén cerca mientras juegan los nuestros.

Y más allá del fútbol hay otros deportistas de elite que tienen su cábala personal. Es el caso de André Agassi, considerado como uno de los más grandes tenistas de todos los tiempos. Según cuentan tenía la costumbre de no usar calzoncillos. Al parecer todo comenzó en una de las ocasiones que disputó el Roland Garros y salió a la cancha sin llevar la prenda interior. Como le fue bien no volvió a utilizarla durante el resto del torneo, y luego de salir campeón no volvió a vestirlos en el resto de su carrera.

Como se verá, sin importar lo insólita que pueda resultar la cábala, muchos la ponen en práctica religiosamente.

¿De dónde vienen estas costumbres? Por lo visto existen desde tiempos inmemoriales, algo que su definición tal vez ayude a entender.

 
Lecueder
Carlos Lecueder.
Empresario
  
  

"Uso la misma camiseta celeste todos los partidos. Me compré una especialmente para verlos, la de este año no tiene número, pero en el mundial pasado usaba la nueve", cuenta el empresario. Pero además suele ver los partidos de la selección en su casa, con su familia y algunos amigos. Si la Celeste gana ese amigo tendrá que ir todos los partidos siguientes.

El sentido oculto.

La cábala es una antigua disciplina que pertenece a una escuela del pensamiento esotérico dentro del judaísmo jasídico y era practicada por los esenios. En la tradición judaica esta disciplina pretendía desentrañar los sentidos ocultos dentro de las escrituras, la Torá para la religión judía.

De ahí deriva entonces el término que según el diccionario de la Real Academia Española significa "conjetura, suposición; cálculo supersticioso para adivinar algo".

Lo cierto es que las cábalas están tan arraigadas en la vida cotidiana que pueden verse mucho más allá de los ruegos puestos en la suerte de un partido.

Hay costumbres que se convirtieron en ritual desde hace varias generaciones para despedir el año y recibir el nuevo. Comer doce uvas antes de que de la medianoche, dar la vuelta a la manzana con una maleta si se quiere viajar, estrenar ropa de algún color determinado el año nuevo, entre otras costumbres.

Aunque no hay prácticamente actividad que escape a los "influjos" de las cábalas, en el fútbol es donde se siguen con mayor fervor. Al punto que de tan convencidos que están quienes las practican prefieren no hablar del tema para impedir que se les "escape" el secreto que asegurará el triunfo. Pensamiento mágico puro.

Nadie estará dispuesto a contar que se tocará un testículo antes de un tiro libre, o que escupirá en sus zapatos cuando son nuevos, o que lleva la foto de algún ser querido oculta entre sus ropas. Pero allí están todos esos rituales en cada partido.

Patricia Damiani
Patricia Damiani.

Empresaria

"El primer partido lo vemos todos juntos, en familia. El otro partido importante que volveríamos a ver juntos sería el final, si tenemos esa suerte", señala la empresaria. "Mi cábala personal es llevar una prenda de color celeste, para esta vez me compré un blazer de ese color que lo voy a estrenar el día del partido", cuenta Damiani.

El fundador de la antropología moderna Claude Levy-Strauss estableció las características contrapuestas del pensamiento científico y el pensamiento salvaje como formas que, a grandes rasgos gobiernan el pensamiento moderno. El pensamiento salvaje o mágico tiene un carácter totalizador que permite "explicar" los sentidos ocultos de las cosas.

¿Qué revela, entonces, el apego a las cábalas? El psicoanalista Jorge Bafico cree que hay una sutil frontera entre estos rituales y las patologías.

Lo que revela de nosotros.

"Los rituales y las cábalas no necesariamente son una patología. Es frecuente, por ejemplo, que los niños atraviesen etapas en las que ciertas obsesiones o rituales se ponen de manifiesto", señala Bafico.

