Por qué algunos hijos le hacen la vida imposible a los padres a la hora de la comida

La genética es responsable de casi el 75% de lo exigente que es un niño con la alimentación hasta los 13 años de edad.

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Las complicaciones de los más chicos a la hora de comer muchas veces es un tema genético, no de comportamiento.
Foto: Pexels.

O Globo - GDA
Es natural tener dificultades al intentar que tu hijo coma. Especialmente cuando se trata de alimentos más fríos o duros, como frutas y verduras, muchos los rechazan en la primera, segunda e incluso tercera vez. Sin embargo, un nuevo estudio asegura que esto no es culpa de los padres, sino de los genes heredados.

Científicos de la Universidad de Londres estudiaron las preferencias alimentarias de más de 2.400 pares de gemelos idénticos y no idénticos. Sus hallazgos indican que la genética es responsable del 60% de lo exigente que es un niño a los 16 meses. Y ese porcentaje solo aumenta con el tiempo, llegando al 74% entre los tres y los 13 años.

No obstante, los científicos afirman que, a pesar de esto, los padres no deben desistir de intentar fomentar una alimentación saludable.

"Esperamos que nuestro descubrimiento de que la alimentación exigente es en gran parte innata pueda ayudar a aliviar la culpa de los padres. Este comportamiento no es resultado de la crianza. Nuestro estudio también muestra que la alimentación exigente no es necesariamente solo una 'fase', sino que puede seguir una trayectoria persistente", afirma Zeynep, autora principal del estudio.

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Los gurises son divinos, pero a veces pueden sacar de quicio a sus padres a la hora de comer.
Foto: Flickr.

En el estudio, los padres de gemelos completaron cuestionarios sobre los comportamientos alimentarios de sus hijos cuando tenían 16 meses, tres, cinco, siete y 13 años. Los investigadores descubrieron que los gemelos no idénticos presentaban mayores diferencias en sus hábitos alimentarios exigentes que los gemelos idénticos.

Esto indica una gran influencia genética, ya que los gemelos idénticos tienen ADN idéntico, mientras que los gemelos no idénticos comparten solo el 50% del ADN.

El equipo también descubrió que los gemelos idénticos se volvieron menos similares en su comportamiento exigente con la comida a medida que crecían, lo que indica un aumento en el papel de factores ambientales específicos a edades más avanzadas.

"Aunque la alimentación exigente tiene un fuerte componente genético y puede extenderse más allá de la primera infancia, esto no significa que sea algo fijo. Los padres pueden seguir animando a sus hijos a comer una gran variedad de alimentos durante la niñez y la adolescencia, pero los compañeros y amigos pueden convertirse en una influencia más importante en la dieta de los niños cuando llegan a la adolescencia", afirma Alison Fildes, coautora del estudio, de la Universidad de Leeds.

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Cuando llega la adolescencia, por lo general se terminan los problemas de alimentación, pero empiezan otros en los que a veces los padres no "reconocen" a sus hijos.
Imagen Deviant Art.

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