La única banda show marchante de Montevideo transforma la vida de jóvenes y representa a Uruguay en el mundo

El proyecto busca no solo enseñar a tocar instrumentos, sino también valores que mejoren la calidad de vida de sus integrantes; precisan recaudar fondos para sus presentaciones.

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Wilband
Equipo de Wilband, la única banda show marchante de Montevideo.
Foto: Cortesía Wilband.

"Un niño que interpreta un instrumento es un adulto que nunca empuñará un arma", ese es el leitmotiv de Wilband, la única banda show marchante de Montevideo. La dirige Wilder Quiroga, docente de música que apuesta por este proyecto desde hace 20 años para que los jóvenes encuentren un lugar donde ocupar su tiempo libre saludablemente.

“He vivido el alcance que puede tener la enseñanza musical, la transformación que provoca en las personas”, expresó. La idea fundamental se ve, por ejemplo, en la devolución que recibió de un hombre hace algunas semanas: “Vi lo que hacen en el barrio; nunca había visto algo así. Está buenísimo que los gurises estén ahí en lugar de hacer otras cosas”.

Es mucho más que música. Se trata de “rescatar valores de convivencia, el saludo, el buenas tardes, el hasta luego”. Hoy, la banda cuenta con 30 integrantes que van desde los 10 años de edad en adelante. El foco está puesto en niños, adolescentes y adultos jóvenes, pero no hay límite de edad; cualquiera puede sumarse.

La casa de Wilband

Muchas personas asocian el término ‘banda marchante’ con el mundo militar —señaló Quiroga—, pero lo cierto es que abarca cualquier banda de músicos que interpretan melodías y marchan al son de la música. Wilband también entra en la categoría de ‘banda show’, lo que significa que, además de los desfiles, proponen shows temáticos.

Antes ensayaban en los predios baldíos de lo que hoy es el estacionamiento del Mercado Agrícola de Montevideo (MAM), luego en la Plaza Primero de Mayo —frente al Palacio Legislativo— y ahora en una casona en el límite entre los barrios Prado y Atahualpa, que obtuvieron a través de un comodato del Consejo Directivo Central (Codicen) de la Dirección General de Educación Inicial y Primaria.

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Show de Wilband.
Foto: Cortesía Wilband.

“Es una propiedad que estamos recuperando entre todos. Da mucho trabajo; los recursos económicos que tenemos son escasos y la vamos llevando”, dijo el director. Los integrantes vienen de lugares diversos: Cerro Norte, Casabó, Paso de la Arena, Pajas Blancas, Jacinto Vera, Brazo Oriental, Centro… Incluso hay jóvenes que llegan de Ciudad del Plata y San José de Mayo. Pagan una cuota social de $ 350 que permite sostener la actividad.

Trabajan por secciones. Por un lado, están los melódicos, que son instrumentos de viento como trompetas, trombones, tuba y saxofones. Por otro, está la percusión —dirigida por Amadeo, de 15 años e hijo de Quiroga—, formada por tambores redoblantes, bombos, platillos e instrumentos de producción afinada conocidos como liras. Por último, está el colorguard, como se conoce al grupo artístico dentro de las bandas marchantes que realiza rutinas coreografiadas.

Música de Uruguay al mundo

Wilband es una asociación civil sin fines de lucro y forma parte de la Asociación Mundial de Bandas de Marcha. Ha presentado su show en Uruguay y el mundo. Cada 25 de agosto participan del desfile patrio de Tacuarembó —donde nació la banda, en 2005— y también los invitan a los aniversarios de la ciudad de Paysandú, en junio. En Montevideo han ido a escuelas, colegios y eventos benéficos de múltiples organizaciones.

No cobran por sus presentaciones, pero solicitan, siempre que sea posible, que se contrate un ómnibus para trasladar a los músicos y los instrumentos. “A veces el lugar no puede conseguir el transporte y movilizamos a los padres de los chicos y a amigos, los molestamos con sus vehículos particulares, y hacemos dos o tres viajes para llevar todo”, contó Quiroga.

Y añadió: “El apoyo que brindan los padres es re importante. Y también el de mi señora, que está siempre espalda con espalda conmigo”.

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Presentación de Wilband.
Foto: Cortesía Wilband.

El próximo 10 de julio saldrán rumbo a Tucumán, Argentina, para el Encuentro Internacional de Bandas y Orquestas Música en Libertad. Presentarán un show temático sobre el candombe: mostrarán su historia, cuáles son sus figuras principales, etcétera. En la parte de percusión usarán latas recicladas que formaron parte del desfile en la Feria Ambiental de Paseo Centro, en Montevideo.

Están invitados a la Copa Centro Oeste en Mato Grosso, Brasil, el 4 y 5 de octubre. “Vamos comiendo como la gallina: de a granito. Primero Tucumán y después empezaremos a trabajar en la recaudación de fondos para Brasil”, dijo el director. A su vez, los llamaron para participar en la Copa América de Bandas y Fanfarrias (Brasil), la Feria Internacional de Manizales (Colombia) y el Festival Internazionale Bande Musicali (Italia), pero con los recursos que tienen “es difícil acceder a todas esas cosas”.

Una de las cosas que hacen para recaudar fondos es vender comida casera. El mes pasado hicieron una cazuela de lentejas y vendieron más de 100 porciones. Quiroga añadió: “Cualquier ayuda es re importante”.

Recuerdos que quedan

Para Quiroga, Wilband es una “gran familia”. “Los chiquilines que recién entran me dicen que les encanta el trato y el compañerismo que hay”, contó y agregó que fomentan especialmente la solidaridad, el orden y el apoyo mutuo. “Muchas veces pasa que los ensayos terminan y los chiquilines se quedan ahí. No se quieren ir. Y los acostumbramos a que nos avisen cuando toman el ómnibus, cuando se bajan, cuando llegan a sus casas”, comentó.

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Presentación de Wilband.
Foto: Cortesía Wilband.

Uno de los recuerdos más especiales ocurrió en Atibaia, Brasil: “Fuimos junto a todas las bandas a conocer las autoridades de la ciudad y, cuando llegamos, el intendente dijo: ‘Quiero conocer a banda da sopa’. Le contestaron: ‘¿Banda da sopa?’ y el continuó: ‘Sí, banda da sopa de Uruguay, esa que hizo comida para llegar aquí”.

También le emociona pensar en el impacto que este proyecto ha tenido en los jóvenes. Recuerda especialmente a un chico que tenía “un montón de problemas económicos y dificultades para estudiar”. Incluso iba a la puerta del liceo para asegurarse de que él entrara y lo ayudaba con los boletos cuando no tenía. Más adelante, ese joven le dijo: ‘Wilder, me enseñaste que hay que ir hasta el final y no darse por vencido nunca. Bueno… Gracias a eso aprobé mi licenciatura como ingeniero de sistemas’.

El director concluyó: “Son esas las cosas que quedan”.

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