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Hidratarse es indispensable en verano, pero tomar agua no tiene por qué ser una experiencia sin gracia

Tres maneras de agregarle algo de onda a la hidratación en días con mucho calor.

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Aproximadamente ochos vasos de agua por día hay que tomar.
Foto: Commons.

Nuestro cuerpo es, en gran parte, pura agua. Se calcula que entre un 50% y 70 % del peso corporal es agua (la cifra exacta varía según edad y sexo). Algunas de las funciones del agua son la eliminación de desechos, la regulación de la temperatura, y la protección de tejidos sensibles.

En Uruguay, con su clima templado, se recomienda tomar, en el caso de los adultos, unos ocho vasos de agua por día, aunque puede haber variaciones de persona a persona.

Más allá de lo esencial que es el agua (también otros líquidos pueden servir para hidratarse, como la leche o los jugos de fruta) para el cuerpo y la salud, beberla es particularmente importante en verano, cuando sudamos más, y teniendo en cuenta que lo más probable es que las temperaturas sean cada vez más elevadas debido al cambio climático.

Además de las funciones fisiológicas que el agua contribuye a mejorar y regular, hidratarse es además relevante para el funcionamiento cognitivo. De acuerdo al Instituto de Investigación Agua y Salud “la deshidratación afecta negativamente al rendimiento intelectual, provocando lentitud del pensamiento y de los reflejos y un aumento significativo de los errores en la solución de problemas”.

Pero acostumbrados como estamos luego de décadas de publicidad y distintas pautas culturales que se fueron incorporando, el agua no tiene mucho glamour que digamos. Sin un sabor distintivo, y con poca prensa, a muchos se les hace algo “aburrido” tomar agua, y optan por bebidas más estimulantes y saborizadas. Sin embargo, hay muchas maneras de "condimentar" el acto de tomar para que no sea una experiencia sosa, y se puede recurrir a métodos naturales o apoyarse en la tecnología. Acá, tres formas de hidratarse con un poquito más de sofisticación.

Agua fresca

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Agua fresca de sandía.
Foto: Commons.

Por ese sencillo y básico nombre se conoce a la costumbre de simplemente ponerle algo de fruta o verdura al agua, que se cree originaria de México. En el portal oficial de ese país, se habla de agua fresca como algo que viene de la época de los aztecas: “La tradición de preparar aguas frescas data de la época de los aztecas, quienes machacaban frutas, molían flores y les agregaban agua a fin de saciar su sed durante las travesías que realizaban”.

Y no hay casi reglas. Por ejemplo, en la web de El Gourmet, dan esta receta de agua fresca:

—Añadir semillas de chía y agua en una jarra y mezclar bien. Dejar reposar durante diez minutos para permitir que las semillas de chía absorban el agua.

—Agregar jugo de limón, sirope de maple (o miel) con trozos de sandía fresca y gajos de limón.

—Revolver bien para combinar y disfrutar con hielo.

Gasificación

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Gasificadora de líquidos.
Foto: Gentileza.

También hay métodos más avanzados. Por ejemplo, gasificarla. La empresa argentina Sodamerica hace poco se instaló en Uruguay, y tiene pensado hacer lo mismo en Paraguay y Chile. Dicho emprendimiento vende un aparato con el cual es posible gasificar cualquier bebida, no solo agua, según lo que explica el CEO Javier Calandrelli.

El aparato cuesta $2.499, viene con una botella de plástico PET reutilizable con una vida útil de cuatro años y un cilindro de CO2 que hace la gasificación posible.

Calandrelli agrega que el dispositivo tiene dos años de garantía y que rinde entre 60 y 80 litros, dependiendo del grado con el cual se quiera gasificar el agua o el jugo en cuestión. Además, el empresario añade que cuando el cilindro se agota, este se cambia (por $599 en un punto de recambio de la compañía), no se tira. “Nuestra filosofía de negocios tiene en cuenta al medio ambiente, y es una manera de, por ejemplo, no contribuir con tanta botella de plástico descartable a la basura que perjudica a la naturaleza. También es una forma de ahorrar combustible, porque con este aparato no es indispensable comprar tanta bebida gasificada, cuyas botellas se trasladan en camiones de la planta a los negocios y tiendas para llegar a los consumidores”.

Air Up

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Sistema de hidratación Air Up
Foto: Difusión.

Otra manera de hidratarse es con tecnología “aromática” por así decirlo. La empresa estadounidense Air Up vende un novedoso sistema que lo que hace es afectar el olfato de quien bebe.

El agua es común y corriente, pero mediante una serie de olores que vienen en cápsulas, uno siente que toma agua saborizada. De acuerdo a lo que informan en su web, uno compra la botella de plástico (también reutilizable) y le pone al tubito por el cual se bebe, un pequeño contenedor con un aroma determinado (sandía, frutos rojos, y otros). Cuando el agua pasa por ahí, se activan los aromas y uno siente que está tomando agua con sabor sin que eso en realidad ocurra, porque el olfato “engaña” al cerebro.

El método fue realizado, de acuerdo a la empresa, por un experto en nutrición y un ingeniero industrial, que unieron sus neuronas para diseñar esta metodología.

La empresa vende varios kits con diferentes precios dependiendo del equipamiento y cantidad de aromas, que van de 50 a 100 dólares y se puede comprar online. De esa manera, uno se hidrata y, según Air Up, por un precio más accesible que si comprara una botella de agua o refresco tras otra durante los días de calor. Así, tradición y tecnología se complementan para hacer de la hidratación algo más elaborado en cuanto a sabor y experiencia.

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