No, el dolor en la menstruación no es psicológico y otros 12 falsos mitos sobre la endometriosis

La endometriosis es una enfermedad de la que se habla poco y esto tiene graves consecuencias para la salud física, mental y emocional de las pacientes.

Mujer dolor vergüenza
Mujer con dolor.
Foto: Pexels.

La endometriosis es una enfermedad frecuente, pero socialmente invisible. Una paciente típica suele tener menstruaciones muy dolorosas y puede sufrir problemas digestivos, dolor en las relaciones sexuales e infertilidad, entre otros síntomas. Desafortunadamente, el diagnóstico suele llegar tarde, tras un largo peregrinaje médico o al someterse a pruebas ante dificultades para conseguir un embarazo natural.

¿Qué es la endometriosis?

El endometrio es la capa de células que tapiza el interior del útero. Cada ciclo menstrual, los estrógenos hacen que se engrose para acoger a un embrión. Si no hay fecundación, se desprende produciendo un sangrado (menstruación).

Nos enfrentamos a una endometriosis cuando se forman quistes de un tejido similar al endometrio. Estas lesiones también son sensibles a los estrógenos y se han encontrado en prácticamente cualquier parte del cuerpo.

Según una escala de gravedad, si hay pocos implantes y no existen adherencias (bandas de “pegamento” que alteran la movilidad de los tejidos) se considera un grado mínimo (grado I). Cuando los quistes son numerosos y afectan a órganos, hablamos de endometriosis severa (grado IV). Esta escala no se correlaciona con el nivel de dolor percibido.

El problema es que en torno a la endometriosis circulan muchos mitos. Y no solo a nivel social, sino también entre los profesionales de la salud. Tanto estas creencias como los tabúes sobre la menstruación dificultan el diagnóstico y manejo de esta enfermedad.

Aunque el “mito cero” a desmontar sería la normalización del dolor menstrual, a continuación desgranamos otras falsas afirmaciones.

Dolor menstrual, dolor de panza
Mujer con dolor en la zona baja del abdomen.
Foto: Freepik.

