Bibliotecas singulares en Montevideo: tesoros ocultos donde descubrir culturas, lenguas y saberes inesperados

Existen bibliotecas especializadas que no buscan abarcarlo todo, sino tender puentes entre mundos y acercar conocimiento específico al lector. De la literatura francesa al portugués de Brasil, acá un recorrido por la historia y el acervo de seis bibliotecas de la capital.

Bibliotecas especializadas
Bibliotecas especializadas en Montevideo.
Foto: Archivo

En Montevideo, hay bibliotecas que no buscan abarcarlo todo, sino abrir ventanas precisas hacia otras culturas y disciplinas. Entre estanterías de literatura francesa, colecciones de autores británicos, documentos que hablan del vínculo entre China y Uruguay y volúmenes que recorren la historia y la lengua del Brasil, se guardan fragmentos del mundo que dialogan con la vida cotidiana de Uruguay. Son bibliotecas especializadas, con acervos construidos a lo largo de décadas, que invitan a lectores, estudiantes, investigadores y curiosos a cruzar fronteras sin salir de la ciudad. Las del Instituto de Cultura Uruguayo-Brasilero, Centro de Integración Cultural Uruguay-China, Instituto Anglo, y Alianza Francesa, por ejemplo, comparten una misión en común: tender puentes entre países a través de los libros. Acá, un recorrido por sus historias, acervos y los tesoros —para muchos, desconocidos— que protegen.

Un pedacito de Brasil en Uruguay

En el sexto piso del Palacio Brasil, este edificio histórico que mira Montevideo casi desde la esquina de 18 de Julio y Julio Herrera y Obes, se abre una puerta discreta que conduce a otro territorio: un rincón donde la cultura brasileña se despliega en todas sus formas, desde lo erudito hasta lo popular. Allí, dentro del Instituto de Cultura Uruguayo-Brasilero (ICUB), descansan largas estanterías de libros, un espacio para estudio y lectura y objetos de gran valor histórico y simbólico como, por ejemplo, una guitarra autografiada por Gilberto Gil, recuerdo de su visita al país como ministro de Cultura.

Guitarra autografiada por Gilberto Gil
Guitarra que conserva la biblioteca y está autografiada por Gilberto Gil.
Foto: Caroline Radu

La historia de la biblioteca del ICUB comenzó en 1940 con una donación de libros del gobierno de Brasil. Eran volúmenes que habían sobrado de una feria realizada en Montevideo y entre los ejemplares habían textos de política, medicina, derecho, biología, matemática, novelas, poesía y crónicas. Ese lote inauguró un acervo que se renovó con el tiempo y hoy supera los 15.000 materiales —entre libros, revistas, partituras, CDs y DVDs— y consolidó la misión del ICUB: difundir la cultura brasileña y enseñar el portugués en Uruguay.

Durante años, Brasil envió de manera regular nuevas remesas de libros. Cuando los envíos oficiales se redujeron, el acervo siguió creciendo gracias a la generosidad de diplomáticos en tránsito, alumnos que regresaban de viajes con ejemplares bajo el brazo y particulares que comprendían su valor. “Pasaron muchas personas por nuestra biblioteca, y con certeza todas fueron fundamentales para que hoy sea referencia en temas brasileños”, resume a Domingo la bibliotecaria Rejane Reginato, quien trabaja en el instituto hace dos décadas.

El acervo combina literatura, historia, política, arte, teatro, periodismo y música. Entre sus joyas destacan la colección Rui Barbosa, relacionada al derecho y la diplomacia del siglo XIX; ejemplares autografiados por voces destacadas de allá y de acá como Cecília Meireles, Carlos Páez Vilaró y Cándido Portinari; una antigua partitura de O Guarani, de Carlos Gomes, considerada la obra más importante de la música clásica brasileña del siglo XIX; y una edición ilustrada de O Cortiço, de Aluísio Azevedo, impresa con xilograbados.

