Una noticia médica que, si se tiene en cuenta la repercusión que tuvo la aprobación del procedimiento de la eutanasia, pasó un poco por debajo del radar, fue la que anunció la Fundación Pérez Scremini en estos días: la posibilidad de aplicar, en Uruguay, la terapia oncológica denominada CAR-T. La sigla denota “”Cimeric Antigen Receptor T cells”, que en español se traduce como Células T con receptor quimérico de antígenos.
Atrás de esa denominación casi esotérica para quienes no están en el campo de la medicina, hay una inmunoterapia que hasta hoy no estaba disponible en Uruguay, y que además convierte al país en el primero de la región en contar con ella.
Esquemáticamente, el procedimiento implica la extracción de sangre de un paciente, la posterior modificación genética de una parte de esa sangre, y la posterior reinyección de la misma para que empiece a actuar contra lo que está provocando el cáncer.
Soberanía médica
Cuando se hizo el anuncio, el médico asesor de la fundación, Ney Castillo, ahondó en el significado que tiene la llegada de esta terapia a Uruguay: “Primero, está el médico. Tener la posibilidad de fabricar localmente la terapia, nos permite controlar la calidad y la seguridad, y nos reduce los tiempos. Tenemos al paciente y al laboratorio en el mismo lugar”.
No contar con esa posibilidad significaba, como hasta ahora, tener que recurrir a la industria farmacéutica y a los servicios de salud de otros países, con lo que eso implicaba de tiempo de espera y, claro, dinero. Según Castillo, un tratamiento de esas características podía llegar a costar hasta medio millón de dólares.
Esto último es lo que le permite a Castillo decir que la llegada de CAR-T tiene un significado económico y de soberanía. “Evitamos depender de lo que la industria farmacéutica nos cobraría, y de otros países”.
Dado que la Pérez Scremini atiende a una población pediátrica y juvenil, la terapia CAR-T está por ahora solo disponible para pacientes de hasta 29 años de edad. Pero como también dijo Castillo, ya se iniciaron conversaciones con las autoridades del Hospital de Clínicas para que se pueda abarcar a pacientes mayores y, como también señala el médico asesor de la fundación, para que esta terapia esté disponible para aquellos que la necesiten, independientemente de su situación socioeconómica.
—¿Cómo fue el proceso de implementar esta tecnología en Uruguay?
—Hicimos un trayecto bastante largo, pero no diría que fue demasiado largo. En ese trayecto, conseguimos la tecnología y conseguimos también que nuestros técnicos se prepararan en otros países, específicamente en España y Estados Unidos.
Un último recurso con beneficios
Lucia D’Andrea y Marcela Barrios son parte del equipo que, por decirlo de alguna manera, están en la implementación misma de la terapia. Marcela explica el paso a paso: “Aislamos los linfocitos T de la sangre del paciente y los modificamos genéticamente, para luego introducirlos en el cuerpo del paciente, y que combatan al tumor”.
Lucía, en tanto, amplía: “Esta terapia es un último recurso, y está aprobada para pacientes que fueron sometidos a quimioterapia sin que eso diera los resultados esperados. Hasta hoy, hemos aplicado esta terapia para leucemias del tipo B y los linfomas también de tipo B. Si bien se están haciendo pruebas para otro tipos de cáncer, esas dos son las que han sido aprobadas para emplear esta terapia.
¿Cuánto tiempo puede durar el tratamiento con CAR-T? “En uno de los casos que hemos tenido hasta ahora, que han sido tres, el paciente estuvo internado durante una semana, y luego fue dado de alta. En comparación con lo que es la quimioterapia, es un tiempo corto”, dice Marcela y Lucía agrega que un tratamiento de quimioterapia para un paciente con el tipo de cáncer al que se referían, podía llegar a insumir un período de tratamiento de dos años. “Otro avance en comparación con la quimioterapia”, continúa, “es que al tratarse de una terapia que ataca únicamente a las célular con cáncer, los efectos secundarios son mucho menores. Una quimioterapia actúa de manera sistémica, y mata a ‘todas’ las células, no solo aquellas con cáncer”.
Barrios acota que CAR-T seguramente pueda usarse para otros tipos de cáncer, y Lucía finaliza: “Esta tecnología llegó para quedarse”.
—¿Cuánto tiempo insumió todo ese proceso?
—Todo estuvo pronto en el año 2022, pero se demoró por las normativas y las regulaciones que con las que fue necesario cumplir.
—¿Cuántas personas están capacitadas para poder aplicar esta terapia en Uruguay?
—Tenemos cuatro técnicos que trabajan en la producción, más el apoyo del departamento de hemoterapia, y tres pediatras que también se prepararon fuera de Uruguay para manejar los posibles efectos secundarios de esta terapia.
Cabe también señalar que hasta el momento, la terapia CAR-T solo es aplicable a algunos tipos de cáncer como leucemia linfoblástica aguda (LLA), linfomas de células B y mieloma múltiple. Pero Castillo tiene la convicción de que será posible ampliar el radio de acción de este método en el futuro, para que también pueda ser una terapia para pacientes con cáncer de mama o de pulmón, por nombrar solo dos casos.
Además, también cree que cualquier tipo de cáncer llegará a ser “derrotado”. “El mecanismo de esta terapia —que nace en el mismo cuerpo del paciente— hace que tengamos una visión optimista hacia el futuro".
Ya se están experimentando en adultos, además de que también se está probando en enfermedades no oncológicas. Esto recién empieza. Afortunadamente he podido ser testigo, en el transcurso de mi vida, cuánto se ha avanzado en este sentido. Hace no tanto tiempo, la tasa global de curación de cáncer para pacientes menores de 18 años no pasaba de 50%. Actualmente, esa misma tasa está cerca de 90%. No hemos completado el trabajo, pero estamos más cerca”, concluye.