Novela en otra sintonía

Hugo Burel y el difícil camino de relatar una historia familiar, esta vez sin espías ni detectives

Le costó 20 años escribirla

PREMIOS INTERARTE
Hugo Burel

por Ionatan Was
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Hugo Burel parece no descansar. La cuenta de un libro por año así lo muestra. Sin embargo, con el reciente Espejo de familia daría la impresión de que el prolífico autor podría darle un descanso a la pluma, ya que este es su trabajo más colosal. Atrás quedó el Burel que tan bien se maneja entre agentes encubiertos y espías, para dar lugar a un relato íntimo, cuyas implicancias atraviesan y mucho el ámbito de la familia. No por nada le costó más de veinte años —todo este siglo— dar forma a esta novela.

Buscó un modo ameno de contar, el tono ideal, el punto de vista, las voces, de una historia compleja que el lector descubrirá tras leer la primera parte, si no antes. Retrata a una familia muy uruguaya, cuyo origen variopinto (por el origen irlandés, catalán) se conoce desde fines del siglo diecinueve, cuando aún eran tiempos de barbaries y revoluciones, y cuyo fin coincide con los albores de este siglo.

No es sencillo trazar una crónica de familia sin caer en lugares comunes, banalidades o situaciones trilladas. Tanto que al principio Burel parece atascarse con algunas de estas trampas, relatando una historia como tantas, sin trama que la sostenga, en la que simplemente se alternan gustos y recuerdos del póker de narradores que forman la polifonía novelesca. Pero es cuestión de paciencia. Hay que darle una chance al libro, porque al final no va a defraudar. Burel le encuentra la vuelta justo antes de aburrir al lector, aun cuando aquí no hay ni detectives ni espías.

Lo que sí hay es una degradación enorme en el seno de la familia y, por elevación, hasta del país entero. No es tanto la degradación económica, siendo que de la casona de Carrasco apenas quedan rescoldos. El incendio en todo caso es una cuestión identitaria, de cuando ya no somos lo que fuimos ni queremos serlo. Cuando por mótu próprio pasamos a ser de otra clase; y una muy inferior, por cierto. En especial el caso del hermano menor (el menor, que así lo llaman), uno de los narradores, aunque él mismo diga ser “el principal amanuense de la tragedia y el solitario escribiente de lo que queda, de lo que fue, de lo que sobrevendrá”. Por ahí pasa el quid de la cuestión: buscar entre las cenizas.    

ESPEJO DE FAMILIA, de Hugo Burel. Montevideo, 2023. Penguin Random House, 270 págs.

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