Creencias que retrasan el diagnóstico

  1. La endometriosis es una enfermedad rara y moderna. Nada más lejos de la realidad. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), casi 200 millones de personas la padecen, pudiendo ser catalogada como pandemia. Es más, está bastante infradiagnosticada, con una demora de entre 7 y 10 años. Además, existen textos médicos que describen síntomas compatibles con la endometriosis desde el siglo XVII. Por tanto, para nada es una enfermedad nueva.
  2. Es solo una menstruación dolorosa. Es mucho más que eso. En casos severos, los quistes pueden dañar órganos (ovarios, intestino, vejiga, etc.). Además, si no es tratada a tiempo, puede provocar dolor pélvico crónico (continuado e independiente de la menstruación).
  3. Se trata de una enfermedad ginecológica ya que solo afecta al útero y a los ovarios. La endometriosis es una patología inflamatoria sistémica, es decir, afecta a todo el cuerpo y tiene origen inmunológico. De hecho, en algunas pacientes convive con la fatiga crónica y otras enfermedades autoinmunes, como la fibromialgia. Los síntomas dependen de la ubicación de los implantes. Si aparecen en la vejiga, pueden producir dolor al orinar, y si lo hacen en el intestino, hinchazón y dolor abdominal (conocido como endo-belly), intolerancias alimentarias, dolor al defecar, etcétera. Llamamos adenomiosis a una patología equivalente que forma lesiones en el útero, aunque ambas formas suelen coexistir. Aunque la endometriosis extrapélvica es rara, se ha detectado en pulmones, nervios o el cerebro, entre otros lugares.
  4. Afecta a mujeres en edad reproductiva y desaparece con la menopausia. Doblemente falso. Por un lado, existen casos de endometriosis en niñas premenárquicas (que aún no tuvieron su primera menstruación) con dolor pélvico severo. Incluso hay estudios que demuestran endometriosis fetal. Por otro lado, es una enfermedad crónica, por lo que puede persistir después de la menopausia, sobre todo en pacientes con formas graves. Por desgracia, aunque en esta etapa vital se reduce la producción de estrógenos, el dolor puede continuar si hay adherencias, daño orgánico o nervioso. La terapia hormonal sustitutiva alivia los síntomas de las mujeres menopáusicas porque compensa la caída de estrógenos. Pero precisamente por eso, este tratamiento debe ser individualizado y estrechamente supervisado en las pacientes.
  5. Si la ecografía es normal, no tenés endometriosis. La ecografía transvaginal es útil, pero las formas leves pueden pasar desapercibidas. La resonancia magnética nuclear y la laparoscopia diagnóstica son herramientas fundamentales. En cualquier caso, hace falta un ojo bien entrenado. La escucha activa de la paciente y una buena historia clínica resultan vitales para el diagnóstico.
  6. Si tenés endometriosis, serás infértil. Entre el 30 y el 50 % de las pacientes puede tener dificultades para concebir, pero no todas. La reproducción asistida y la cirugía pueden ser buenas opciones para casos severos con afectación ovárica o de las trompas de Falopio. El impacto de la estimulación ovárica sobre el dolor o la progresión de algunas pacientes ha generado nuevos debates. De momento, la evidencia científica es insuficiente y se necesitan más estudios.
  7. El embarazo cura la endometriosis. La progesterona producida por la placenta puede aliviar los síntomas temporalmente e incluso reducir los implantes, pero no elimina las lesiones. La enfermedad puede progresar después del parto, e incluso empeorar. Por tanto, no se debe dar falsas esperanzas o incentivar a las pacientes para que busquen un embarazo si no lo desean.
  8. La endometriosis se cura con píldoras anticonceptivas. Esta enfermedad responde a tratamientos hormonales, que pueden controlar algunos síntomas y ralentizar el crecimiento de las lesiones. Sin embargo, no eliminan los implantes ni las adherencias. Existen otros fármacos de acción hormonal, como los progestágenos o los inhibidores de la hormona liberadora de gonadotropinas, que ayudan a mantener la enfermedad a raya, pero tampoco la curan.
  9. La cirugía por laparoscopia cura la endometriosis. Algunas pacientes requieren cirugía. Aunque la laparoscopia suele mejorar los síntomas, la tasa de recurrencia es del 20-40 % en 5 años, especialmente si no se complementa con tratamiento médico postoperatorio. Es importante destacar que una cirugía incompleta o conservadora puede dejar lesiones activas.
  10. La histerectomía es la cura definitiva. Extirpar el útero no siempre es la solución, puesto que la endometriosis puede afectar al peritoneo, órganos, músculos y nervios. El dolor puede persistir. La toma de esta decisión debe ser individualizada según los síntomas, la edad, el deseo reproductivo y la afectación extragenital. Desafortunadamente, todavía no existe cura para esta enfermedad.
  11. Si no tenés síntomas, no necesitás tratamiento. La endometriosis puede progresar silenciosamente y es posible que las pacientes desarrollen infertilidad o daño de órganos aunque no sientan molestias significativas. Recordemos que la gravedad de las lesiones no se correlaciona con la intensidad del dolor. La evaluación periódica permite detectar posibles complicaciones.
  12. El dolor es psicológico. Este es uno de los mitos más lamentables, pues la endometriosis es una enfermedad sumamente dolorosa y grave. Además de experimentar episodios de dolor intenso, las pacientes suelen sufrir problemas psicológicos y emocionales como consecuencia de la dolencia, por lo que muchas veces se les acusa de inventárselos. La suma de dolor crónico, ausencia de diagnóstico, incertidumbre ante lo que les pasa e incompresión forma una mezcla explosiva que a menudo genera cuadros de ansiedad o depresión.
Dolor
Mujer con dolor intenso.
Foto: Freepik.

En definitiva, la endometriosis es una enfermedad de la que se habla poco si tenemos en cuenta su alto impacto. La falta de formación nos lleva a asumir como verdades estos y otros mitos, con graves consecuencias para la salud física, mental y emocional de las pacientes y de su entorno.

Aunque actualmente hay un mayor reconocimiento de esta dolencia, es necesaria mucha más inversión para proporcionar alivio y una cura real y definitiva a las mujeres que la sufren.

Emilia del Carmen Villegas Muñoz & Raquel Sánchez Varo, The Conversation

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