"Se trata, en general, de síntomas transitorios en la niñez que tienen que ver más con un momento del desarrollo y forman parte de su constitución como sujeto. Cuando esto sigue en el tiempo, muchas veces se convierten en síntomas obsesivos que conviven con la persona sin que estos les planteen grandes problemas. Probablemente esas pequeñas manías que se utilizan para ver un partido de fútbol tengan que ver con eso", explica el especialista.

De hecho, estas conductas son las que precisamente reconocen muchas personas sin ambages cuando cuentan cómo ven un partido de su cuadro favorito o de la selección.

Jorge Bolani
Jorge Bolani.

Actor

"En general no, pero en el momento del partido aparecen cosas parecidas a una cábala. Por ejemplo, si estoy mirando un partido y toca un penal a favor de Uruguay, no lo miro, solamente lo escucho", dice el actor. "También me pasa que si estoy mirando el partido y me conviene el resultado, no me muevo del lugar", agrega y cuenta que suele escucharlos por radio.

Pero, más allá de lo repetitivo de estos rituales, el límite entre esta costumbre y un cuadro patológico puede ser apenas sutil. "Cuando estas manías u obsesiones le impiden llevar a cabo una actividad relativamente normal se puede hablar de otra cosa. Estas obsesiones y compulsiones recurrentes, repetitivas e intrusivas, provocan un gran malestar, ya sea por su contenido o por la imposibilidad de evitar su aparición o realización. Puede ser la necesidad de verificar repetidas veces, de una manera casi agobiante, de haber cerrado la puerta de su casa, o de no haber dejado el gas abierto, u otras cosa por el estilo", dice Bafico.

María Noel Riccetto
María Noel Riccetto.

Bailarina

"No tengo cábalas en especial, lo único que hago es que si están jugando y Uruguay hace un gol y yo no estaba prestando atención, sigo sin mirar el partido. Lo que hago es ir a ver la repetición del gol, y dejo de verlo. Eso es lo más parecido a una cábala que tengo", dice la primera bailarina del Ballet Nacional del Sodre.

Como se verá, casi cualquier costumbre puede adquirir ribetes obsesivos cuando se practica sin límites. Pero la mayor parte de las veces no pasa de lo anecdótico.

Como la que recuerda la actriz y comunicadora Florencia Infante. En el Mundial de 2010 ella y una amiga se hallaban de viaje en Brasil cuando le tocaba jugar a la Celeste con Ghana. La familia de su amiga tenía la costumbre de ver los partidos en familia, cada uno tenía su lugar asignado. Para suplir su ausencia se les ocurrió confeccionar una muñeca de trapo tamaño natural y colocarle ropas suyas y así vieron el partido.

¿Cábalas? Sí, tengo la mía pero si la cuento pierde el efecto.

Florencia Infante
Florencia Infante.

Actriz, comunicadora

"Nos juntamos en mi casa cuando juega Uruguay, pero hay que respetar los lugares que se ocupan y si Uruguay hace un gol hay que quedarse en ese lugar hasta el final y durante todos los demás partidos. Me pasó una vez que hicieron un gol y yo estaba en el baño, me tuve que quedar todo el partido ahí y preguntaba a cada rato cómo iban", cuenta la comunicadora.

El pedido que no sirvió para nada

La tradición cabalera celeste tiene larga raigambre. De hecho existe una famosa anécdota que tiene que ver con la selección uruguaya y el número 13. Es largamente conocida la creencia de que este número es portador de mala suerte, al punto de que en Estados Unidos no hay piso trece, por ejemplo, y al menos en la mayoría de las líneas aéreas no hay asiento con este número. Pues bien, para el mundial de Chile de 1962 la Asociación Uruguaya de Fútbol elevó un pedido bastante insólito a la FIFA, solicitando que autorizara a su combinado a viajar sin llevar a ningún jugador con este número. La FIFA aceptó la solicitud y allá viajó la Celeste sin 13. Resultado: Uruguay ganó un solo partido, perdió dos y se fue en la primera ronda. Como se verá, al menos en esta ocasión, la cábala no le sirvió para gran cosa a la Celeste.

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