Más pistas para el enigma Mario Levrero

Mario Levrero

Nuevo ensayo sobre el escritor

El argentino Diego Vecchio se acerca a la obra del escritor uruguayo por caminos que renuevan su comprensión.

El “demonio” es ajeno a la tradición judeo-cristiana de Satanás, explicaba Diego Vecchio cuando presentó su libro El demonio telepático el 1 de julio pasado en París. La noción viene de la Antigüedad pagana y refiere al mensajero: el intermediario entre el mundo de los dioses y los hombres. Nacido en Buenos Aires (1969) y radicado en París, Vecchio es escritor y docente de Literatura hispanoamericana. Ha publicado numerosos trabajos sobre la obra de Mario Levrero. En este último libro realiza una concisa historia, irónica y seductora, de las conflictivas relaciones entre el psicoanálisis, el ocultismo, la parapsicología, y un acercamiento a la obra de Levrero que renueva y amplía las líneas de comprensión habitualmente transitadas para abordarlo.

En otro andarivel, el “demonio” remite también a la idea platónica de “entusiasmo”: un estado de posesión divina, de trance. “Para Levrero” escribe Vecchio, “aquello que hace posible la literatura es un estado psíquico particular en que el yo trastabilla y se eclipsa. Platón ya lo sabía”.

Vecchio cuenta su lectura del Manual de Parapsicología de Mario Levrero, publicado en 1980. Es el punto de partida que le permite abarcar las que suelen considerarse como dos puertas de entrada a la obra de Levrero: las novelas que, en los sesenta, inauguran una narrativa del sueño y de los diversos mundos posibles, y la iniciación, en los ochenta, de una literatura centrada en un sujeto que escribe. Vecchio asume el desafío de libertad implícito en el ejercicio literario de Levrero y escribe un libro que es ensayo y algo más. O una ampliación, si esto es posible, de ese género ilimitado que es el ensayo. Tal vez logra un matiz, una modulación nueva. Podría considerarse autoficción crítica dado que crea una pequeña historia personal, divertida, para hacernos entrar en su juego. Tal vez deba pensarse, mejor, en una ficción de lector porque narra el camino que fue realizando en su lectura de la obra de Levrero.

Levrero escribió el Manual de Parapsicología con rigor y escrupulosidad descriptiva. Pero, la racionalidad y seriedad con que encara su materia no evita las fisuras: regularmente, a lo largo del texto, aparecen advertencias de dosificar, alternar o suspender la lectura, ya que podría resultar dañina. Vecchio dice (y es parte de su ficción) que su ejemplar del Manual… lo incitaba a seguir leyendo, en lugar de parar. “Y descarrilé”, confiesa el crítico. Al llegar al final del libro, en el apéndice, encontró una bibliografía y se zambulló en “la biblioteca de los inconscientes de Levrero”.

Una cita de Freud

“Hay en Levrero varios Levreros: uno que descree, otro que cree un poco y otro que cree mucho más”, escribe Vecchio que, a su vez, convoca a Coleridge y suspende su descreimiento en las ciencias ocultas. Al hacerlo, realiza una notable ampliación de perspectiva. Su libro, El demonio telepático, empieza invocando una cita equívoca, por traducción y elusión de contexto. La novela Fauna de Levrero tiene un epígrafe de Freud: “Si volviera a vivir, me dedicaría a la investigación parapsicológica y no al psicoanálisis”. En principio Vecchio la supuso inventada porque no tenía los datos que aparecen en la segunda edición. Está tomada de Freud y sus discípulos de Paul Roazen. Gracias al rastreo de fuentes llegó a la carta de respuesta de Freud a la invitación del parapsicólogo Hereward Carrington para ser co-editor de una publicación parapsicológica. La carta de Freud dice algo distinto de lo que puede entenderse con la lectura del fragmento elegido como epígrafe. Esta cita incierta de Freud introduce el tema de la relación del psicoanálisis con los otros saberes que abordan las zonas oscuras de la psiquis. El psicoanálisis “es fundado a partir de un corte con la medicina, la psicología y las ciencias ocultas”. A partir de él, dice Vecchio, tenemos “un inconsciente reconocido como tal y una pandilla de inconscientes villanos”.

Además de la trabajosa conquista de un espacio en la cultura popular, que se afianzó en Buenos Aires en la década del treinta, el psicoanálisis tuvo una recepción dificultosa e intermitente en la alta cultura rioplatense. Desembarcó en la primera década del siglo XX y fue menospreciado por las vanguardias argentinas del veinte. Vecchio anota su presencia en la obra de Felisberto Hernández a partir de los años cuarenta, el acto recuperador de Ángel Rama con la antología Aquí cien años de raros (1966) y, en los setenta, en la revista argentina Literal y la uruguaya Maldoror. La edición del Manual de Parapsicología en 1980 está en relación anacrónica con la difusión de Lacan en las décadas de los sesenta y setenta. Podría pensarse que de manera poco previsible Levrero se reconecta con un sesgo de la literatura del 900: las relaciones con la teosofía y el ocultismo que se han señalado en Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga o Julio Herrera y Reissig. El camino es sinuoso: podría entenderse que viene de la mano de la irrupción del New Age después de la Segunda Guerra Mundial y su “revival del ocultismo decimonónico”.

Desde la contratapa de El demonio telepático se establece el vínculo con el veinteañero Roberto Arlt y la tradición que inaugura publicando Las ciencias ocultas en la ciudad de Buenos Aires. Como Levrero con la parapsicología, Arlt buscó la conexión con el ocultismo. Ambos hicieron una apuesta racional de comprensión y compilación con resultados ambiguos.

En el nombre de la madre

El demonio telepático está dividido en dos partes. Vecchio comienza la segunda refiriéndose a las diferentes maneras que tuvo Jorge Mario Varlotta Levrero de firmar su obra. Entre la firma y el heterónimo, despliega los nombres, los explica y los lee como una multiplicidad de “autores embrionarios”. En principio podría considerarse una división entre el Mario Levrero de la alta literatura y el Jorge Varlotta de las fotonovelas, historietas, bibliográficas, textos humorísticos, etc. Pero este esquema trastabilla cuando firma como Mario Levrero tanto el Manual de Parapsicología como la segunda edición de 1992 de la novela Nick Carter se divierte mientras el lector es asesinado y yo agonizo. Vecchio considera que este es un punto de no retorno en un proceso que hace que Jorge Varlotta sea canibalizado por Mario Levrero y que los pseudónimos y “sub-heterónimos” desaparezcan.

Paralelamente se produce la irrupción de los textos autobiográficos. El misterio se revela así: “Cuando a los tres años los médicos le diagnostican un soplo al corazón, la madre hace intervenir a un curandero espiritista, que hace desaparecer el síntoma. En signo de agradecimiento, Levrero y su madre se bautizan el mismo día. Levrero hereda el Espíritu a través del linaje materno, como el nombre que le permite firmar la obra”. Entre Edipo y el Espiritismo.

EL DEMONIO TELEPÁTICO, de Diego Vecchio. Mar Dulce, 2022. Buenos Aires, 200 págs.

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