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El insoportable Witold Gombrowicz

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Witold Gombrowicz

Polaco insolente

Ya era una celebridad en Europa cuando se refugió por 24 años en Buenos Aires, dejando una huella que Marcelo Zabaloy recuerda de manera particular.

Wit Old llegó con lo puesto. Sin conocimiento de nuestro léxico, sin un peso en el bolsillo y sin conocidos, sobrevivió como pudo escribiendo reportes y después consiguió un modesto empleo en lo de un usurero. Esto lo envenenó, pero se recuperó. Y conectó con el mundillo de los escritores, que lo recibieron con cierto recelo, pero le hicieron un sitio en sus encuentros. Witold G los provocó desde el minuto uno porque siempre hizo eso con todo el mundo, como un niño molesto que dice lo que no debe. Y en ese tiempo, como hoy, sobre ciertos tópicos no se discute, y mucho menos en público. De todos modos Gombrowicz es un escritor europeo, reconocido por medios prestigiosos, y los jóvenes lo siguen.

Dijo del crítico: “Debe ser cruel, feroz, contundente, inflexible, incorruptible, inteligente, pero si entiende que debe destruirlo, primero tiene que leerse entero el libro que destruye”. El que siente que el poncho es suyo, que se lo eche sobre el hombro, dijo Gombro. Es polémico y coherente, pero sobre todo intuye que le conviene, en todos los sentidos, ser polémico. Lo pone en un sitio prominente, se discute sobre él, sobre sus libros, sobre sus opiniones, su posición respecto del comunismo, su exilio insólito en los confines del mundo. En fin, Gombrowicz es, existe, se ve, se oye y lo que es mejor, se lee. Se mete con los escritores de su tiempo, con los críticos que lo tienen como objetivo preferido de sus reportes insidiosos.

Todo pintor, todo músico, todo escritor debe ser pretensioso. No es un defecto que se muestre soberbio, es un impulso que no se puede reprimir y, según Gombrowicz, no se debe reprimir. Porque el que escribe quiere tener su monumento. Quiere que los siglos lo recuerden.

No quiso reconocer el supuesto genio de los escritores que el comunismo encumbró. Los tildó de serviles y cómodos. Los culpó de impedir el conocimiento de sus libros que, después del éxito europeo de su Ferdydurke, fueron prohibidos por el régimen en todo el territorio soviético.

Dice Bioy que Borges dijo: “Es increíble que los europeos se expresen con respeto sobre Gombrowicz”. Es comprensible que desde el buque, yéndose, Gombro profiriese: “Terminen con Borges, che”.

NOTA: Witold Gombrowicz (1904-1969) fue un célebre novelista y dramaturgo polaco que vivió 24 años en Buenos Aires. Marcelo Zabaloy es traductor del Ulises de James Joyce al castellano rioplatense (se ha publicado recién su tercera edición revisada en editorial El cuenco de plata; es la mejor traducción disponible hoy en librerías). El texto adjunto está escrito lúdicamente sin la letra “a”.

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