Biblioteca ICUB
Biblioteca del instituto de Cultura Uruguayo-Brasilero.
Foto: Caroline Radu

Pero la biblioteca no es solo guardiana de rarezas. Su vocación ha sido siempre doble: servir de apoyo a los estudiantes que se inician en el aprendizaje del portugués y, al mismo tiempo, ofrecer un fondo de consulta a investigadores y curiosos de la cultura brasileña. También conserva un pequeño núcleo de literatura en español, pensado para los brasileños que asisten a cursos de español en Montevideo, y algunas traducciones desde otras lenguas al portugués.

El acceso a sus instalaciones es libre y cualquier persona puede consultar materiales en sala. Para llevarlos a casa, basta hacerse socio con una cuota semestral o anual. El espacio funciona de lunes a viernes de 09.00 a 13.00 y de 17.00 a 21.00 y sábados de 9 a 13.00. Desde 2023, además, el catálogo está disponible en línea, lo que abre la posibilidad de que investigadores de cualquier parte del mundo descubran su acervo.

“Es un pedacito de Brasil aquí”, dice Reginato, convencida de que el valor de esta biblioteca es tanto simbólico como práctico: pertenece a la primera institución en difundir la lengua y la literatura brasileñas fuera de Brasil, y todavía hoy conserva documentos que ni siquiera figuran en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro. Representa un puente vivo entre orillas, construido a través de la palabra escrita y de todo lo que ella guarda.

Biblioteca ICUB
La Biblioteca del ICUB fue fundada en 1940.
Foto: Caroline Radu

Acercarse a Francia

La mediateca —combina el papel con lo multimedia— de la Alianza Francesa de Montevideo también nació casi al mismo tiempo que la institución. Sus estantes guardan ejemplares con más de 80 años de historia, testigos silenciosos del vínculo cultural que Uruguay mantiene con Francia desde hace más de un siglo. Hace 20 años ese acervo se enriqueció con la fusión de la colección que albergaba la embajada de Francia en Montevideo, dedicada principalmente a material pedagógico e infantil. Con esa integración, la Alianza pasó a custodiar un fondo único en el país: un espacio con 13.000 documentos en francés y sobre la cultura francófona, donde conviven historietas, videojuegos, música, películas y hasta juegos de mesa.

La mediateca es abierta a todo público y ofrece consulta gratuita a cualquiera que cruce su puerta. Para llegar, hay que atravesar un agradable jardín en las instalaciones de la Alianza Francesa, ubicada en Bulevar Artigas 1271. Para llevarse materiales a casa, sin embargo, es necesario asociarse, lo que habilita además otros beneficios, como descuentos en Cinemateca. El espacio también ofrece acceso a computadoras y tabletas con aplicaciones educativas, y trabaja en la integración de un museo virtual. Además, cada socio recibe credenciales para Culturethèque, la plataforma digital de la Alianza Francesa. En paralelo, sus responsables se encuentran desarrollando contenidos que se podrán acceder por plataformas como Spotify. La idea es clara: acompañar los hábitos de lectura y consumo de las nuevas generaciones sin perder el valor del libro físico, que sigue siendo, insustituible.

Biblioteca de la Alianza Francesa
La Biblioteca de la Alianza Francesa concentra libros y materiales de la cultura francófona.
Foto: Leonardo Maine

“Cuando llegó el libro digital dijeron que el físico iba a desaparecer. Ahora dicen que los niños están todo el tiempo en los celulares y que no leen. En realidad, no es para nada así”, afirma Lucía Amorín, que trabaja hace 10 años en la Alianza y es testigo de la búsqueda de las nuevas generaciones. “El papel tiene una relación física y muy afectiva que no lo puede reemplazar lo digital. Yo veo lo digital como una herramienta más, como algo que suma”, añade la encargada de actividades culturales de la institución, quien hace hincapié en que la riqueza del acervo que tienen no se mide solo en cantidad, sino en diversidad. La mediateca reúne obras francesas y también francófonas, provenientes de Bélgica, Suiza, Canadá y distintos países africanos, con la intención de ampliar la mirada sobre un idioma que se despliega en múltiples geografías y realidades. Entre las incorporaciones recientes está un pequeno acervo de manga japonés, un gesto que, lejos de ser exótico, dialoga con la cultura francesa: Francia es, después de Japón, el principal consumidor y productor mundial de este género.

