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Una novela esperada

El judío errante de Guatemala

Eduardo Halfón continúa su exploración literaria, esta vez centrada en la relación padre-hijo.

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Eduardo Halfón
(foto Peter-Andreas Hassiepen)

por László Erdélyi
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El nuevo libro del guatemalteco Eduardo Halfón, Un hijo cualquiera, retoma el camino de sus anteriores, el de la búsqueda emocional y espiritual sobre su origen y destino. Esto, en un mundo de identidades confusas, cruzadas por relatos poco sinceros o paradójicos, no parece en principio original. Hay, sin embargo, algo entre líneas que lo diferencia: el lugar desde donde escribe. El narrador, por ejemplo, es un judío de Guatemala que ya no se siente guatemalteco aunque lo caribeño emane por sus poros, fuerte, pegajoso, y a veces siniestro. Es un judío errante caribeño (y no europeo, ¡qué exótico!) que cuestiona y reevalúa su identidad aunque ya no sabe a dónde pertenece. Y sin embargo existe, contundente, y nos entrega este hermoso libro escrito desde la sonoridad del desasosiego. Es un escritor que se expresa desde no lugares, a la intemperie, y lo hace con una desnudez demasiado contemporánea. Es natural —hasta inevitable— que los lectores actuales se identifiquen con la cadencia de esa búsqueda que suena, oh sí, a brutal confesión.

Un hijo cualquiera trata del vínculo entre padres e hijos. Como siempre en Halfón, los textos que reúne el libro parecen ser piezas separadas pero no, conforman un todo y, por lo tanto, sería injusto destacar alguno por su nombre. Si bien las geografías cambian (Ciudad de Guatemala, Nebraska, París, Bruselas, Berlín, Iowa), como también los personajes y las situaciones, todo va por esos caminos de búsqueda que el lector sentirá como propios, y por ende, universales. Al narrador, por ejemplo, le importan un comino las razones médicas, religiosas o ancestrales que obligan a circuncidar a su hijo, aunque el entorno lo plantee como un camino inevitable; en realidad está aterrorizado por el dolor que sentirá su bebé cuando le corten el prepucio en el hospital de Nebraska. Dolor que vuelve a estar presente en la historia del niño Salomón (viene de libros anteriores) que se ahogó en un lago de Guatemala donde estaba la residencia veraniega familiar, sobre todo por la forma cómo los adultos de su familia lo manejaron, o al referirse al arte de matar niños y bebés indígenas por parte de los militares de elite guatemaltecos conocidos como kaibiles (la masacre de la aldea Dos Erres, 1982). También su encontronazo con la narrativa de Knut Hamsun, el nazi Hamsun, y la eterna pregunta, “¿qué debemos hacer, al final, con las bellas palabras escritas por una mano inmunda?” No faltan los juegos con su hijo en París en el encierro obligado por la pandemia.

Al final del libro, donde figuran el pie editorial y otros datos técnicos de impresión, Halfón deja caer casi a escondidas una frase de Julio Ramón Ribeyro: “Para un padre el calendario más veraz es su propio hijo”. Que en este texto es búsqueda, exploración, sonido y sentido.

UN HIJO CUALQUIERA, de Eduardo Halfón. Libros del Asteroide, 2022. Barcelona, 142 págs.

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