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Peña y la vara

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Mientras esperamos que Olesker muestre alguna “cartulina” y que alguien de Udelar o Caja de Profesionales de una explicación coherente, asistimos al desenlace inesperado de otro ejemplo de títulos inexistentes. Adrián Peña.

No me es fácil escribir sobre alguien con quien tengo buena relación y cometió un grave error. La política no perdona. Y menos perdona a Ciudadanos. Un sector “maldito” para la “derecha” uruguaya. No me canso de repetir cuanta ceguera tienen quienes bombardean a los sectores de “centro” en la Coalición. Allá ellos.

El caso Peña es delicado. Hereda una compleja situación cuando Bordaberry se retira de la política.

Secunda luego a Talvi y queda a la intemperie cuando éste intempestivamente se aleja de todo. El Presidente Lacalle Pou luego lo nombra ministro de Ambiente. Le recae la enorme responsabilidad de liderar un sector con pocos votos propios. Eran de Talvi. Venía realizando una buena gestión con mínimos recursos disponibles y nunca se dio tiempo para reflexionar que las “pequeñas picardías” devienen en enormes macanas cuando perteneces a ese sector “maldito”, de 1 Partido que cae -además-en picada.

Cuando se esta en un lugar así lo único que no puedes hacer es comprometer tu integridad con tonterías. Falsear sobre un título que aún no tienes es una de ellas.

Un psicólogo explicará mejor que yo porqué mucha gente maquilla sus currículos. Y en este caso se faltó a la verdad 2 veces. En la primera comprometió al Presidente que aún lo seguía “bancando”. Renunciar pues, no fue una opción a considerar. Fue el único camino decente. Para los que creemos conocerlo, sólo puedo atenuar circunstancias que hacen a la persona.

La gestión lo devoró. Un “workholic” que no disfruta de una mínima licencia ni conoce el concepto: tiempo de ocio. Quiso hacer de Ambiente (que la ciudadanía aún subestima) un ministerio prestigioso antes de retirarse hacia otros desafíos. Y además aprender todo sobre Ambiente. Apenas pudo. Quedó a medio camino por culpa de esos descarriladores o desbalances que tienen personas como él. Desvalorizo la picardía del título falso y sus implicancias. Ni cuenta se dio de lo mal que procedía.

En el último tiempo lo salpicó una decisión que evito tomar en soledad. Aún por consenso tuvo que poner el pecho al problema. Pedir la renuncia a Ache. (Situación que tal vez, fue mal manejada). Debieron cesarla y a la vez exigir otras renuncias. Esto le costo una suerte de “ajuste de cuentas” que derivo en cruces muy duros desde filas del coloradismo.

En esos cruces apareció el concepto de altura en la vara de la ética. No comparto lecturas autocomplacientes de gente cercana. La vara sigue bajísima en este país. Los 15 años de FA en el gobierno nos mostraron con Sendic, Olesker, Reboledo, y otros que se puede falsear títulos impunemente.

Esperaba en este gobierno muestras de transparencia y si bien apruebo la enorme mejora en la gestión, hay sombras éticas que debieron evitarse. Y cuando refieren a mi Partido más me duelen. Con dolor lo digo: Peña hizo solo lo que corresponde una vez que tuvo que sortear una vara que ya estaba a ras de piso cuando no dijo la verdad sobre su título. Molesta que hablemos de esto y no del riesgo país más bajo de la historia o la tasa de crecimiento y suba en el empleo.

Descansarse en la actitud omisa de políticos del FA no convalida nada. Gratifica que al menos Peña tuvo sentido de la vergüenza. Otros ni eso.

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