Incluir fibra en la alimentación puede reducir la presencia de "químicos eternos" en el cuerpo

Las sustancias de la clase PFAS se utilizan para hacer que un producto sea antiadherente, impermeable y resistente a manchas.

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Las legumbres son una fuente de fibra.
Foto: Unsplash.

La incorporación de alimentos ricos en fibra en la dieta durante cuatro semanas puede reducir la presencia de "químicos eternos" en el cuerpo, según un estudio publicado en la revista científica Environmental Health. Esta dieta logra disminuir los niveles de los dos tipos más peligrosos de los compuestos químicos industriales conocidos como PFAS: el PFOS y el PFOA.

En la investigación, el equipo recolectó muestras de sangre de 72 participantes (hombres adultos con colesterol elevado) entre 2019 y 2020 en Canadá. Después de cuatro semanas de la primera recolección, considerando que los adultos cambiaron su dieta para consumir más fibra, los investigadores analizaron la presencia de 17 tipos de PFAS.

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La palta, el pan integral, la palta y la naranja son alimentos ricos en fibra.
Foto: Commons.

"La comparación de las concentraciones de PFAS al inicio del estudio y después de un seguimiento de 4 semanas mostró que el total de PFAS detectado disminuyó tanto en el grupo de control como en el grupo de intervención para el colesterol", escribieron los autores.

Por otro lado, los investigadores destacan que se necesitan más estudios para extender los períodos de prueba. Por eso, ya está en marcha una nueva investigación realizada por el mismo equipo.

"Futuros estudios de intervención deben controlar las fuentes de exposición a PFAS y extender la ingesta de suplementos alimenticios más allá de cuatro semanas", concluyen.

La clase de PFAS también se llama "químicos eternos" porque no se descomponen en la naturaleza. Actualmente, existen más de 9.000 tipos de PFAS. Se utilizan para hacer que un producto sea antiadherente, impermeable y resistente a manchas.

El PFOS se usa principalmente como impermeabilizante para mantener la coloración de ropa, muebles y alfombras. También se emplea en revestimientos para envases de alimentos, platos de papel, cortinas de baño, componentes electrónicos, espumas contra incendios, tratamiento de imágenes, fluidos hidráulicos, productos de limpieza e insecticidas. Un estudio anterior encontró residuos de PFOS en la sangre de mujeres embarazadas y en los cordones umbilicales de los bebés.

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