“La fortaleza de nuestra mediateca está en esa diversidad que sorprende y en la capacidad de adaptarnos a lo que interesa a la gente”, afirma Lucía.

Lucía Amorin, responsable de la Mediateca de la Alianza Francesa
Lucía Amorin, encargada de actividades culturales en la Alianza Francesa.
Foto: Leonardo Maine

Parte de esa adaptación implica tender puentes con actores culturales locales. Para eso, la Alianza se asocia con colectivos como Maldito Canario, dedicado al cómic uruguayo, para organizar charlas y presentaciones que cruzan la historieta francófona con la producción nacional. También realizan actividades regulares para niños, como el ciclo mensual de Kamishibai —cuentos ilustrados en un pequeño teatro de papel—, pensado para acercar el francés a las nuevas generaciones de una manera lúdica. Así, la biblioteca no solo conserva libros, sino que también se transforma en un laboratorio vivo donde las culturas se encuentran y dialogan.

La mayoría de los visitantes, cuenta Lucía, no son francófonos nativos, sino uruguayos que tienen el francés como segunda lengua o estudian el idioma. Por eso, parte del fondo está organizado según la progresión del aprendizaje, con libros graduados de menor a mayor dificultad. También se han incorporado secciones que favorecen la interacción entre culturas. Por un lado, literatura francesa traducida al español para quienes recién se acercan al idioma, y, por otro, literatura latinoamericana traducida al francés para franceses residentes o de paso en Uruguay. En esa ida y vuelta, la mediateca encarna su misión más profunda: fortalecer no solo el diálogo entre el francés y el español, sino entre comunidades, generaciones y formas diversas de entender la lectura y la cultura.

Memoria británica en el Río de la Plata

En 1934, el entonces embajador británico en Uruguay, Eugene Millington-Drake, fundó junto a su esposa el Instituto Cultural Anglo-Uruguayo. Desde el inicio, la enseñanza del idioma estuvo indisolublemente ligada a la literatura.

“Desde esa época se entendía que hablar la lengua y entender la literatura eran cuestiones que estaban muy vinculadas. Es decir, para aprender la lengua y entender la cultura había que leer la literatura, entonces uno de los pilares fundamentales fue la creación de una biblioteca en inglés, que justamente el propio Eugene comienza con una donación personal de libros”, cuenta a Domingo el director de cursos del instituto, Diego Santi.

Con el tiempo, se sumaron aportes del British Council y el acervo creció de manera exponencial, llegando a reunir más de 20.000 volúmenes, lo que la convirtió en la biblioteca en inglés más grande del Uruguay y, en su momento, una de las más importantes de América Latina.

El espacio conoció épocas de esplendor cuando ocupaba un cuarto piso entero, pero también etapas de reducción: el crecimiento del instituto y las nuevas demandas edilicias obligaron a condensar la colección en un área mucho menor. Hoy la biblioteca conserva un acervo seleccionado que privilegia literatura de los siglos XX y XXI, historia, crítica literaria, biografías y, sobre todo, ficción en inglés. Se mantienen también algunas rarezas: primeras ediciones de obras, una traducción al inglés del Martín Fierro y varios volúmenes vinculados a la familia real británica. Uno de sus tesoros más singulares son las ediciones impresas del periódico The Riverplate Times, que en 1890 cambiaría de nombre a Montevideo Times, y se publicó íntegramente en inglés entre fines del siglo XIX y mediados del XX. Esa colección, testimonio vivo de la influencia británica en el Río de la Plata, fue digitalizada en colaboración con la British Library, el Museo Histórico Nacional y la Facultad de Información y Comunicación de la Udelar. Hoy está disponible en línea para investigadores y curiosos.

