¿Cómo se siente el paso del tiempo dentro de una cárcel? ¿Qué posibilidades reales tiene una persona privada de libertad de crecer y aprender cosas positivas en el reducido espacio de un centro de detención? Para la ceramista Josefina Pezzino, estas son preguntas que pocas veces nos hacemos como sociedad. Nos olvidamos, sostiene la artista, que la cárcel es un reflejo del afuera. “Esa conciencia fue algo que aprendí de (Luis) Parodi”, dice, recordando al exdirector de la Cárcel de Punta de Rieles.
Además de ceramista, Pezzino —quien es hija de los artistas plásticos Antonio Pezzino y Leticia Barrán, ambos discípulos del Taller Torres García— es docente de esta técnica, fundadora del Museo Collell, y un pilar de los talleres impulsados por el Museo Gurvich en las cárceles de Montevideo.
Desde 2016, en el marco del Proyecto Cárceles: Integrando con Gurvich, y gracias al apoyo de los Fondos de Incentivo a Cultura (FIC), el equipo del museo trabaja con diferentes instituciones carcelarias (Punta de Rieles, INISA, Unidad N°5 de Colón) buscando realizar la intersección del arte y la educación en estos espacios.
A partir de 2022 el proyecto se enfocó en la Cárcel de Mujeres, N°5 de Colón. Allí, una vez a la semana durante tres horas, y a lo largo de ocho meses, un grupo de 14 mujeres privadas de libertad se reúne con Pezzino y un equipo interdisciplinario conformado por la educadora Jimena Delgado y la psicóloga María José Tudurí, para aprender herramientas relacionadas a la técnica de la cerámica, pero no solo eso. Antes de capacitarse en todas las etapas —desde la mezcla, pasando por el horneado de las piezas, hasta la pintura—, pueden aprender sobre la obra de José Gurvich. Además, se dan dinámicas como meditaciones guiadas, charlas grupales y escritura en una bitácora que funciona como un diario grupal. Es por eso, por volverse mucho más que un taller técnico, que la actividad pasó a llamarse Taller de Cerámica y Desarrollo Personal.
“Vimos que también estaba la necesidad de integrar la parte de psicología, porque abordamos varios temas. Y solo el hecho de que ellas puedan hacer una pausa y mirar para adentro, es muy bueno, porque las cárceles ya de por sí son lugares con mucho ruido”, cuenta. Y suma: “La idea es que tengan también una herramienta para que, cuando salgan y quieran hacerse un emprendimiento o entrar a trabajar en alguna fábrica, puedan hacerlo”.
Para Vivian Honigsberg, directora del Museo Gurvich, lo que hacen allí cada jueves es plantar una semilla de autoconocimiento y nuevas posibilidades para las reclusas.
“No hablamos de rehabilitación, y tampoco pensamos que haya un antes y un después del taller. Somos un granito de arena en todo lo que es la conformación de este proceso, porque sabemos que hay muchos elementos que conjugan el porqué una persona termina allí. Pero sí notamos que hay un cambio de actitud a lo largo del proceso”, relata.
Una realidad y sus desafíos
En Uruguay, según datos del informe Mujeres en conflicto con la ley penal. Diagnóstico social e institucional, presentado en 2024, hay 1.100 mujeres privadas de libertad. El 65% están en unidades de Montevideo. La mayoría en la Unidad 5 de Colón, cárcel que hoy tiene 136% de hacinamiento. El estudio también midió las preocupaciones de las mujeres a la hora de recuperar su libertad. En ese sentido, el 33% dijo temer no volver a convivir con los hijos, el 29% teme no conseguir empleo y el 15% dijo tener miedo de quedar en situación de calle.
Estos números hablan de una realidad que Pezzino, Tudurí y Delgado observan en cada visita. Por ejemplo, los hijos y las personas que antes estaban a cargo de esta mujer, ahora privada de libertad, son un tema recurrente en las charlas y también en las obras que hacen en el taller.
“Muchas están allí por situaciones que derivaron del contexto crítico donde viven, por falta de oportunidades y de educación. Hay historias que te conmueven realmente”, dice Honigsberg, quien acompaña de cerca las actividades del proyecto.
Desde 2022, aproximadamente 50 mujeres pasaron por el espacio. Para la directora del Museo Gurvich, el desafío es poder expandir la propuesta a otros días de la semana, para que más mujeres puedan acceder a futuro.
