Enfrentar una cirugía sin preparación puede dificultar notablemente el proceso de recuperación. Así lo plantea la doctora Graciela Martínez Palli, anestesista del Hospital Clínic de Barcelona, quien defiende un enfoque conocido como prehabilitación.
Esta estrategia aprovecha el periodo entre el diagnóstico y la intervención quirúrgica para preparar al paciente de forma integral, tanto en lo físico como en lo emocional, con el fin de reducir complicaciones postoperatorias y mejorar la evolución clínica tras la operación.
El concepto de prehabilitación parte de una lógica sencilla pero efectiva: del mismo modo que nadie correría una maratón sin entrenar, tampoco se debería afrontar una cirugía sin una preparación adecuada.
Según explica la doctora Martínez, los pacientes con mejor condición física disponen de mayor reserva funcional, lo que se traduce en menos complicaciones durante el postoperatorio y una recuperación más rápida.
“Cuanta mejor forma física tiene el paciente, mejor reserva cardiorrespiratoria y, por lo tanto, menor incidencia de complicaciones en el postoperatorio”, resume.
Este enfoque no solo busca reducir la incidencia de problemas tras la intervención, sino también disminuir la duración de la hospitalización, evitar ingresos no planificados y facilitar el retorno a la vida cotidiana con mayor autonomía.
En este sentido, la prehabilitación se presenta como una herramienta efectiva para mejorar no solo los resultados clínicos, sino también la experiencia del paciente.
Un programa multidisciplinario y personalizado
La prehabilitación se lleva a cabo mediante programas diseñados por equipos interdisciplinarios que incluyen médicos anestesistas, nutricionistas, psicólogos y personal de enfermería.
El abordaje incluye entrenamiento físico controlado para mejorar la capacidad aeróbica y muscular, apoyo nutricional para corregir déficits provocados por la enfermedad o el estrés quirúrgico, y atención psicológica para afrontar la ansiedad o el temor que pueden surgir antes de una operación.
Asimismo, se trabajan hábitos saludables como dejar de fumar, moderar o suspender el consumo de alcohol y mejorar el control de enfermedades preexistentes, como la anemia o afecciones crónicas que puedan interferir en la recuperación.
El rol activo del paciente: clave para el éxito
Un componente fundamental de la prehabilitación es el cambio en el rol del paciente, quien pasa de ser un receptor pasivo de cuidados a tomar un papel protagonista en su recuperación.
“Me han enseñado a respirar, me han enseñado a comer”, cuenta una paciente que participó en el programa del Hospital Clínic, y que tras su intervención asegura sentirse “como si no me hubieran operado”.
Este proceso de preparación también tiene efectos más allá del periodo quirúrgico, ya que fomenta la adopción de hábitos saludables que pueden mantenerse a largo plazo. Actividades sencillas como caminar a diario, mejorar la alimentación, dormir mejor o reducir el estrés pueden marcar la diferencia en la evolución postoperatoria y en la salud general del paciente.
Aunque pueda parecer que este tipo de programas está dirigido a pacientes jóvenes o en buena forma física, en realidad están pensados, sobre todo, para quienes enfrentan mayores riesgos: personas mayores, pacientes con enfermedades crónicas o aquellos que se someten a cirugías complejas. La edad avanzada no es una barrera para ser operado, pero sí lo puede ser una mala condición física.
Elim Johana Alonso Dorado/El Tiempo GDA