Redacción El País
Durante más de un siglo, los antropólogos observaron una diferencia entre las manos de hombres y mujeres: en la mayoría de los varones, el dedo anular es más largo que el índice, mientras que en muchas mujeres ocurre lo contrario.
Esta relación, denominada 2D:4D, no solo es un rasgo físico, sino también un marcador biológico de salud y comportamiento.
Investigaciones de la Universidad de Florida demostraron que la relación entre el índice y el anular refleja la exposición a hormonas sexuales durante la gestación.
Altos niveles de testosterona impulsan el crecimiento del anular, dando como resultado un índice relativamente más corto. En cambio, una mayor presencia de estrógenos favorece que el índice sea igual o más largo. Una vez establecida durante el desarrollo embrionario, esta proporción permanece constante a lo largo de la vida.
El dedo anular más largo funciona, según los científicos, como un “fósil biológico”: un registro de la balanza hormonal prenatal que puede influir en la fertilidad, el rendimiento físico y la predisposición a ciertas enfermedades, como autismo, esquizofrenia o cáncer de próstata. Por su parte, una proporción más alta —índice igual o mayor que el anular— se asocia con un perfil hormonal más femenino y puede ser un marcador de susceptibilidad a dolencias cardiovasculares y metabólicas.
Los expertos destacan que esta proporción no determina un destino fijo, sino que es una señal biológica que, combinada con otros factores, ayuda a comprender cómo las hormonas influyen en la salud, el comportamiento y la diversidad de aptitudes humanas. “Los dedos son como una ventana a la etapa más temprana de nuestra vida”, afirman, revelando cómo la proporción entre índice y anular cuenta la historia hormonal mucho antes del nacimiento.
En base a El Tiempo/GDA
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