Redacción El País
Considerado una de las leyendas vivas de Hollywood, Al Pacino celebró sus 85 años en una etapa de disfrute familiar y de nuevos proyectos profesionales. Su vida ha sido un intenso recorrido por la actuación, los escenarios, los sets de filmación y también por relaciones sentimentales apasionadas pero fugaces: a pesar de varios grandes amores, nunca se casó.
Alfredo James Pacino creció en el South Bronx en las décadas de 1940 y 1950, en un barrio duro donde la pobreza y la violencia eran parte del paisaje cotidiano. Tras la separación de sus padres, fue criado por su madre, Rose Gerardi, y sus abuelos. Su infancia estuvo marcada por la necesidad: como le ocurrió a sus tres mejores amigos -Cliffy, Bruce y Petey-, Pacino conoció de primera mano el hambre y la calle, durmiendo muchas veces en sillones prestados o incluso a la intemperie. De adolescente formó parte de una pandilla. “Si queríamos comida, la robábamos. Nunca pagábamos nada. Hacer travesuras y huir de la Policía era nuestro pasatiempo”, recordaría años después. La Policía llegó a detenerlo en varias ocasiones por pequeños delitos.
“Me doy cuenta de que todavía estoy aquí gracias a mi madre. Por supuesto, es a ella a quien tengo que agradecerle. Ella fue quien me alejó de un camino que me llevaba a la delincuencia y la violencia, a la heroína que finalmente mató a mis amigos de la infancia. Perdí a los tres de esa manera. No estaba exactamente bajo estricta vigilancia, pero mi madre prestó atención a dónde estaba. Creo que ella me salvó la vida”, escribió en su biografía Sonny Boy, publicada en 2024.

Esa adolescencia salvaje lo marcó profundamente y, paradójicamente, fue también el combustible que luego encendería su arte: esas experiencias quedaron impresas en la intensidad de sus interpretaciones más memorables en el cine y el teatro.
Pacino dejó la Secundaria a los 17 años para dedicarse a actuar, trabajando en empleos mal pagos para mantenerse mientras estudiaba teatro en el prestigioso Actors Studio bajo la tutela de Lee Strasberg.
Salto a la fama.
Debutó en el cine en 1969 con Me, Natalie, pero fue The Panic in Needle Park (1971) lo que llamó la atención del director Francis Ford Coppola. Aunque los estudios se resistían a contratarlo, Coppola apostó por él para el rol de Michael Corleone en El Padrino (1972). La actuación le valió su primera nominación al Oscar y lo catapultó al estrellato. “Antes de El Padrino, el primer Padrino, nadie más me quería”, reveló Pacino a The Talks en agosto de 2015. “¡Pero Francis me quería! ¡Él simplemente me quería, y yo no lo entendía… Los estudios no me querían, nadie me quería, nadie me conocía. Creo que cuando un director está interesado, tiendo a inclinarme hacia adelante en vez de alejarme”. La actuación le valió una nominación al Oscar. Posteriormente, repitió el papel en El Padrino Parte II (1974) y El Padrino Parte III (1990) -esta última le valió otra nominación al Oscar- consolidando su lugar en la historia del cine. A pesar de su éxito con la trilogía, Pacino tuvo dificultades para lidiar con su nueva fama y dijo a The New York Times en marzo de 2022 que “El Padrino me dio una nueva identidad que me fue difícil de manejar”.
Durante los años 70, Pacino encadenó papeles memorables en películas como Serpico (1973), Tarde de perros (1975), Justicia para todos (1979) y Caracortada (1983). Siempre interpretaba hombres en conflicto con la autoridad, reflejando, quizás, su propia batalla interna contra las normas impuestas.
Aun así, su carrera no fue lineal. En los años 80, después del fracaso comercial de Revolution (1985), se retiró temporalmente del cine y volvió a sus raíces teatrales, donde siempre se sintió más libre.

En los 90, resurgió con nueva energía: ganó el Oscar a Mejor Actor por Perfume de mujer (1992) y participó en éxitos como Heat Fuego contra Fuego (1995), donde, por primera vez, compartió pantalla con Robert De Niro. Nunca dejó el teatro -su verdadera pasión- y ha seguido actuando en Broadway incluso en los momentos de mayor éxito cinematográfico.
A lo largo de seis décadas, Al Pacino no solo sobrevivió a los altibajos de Hollywood: se convirtió en un ícono. Su intensidad, su vulnerabilidad y su entrega total en cada personaje transformaron el oficio de actuar y dejaron una marca imborrable en la historia del cine.
En los últimos años, protagonizó la serie Hunters, dirigió Modigliani: tres días en Montparnasse (2024) y ahora se prepara para el estreno de Exorcismo: El ritual, que llegará a los cines en junio en Estados Unidos. En el film, interpreta a un sacerdote envuelto en un peligroso exorcismo. El film, dirigido por David Midell, está basado en la historia real de dos sacerdotes -uno que cuestiona su fe y otro que enfrenta un pasado problemático- obligados a dejar de lado sus diferencias para salvar a una joven poseída. Dan Stevens, Ashley Greene y Abigail Cowen completan el reparto.
También ha cosechado dos Premios Tony por su trabajo en teatro, dos Emmy por su destacada labor en televisión, cuatro Globos de Oro, un Premio BAFTA y el prestigioso Premio Cecil B. DeMille por su trayectoria en el cine.
Lejos de retirarse, Al Pacino sigue demostrando que su pasión por la actuación no tiene fecha de vencimiento. “El trabajo me salvó la vida”, confesó en varias entrevistas. En su cumpleaños número 85, celebra una trayectoria irrepetible que sigue escribiendo nuevos capítulos.