Dolor en las piernas, inflamación y varices: la condición que puede aparecer tras la menopausia

Las mujeres luego de la menopausia experimentan muchos cambios, pero si además llevan un estilo de vida poco saludable, puede darse una afección que es necesario controlar.

Mujer con molestia en las piernas mientras está en la cama.
Mujer con molestias en las piernas mientras está en la cama.
Foto: Freepik

Después de la menopausia algunas mujeres pueden experimentar síntomas que no siempre se relacionan con los cambios hormonales comunes. Detrás de esas señales podría encontrarse una condición poco conocida que necesita atención médica especializada: el síndrome fleboartrósico.

Este síndrome, también conocido como síndrome artrósico, se caracteriza por la aparición simultánea de trastornos en la circulación sanguínea y complicaciones articulares. Afecta principalmente a mujeres mayores de 55 años, especialmente aquellas que enfrentan sobrepeso o llevan estilos de vida con poca movilidad.

El síndrome fleboartrósico puede presentarse con indicios visibles y persistentes que afectan la calidad de vida. Entre ellos se encuentran dificultades en el torrente circulatorio como trombosis y varices, así como señales articulares que incluyen dolor, rigidez y limitación de movimiento en las extremidades.

Síntomas del síndrome fleboartrósico en la menopausia:

  • Dolor en piernas.
  • Aparición de varices.
  • Sensación de pesadez
  • Cansancio extremo
  • Inflamación en las extremidades inferiores.
Mujer mayor
Mujer mayor con las piernas estiradas.
Foto: Freepik.

El diagnóstico y tratamiento del síndrome fleboartrósico requiere de un examen físico, valoración médica por parte de reumatólogos o angiólogos e imágenes como ecografías para medir la densidad ósea y evaluar varices. Los profesionales en reumatología se enfocan en los efectos sobre el sistema óseo, mientras que los angiólogos tratan las complicaciones relacionadas con el flujo sanguíneo.

El tratamiento del síndrome fleboartrósico está ligado directamente a cambios en los hábitos cotidianos. Las personas diagnosticadas deben considerar una serie de acciones para reducir el impacto del trastorno:

  • Pérdida de peso.
  • Uso de medias especiales con compresión para favorecer la circulación de sangre.
  • Actividad física moderada diaria, adaptada al dolor y movilidad de cada persona.
  • Plan de alimentación saludable, bajo en grasas y azúcares.

La identificación oportuna de los síntomas y el acompañamiento médico son fundamentales para controlar sus efectos.

El Universal/GDA

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