Receta para hacer yogur casero: es relativamente sencillo y no tenés que ponerte en gastos

Necesitás leche común y un poquito de yogur que comprás en algún comercio. Acá te contamos cómo hacer.

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Foto: Unsplash.

Redacción El País
El yogur es un lácteo saludable, como ya hemos publicado en Bienestar. Entre varios de los beneficios, ayuda a prevenir enfermedades intestinales. Además, la oferta de yogur ha crecido y se ha diversificado considerablemente en los últimos años.

Con todo, nunca está de más ahorrar en lo que se pueda, por eso te compartimos una receta para hacer tu propio yogur.

Además de que te vas a ahorrar unos pesitos, hacer tu propio yogur tiene otras ventajas:

  • Es más saludable, porque vos controlás los ingredientes y podés evitar conservantes y saborizantes artificiales.
  • "Zero waste": No solo podés reutilizar frascos de vidrio. También dejás de contribuir a la montaña de basura que, si seguimos así, nos va a tapar a todos.
     
  • Lo podés personalizar a tu antojo, ya sea dándle el punto de acidez que más te guste y las frutas, miel o granola al final.

Lo que necesitas para hacer yogur casero

  • 1 litro de leche entera o descremada. Cuanta más grasa, más cremoso quedará.
  • 1 cucharada de yogur natural (sin sabor ni azúcar) o un sobre de fermentos lácteos. Este es el "iniciador" que contiene las bacterias buenas. Importante: Si usás yogur comprado, debe decir "con cultivos vivos" o "fermentos lácteos" en la etiqueta.
  • Una olla grande, preferiblemente de fondo grueso para que no se queme la leche.
  • Un termómetro de cocina (muy recomendable, pero no indispensable).
  • Un frasco de vidrio grande o varios pequeños con tapa (previamente lavados y esterilizados con agua hirviendo).

Proceso paso a paso

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Así empieza la preparación: calentando la leche.
Foto: Unsplash.

1. Calentar la leche a fuego medio. El objetivo es llegar a los 85°C. Esto sirve para pasteurizar la leche y desnaturalizar sus proteínas, lo que dará un yogur más espeso. Si no tenés termómetro, calentá hasta que la leche esté a punto de hervir, cuando se formen burbujitas pequeñas alrededor de los bordes de la olla (sin dejar que hierva por completo). Revolvé de vez en cuando para evitar que se pegue en el fondo. 

2. Una vez alcanzada la temperatura, retirá la olla del fuego y dejá que la leche se enfríe. Este paso es crucial.
El objetivo es llegar a los 42-45°C. Es la temperatura ideal para que las bacterias del yogur se activen sin morir. Si no tenés termómetro, probá el método "casero": meté un dedo limpio en la leche y aguantá 10 segundos. Debe estar caliente, pero no tan caliente como para quemarte. Si podés aguantar los 10 segundos, está a punto.

3. Cuando la leche esté a 42-45°C, retirá con una cuchara la posible nata o capa que se haya formado en la superficie. En un vaso aparte, mezclá la cucharada de yogur natural (o los fermentos) con un poco de la leche tibia. Disolvé todo bien para que no queden grumos. Vertí esta mezcla de vuelta a la olla con el resto de la leche y revolvé suavemente para repartir bien las bacterias. 

4. Incubar (este es el paso más importante): Vertí la mezcla en el/los frasco(s) de vidrio y cerralos bien. Ahora necesitás mantener la mezcla a una temperatura tibia y estable (alrededor de 40-45°C) durante varias horas para que fermente. Acá tenés varios métodos: 

  • Horno apagado con luz: Precalentá el horno a la temperatura más baja durante 2 minutos, luego apagalo. Encendé solo la luz interior del horno. Coloca los frascos dentro y cierra la puerta. La bombilla mantendrá el calor suficiente.
  • Colocá los frascos en una heladera portátil y llénala con agua templada (a unos 45-50°C). Cerrá la tapa. El agua mantendrá la temperatura durante horas.
  • Calientacamas: Envolvé los frascos en una toalla y colocalos sobre una manta eléctrica a potencia baja.
  • Olla de cocción lenta (slow cooker): Poné la olla en "modo mantener caliente" (warm) y colocá los frascos dentro con la tapa puesta.

Tiempo de incubación: De 6 a 12 horas. Cuanto más tiempo lo dejes, más espeso y ácido será el yogur. Ocho horas es un buen punto de partida. No lo muevas ni lo agites durante este proceso. 

5. Finalizar y refrigerar: Pasado el tiempo, agarrá un frasco inclinalo suavemente. Si la leche está espesa es que está listo.

Sacalos de su "incubadora", déjalos enfriar a temperatura ambiente y luego refrigeralos durante al menos 4 horas antes de consumir. El frío detendrá la fermentación y le dará la textura final.

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Foto: Unsplash.

Para la siguiente tanda

Guardá una cucharada de tu yogur casero para usarlo como "iniciador" de la próxima hornada. Podés hacer esto unas 3-4 veces, luego es mejor empezar con un yogur nuevo, ya que las bacterias se van debilitando. 

¿No te salió?

Si lo que preparaste no se espesa puede ser que la leche estaba demasiado caliente (mató las bacterias) o demasiado fría (no se activaron). O el yogur iniciador no era de buena calidad. No todo sale de primera, por desgracia. Pero intentalo de nuevo, y tal vez podés comprarte un termómetro de cocina. No necesitás comprarte uno profesional, que puede salirte más de 1.000 pesos. Hay de calidad aceptable por la mitad de ese precio.

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Foto: Unsplash.

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