Biblioteca del Anglo
Biblioteca del Instituto Anglo.
Foto: Leonardo Mainé

La consulta de todo el acervo en sala es abierta y gratuita, mientras que la asociación —con un costo de $ 1.800 anuales o $ 1.200 para ex alumnos y estudiantes de la Udelar— permite llevar libros a domicilio. La biblioteca abre de lunes a jueves de 09:30 a 12:30 y de 14:00 a 19:30, los viernes de 14:30 a 17:30 y sábados de 09:00 a 13:00.

En medio de esos estantes se mueve Álvaro Ortega, el bibliotecario que conoce cada rincón de la institución como si fuera su propia casa. Y lo es, de algún modo: estudió en el Anglo desde los 7 años, cuando aún no imaginaba que la vida lo devolvería a esos pasillos, convertido en guardián de sus libros. Durante muchos años su madre fue bibliotecaria del instituto y él siguió, por cosas del destino, el mismo camino. Hace 30 años que trabaja allí, 25 de ellos al frente de la biblioteca. “Me crié acá adentro y ahora me queda un año para jubilarme, no lo puedo creer”, dice, todavía sorprendido, como si en esas estanterías estuviesen guardados también muchos capítulos de su propia vida.

Alvaro Ortega, bibliotecario del Instituto Anglo.
Alvaro Ortega, bibliotecario del Instituto Anglo.
Foto: Leonardo Maine

Los lectores más fieles son, en general, adultos mayores —muchos exalumnos o exdocentes— que regresan buscando novelas policiales, biografías o clásicos de la literatura anglosajona. Las mujeres, cuenta el bibliotecario, son las más lectoras. Pese a los cambios tecnológicos, él tampoco cree que el libro vaya a perder su vigencia: “El papel no va a quedar en desuso, lo digital es relativo”, asegura con convicción quien es memoria viva de la institución.

Y aunque con los últimos cambios el espacio se achicó, dice Álvaro, la esencia de la biblioteca se mantiene: es un lugar para aprender y ejercitar el inglés a través de la lectura y para encontrarse con una cultura distinta.

Conocer China a través de sus documentos

Con una historia reciente y un acervo más acotado, pero no menos relevante, está la biblioteca del Centro de Integración Cultural Uruguay-China (CICUCH). Surgió en 2005, en respuesta a la necesidad de difundir la cultura y la realidad de China en todas sus manifestaciones. Desde el principio, el acervo tuvo dos fuentes principales. Por un lado, la Embajada de China donó libros, revistas, folletos y DVDs que llegaban con la información más reciente sobre el país. Por otro, Vicente Rovetta, primer presidente del Centro y librero de profesión, dejó su colección personal de libros, revistas y reproducciones de pinturas tradicionales chinas al jubilarse. Con los años, los miembros del CICUCH y estudiosos del país continuaron enriqueciendo la colección, que hoy cuenta con alrededor de 2.000 libros y 300 DVDs, y abarca filosofía, arte, literatura clásica y moderna, cultura tradicional, medicina, historia, economía y textos para aprender mandarín.

En sus estantes se encuentran obras de Confucio y Lao Zi, Mao Zedong, Zhou Enlai, Deng Xiaoping, Xi Jinping, así como publicaciones de parlamentarios uruguayos que visitaron China y de los primeros centros culturales dedicados al intercambio con ese país. En 2008, durante los JJOO de Beijing, el MEC recurrió al CICUCH para obtener datos confiables que se volcaron en las ceibalitas, un testimonio del valor de este espacio como fuente de conocimiento único.

