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La gravedad implícita en la amenaza del calentamiento global, obliga a tomar el asunto con suma urgencia. No se trata de una serenata resultante de un impulso pasajero sino de las conclusiones científicas del grupo más calificado de expertos, reunidos en el Comité Intergubernamental de Especialistas en el Cambio Climático (IPCC).

Las alarmas continúan sonando porque al paso que vamos será imposible cumplir con la meta establecida en el Acuerdo de Paris, de lograr limitar el calentamiento de la atmósfera a 1.5ºC -o que sea lo más por debajo posible de 2ºC- con respecto a la época preindustrial.

Porque las estrategias que los gobiernos deben aplicar con mayor rigor para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero, están siendo notoriamente insuficientes. Incluyen el reemplazo del uso de combustibles fósiles con energías renovables, reducir el consumo de energías y de recursos (potenciando la eficiencia), aumentar la eficacia energética, capturar y almacenar carbono mediante el uso de tecnologías apropiadas.

Recordemos que estas decisiones son voluntarias y cuestan dinero lo que está frenando la amplitud de los compromisos. Ante tal panorama los investigadores no se han quedado “con los brazos cruzados”. Trabajan en otras líneas estratégicas para atacar el problema.

Una de las más lógicas es hallar la forma de eliminar el exceso de CO2 atmosférico (de origen antrópico) mediante tecnologías apropiadas -que su aplicación carezca de efectos negativos importantes.

En la actualidad se están evaluando muchas ideas en esa dirección, sobresaliendo, por ahora, las basadas en la forestación como eficaz mecanismo natural de captura de carbono en el proceso de crecimiento de los árboles. Luego se procesa esa biomasa, obteniéndose un producto final -concentrado de carbono- que se entierra en lugares seguros.

Rápidamente surge el inconveniente de que se necesitarán grandes extensiones destinadas a la forestación, así como el uso de mucha energía para desplegar esa tecnología.

Otra crítica que recibe la búsqueda de estas alternativas es que les estaría dando una buena excusa a los gobiernos para alejarse de sus compromisos asumidos en el Acuerdo de Paris, a la espera de avances significativos en la eliminación del CO2 del aire.

A pesar de ello, compartimos el optimismo que existe en impulsar esa línea de investigación.

Habrá que hallar formas eficientes y baratas de extraer CO2 de la atmósfera, sin descuidar la masiva sustitución del uso de los combustibles fósiles por renovables.

Si conseguimos desarrollar métodos capaces de absorber los gases de efecto invernadero de origen humano responsables del calentamiento actual, estaríamos solucionando la mayor amenaza del siglo XXI para la humanidad. Pero solo será posible si se toma la decisión de invertir muchos recursos humanos y materiales en esas líneas de investigación, como se hizo ante la inesperada irrupción de la pandemia provocada por el virus Sars-Cov-2. Queda claro que para afrontar la actual encrucijada deberá ser la responsabilidad y la inteligencia humana las que nos solucione el problema.

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Hernán Sorhuet Gelós

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