“Más allá de las problemáticas y de la angustia que a una le pueda causar la situación en que se encuentran, salimos muy gratificadas con esa tarea. Ahora buscamos duplicarlo, al menos, pero tienen que haber más apoyos y recursos”, finaliza.
Un documental sobre los talleres en la cárcel
“La cerámica empieza siendo arcilla, y es una mezcla que vos vas moldeando, y yo creo que las personas también se moldean, y se transforman”. “Todo eso que nos enseñaron de Gurvich es un espectáculo y nunca pensé que iba a aprenderlo acá”. “El taller me da paz emocional”. Estos son algunos de los relatos que aparecen en el documental Dar y Darse forma, grabado dentro de la Cárcel N°5 de Colón, con las mujeres privadas de libertad que participan de los talleres de cerámica.
La obra está dirigida por Julieta Rudich, periodista y documentalista uruguaya que vivió en Austria y por cuatro décadas ejerció el periodismo internacional. Hoy radicada en Uruguay, sigue ejerciendo la profesión. En Dar y Darse forma, lanzado el pasado abril, presenta un trabajo cuidadoso, donde arriba de tomas delicadas de las manos, siluetas, y piezas en cerámica hechas por las reclusas, se escuchan sus historias de vida y sus experiencias con el taller.
A través de disparadores que emergen de las obras que hacen allí, Rudich tiende un hilo que permite conocer un poco de lo que llevó aquella mujer a aquel lugar y de lo que aquellas tres horas semanales representan para cada una. Uno de estos disparadores, cuenta la directora, fue observar que la mayoría hacía sus obras dedicadas a los hijos. Así, era muy frecuente encontrar los nombres pintados en las piezas.
“Para no ser invasiva, no estuve planteando las preguntas características del periodismo. Ellas mismas empezaron a hablar conmigo desde el lugar que quisieron en cualquier momento. Pero cuando veo que ponen los nombres de los hijos en las cerámicas le pregunto, ‘bueno, ¿tienes hijos?’ Y eso bastaba para que me contaran el destino de sus hijos, y un poco de su vida”, relata la directora en charla con Domingo.
Rudich, que también dirigió el corto Integrando Gurvich grabado en la Cárcel de Punta de Rieles, y lanzado en 2016 (está disponible en YouTube), observa acá una diferencia relacionada al género.
“En las mujeres lo que se destaca es el lugar que ocupan sus hijos. Ellas mismas hablan del cuidado de las personas a cargo como una de las motivaciones para delinquir cuando no hay otra manera de llegar a los medios para sobrevivir. Y, después, sufren al tenerlos lejos, y muchas veces desprotegidos. Esa es una diferencia muy clara con la cárcel de hombres, donde ese tema no surge con esa misma intensidad”, comenta.
Otro punto que se puede apreciar a lo largo del documental es cómo, a través de un trabajo manual y un hábito —ir todas los jueves al taller— también se mueven cuestiones emocionales.
“El equipo que conforman las profesionales del taller hace ese conjunto que impulsa a las presas a cuestionarse sobre su rol y sus emociones. Cosas que a lo mejor no han tenido ni tiempo ni ocasión de cuestionarse aquí afuera, y son cosas que hacen crecer”, anota.
A raíz del trabajo que hizo y del tiempo compartido con las mujeres privadas de libertad, la periodista lanza preguntas: “¿Por qué en este país donde hemos progresado tanto en la agenda de derechos, las cárceles, que son espacios que deberían ser de rehabilitación, de reintegración, no funcionan así? ¿Por qué no hay más de esos talleres y de otros?”, cuestiona.
Para ella, algo que queda claro en este proceso, es que de haber más oportunidades de aprendizaje dentro de los centros de reclusión, al deseo de salir en libertad que todos alimentan, podrían sumarse otras esperanzas. “Esperanza de aprender en este tiempo, de descubrir algo sobre sí mismo. Cuando uno aprende algo exterior, como puede ser la cerámica, a la vez algo pasa en nuestro interior”, finaliza.
Dar y darse forma cuenta con la edición de Mauro Cachés, sonido de Julieta Álvarez y música original de Diego Cáceres y Riccardo Pettenuzzo. Dura 17 minutos y está disponible en YouTube.