Parte del acervo de la biblioteca del CICUC
Parte del acervo de la biblioteca del CICUC, que camina a una digitalización completa.
Foto: Alicia Obregón

Con el tiempo, la biblioteca fue adaptándose a los cambios: en 2013, la llegada de un profesor patrocinado por Hanban (Agencia del gobierno chino para la enseñanza del idioma en el extranjero) implicó encontrar un nuevo local en Cordón, donde se instalaron los cursos, la biblioteca y actividades culturales. En 2019, la devolución del local y la pandemia obligaron a dividir la colección: 70 cajas de materiales fueron donadas al MEC, mientras que los ejemplares más representativos permanecieron bajo el cuidado del CICUCH. Gran parte del acervo puede solicitarse de manera digital, aunque la intención de sus responsables es que en 10 años la biblioteca sea completamente digital.

“Todo aquel que, ya sea por su actividad profesional, afán de conocimiento o simple curiosidad, quiera acercarse a este país, su historia, su forma de gobierno, su cultura y su gente, tiene aquí una lectura ineludible”, resume a Domingo Alicia Obregón, miembro del CICUCH.

Más de un siglo de información sobre medicina

No solo las bibliotecas dedicadas a los idiomas y a tender puentes culturales entre países guardan riquezas. También existen las que, desde áreas específicas del saber, resguardan patrimonios únicos para la vida del país. La Biblioteca de la Facultad de Medicina conserva buena parte de la historia de la enseñanza médica.

Nacida junto con la Facultad en 1875, comenzó con libros heredados de la antigua Universidad Mayor y donaciones de los primeros catedráticos. Impulsada por figuras como Alfredo Vázquez Acevedo y Alberto Gómez Ruano, la BINAME se abrió al público bajo una premisa: la ciencia debía estar al alcance de todos. Sus estantes crecieron y hoy albergan más de 80.000 volúmenes, y su joya más preciada es la bibliografía nacional: 15.000 tesis manuscritas del siglo XIX y publicaciones científicas que resguardan la memoria del país. Fue pionera en catálogos y tecnologías, desde el primer inventario de Brito Foresti en 1919 hasta el servicio de telecomunicaciones por télex en los años 80.

Biblioteca Medicina Udelar
Biblioteca de la Facultad de Medicina de la Udelar.
Foto: gentileza

Hoy convive entre lo físico y lo digital: su catálogo en línea y la participación en redes internacionales se combinan con la consulta de documentos originales. Este 2025, año en que la Facultad cumple 150 años, enfrenta el desafío de restaurar algunas de sus salas.

“Actualmente estamos realizando una campaña de recaudación de fondos para su restauración. Esperamos que dentro de 10 años los problemas edilicios sean solo un recuerdo”, manifiesta Amparo de los Santos, directora de la BINAME.

Diferencias entre las cinco bibliotecas

Mediateca de la Alianza Francesa: se enfoca en la cultura francesa y francófona en un sentido amplio. Su particularidad es la diversidad de formatos (libros, cómics, videojuegos, música). El acceso a consulta es libre y el préstamo mediante asociación.

Biblioteca del Anglo: se enfoca en literatura inglesa y anglosajona y su particularidad es custodiar periódicos históricos de la comunidad británica en Uruguay (Riverplate Times y Montevideo Times). El acceso a consulta es libre y el préstamo a través de membresía anual.

Biblioteca del Icub: su enfoque está en la literatura y cultura brasileña y su particularidad es tener el mayor acervo abierto en portugués del país. La consulta es libre y los préstamos se hacen a socios.

Biblioteca del CICUCH: se enfoca en la cultura, historia y actualidad de China y tiene materiales para aprender mandarín. Particularidad: avanza hacia su digitalización total. Se puede solicitar la consulta de materiales a centroicuch@gmail.com.

BINAME: se enfoca en ciencias de la salud y producción científica nacional en medicina. Su particularidad es tener tesis manuscritas que datan del siglo XIX, colección patrimonial de revistas y libros médicos. Está abierta a todo público.

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