Redacción El País
Con el paso del tiempo, la piel pierde firmeza y elasticidad. Pero además de los factores genéticos o ambientales, las emociones juegan un papel clave en ese proceso. Así lo explica la esteticista y especialista en medicina estética Alejandra Mora, quien advierte que el estrés y la tristeza “se reflejan inevitablemente en el rostro”.
El motivo está en el microbioma cutáneo, un ecosistema compuesto por microorganismos que habitan en la superficie de la piel y la protegen de agentes externos. Cuando ese equilibrio se altera —por cansancio, ansiedad o malos hábitos—, la piel lo evidencia: pierde brillo, se vuelve más sensible y aparecen afecciones como rosácea, dermatitis o acné.
El microbioma, un guardián poco valorado
Durante años, la atención estuvo puesta en el colágeno o el ácido hialurónico, pero Mora sostiene que el verdadero guardián de la piel es su microbioma. Mantenerlo en equilibrio implica cuidar tanto la alimentación como el bienestar emocional, dos pilares que actúan en conjunto.
“El intestino y la piel están conectados”, subraya la especialista, al recordar que una dieta rica en frutas, verduras, fibra y alimentos fermentados —como el kéfir o el chucrut— ayuda a mantener la flora intestinal saludable, lo que repercute en una piel más luminosa y resistente.
Hábitos que envejecen (y cómo revertirlos)
Más allá de la carga emocional, hay comportamientos que aceleran el envejecimiento cutáneo: dormir mal, abusar del azúcar, el alcohol o los ultraprocesados. La falta de descanso, en particular, altera la regeneración celular nocturna y afecta directamente la firmeza y luminosidad del rostro.
Para contrarrestarlo, Mora recomienda establecer rutinas de sueño regulares, limitar el uso de pantallas antes de acostarse y priorizar momentos de relajación durante el día. “La piel refleja lo que vivimos y sentimos. Si aprendemos a manejar el estrés y a descansar bien, también estamos cuidando de nuestra belleza”, enfatiza.
Belleza emocional, una mirada integral
El mensaje de fondo es claro: el envejecimiento no depende solo del paso del tiempo. Cuidar la piel implica más que aplicar cremas o tratamientos; se trata de sostener un equilibrio integral entre cuerpo, mente y emociones.
“Una piel sana es aquella capaz de autorregularse. Cuando se respeta su ritmo y se alimenta desde adentro, envejece más lento y luce mejor”, resume Mora. Lejos de ser una moda pasajera, cuidar el microbioma y la salud emocional se presenta como la base de una belleza real, duradera y profundamente saludable.
En base a El Tiempo/GDA
-
La luz azul de las pantallas acelera el envejecimiento y provoca hiperpigmentación en la piel
Cómo combatir el exposoma: el responsable de hasta el 80% del envejecimiento de la piel
Científicos japoneses descubren proteína que podría frenar el envejecimiento de la piel
Envejecimiento prematuro, daño celular y otros peligros de la contaminación del aire para nuestra piel